Este proceso político que vive Venezuela, es la continuidad de los
vaivenes discontinuos de las fases históricas, que en oleadas sociopolíticas en
el combate por la historia estamos jugando fundamentalmente por la soberanía,
la independencia y la felicidad de un pueblo valiente y esperanzado.
Jesús Alejandro Marcano
Fernández / Especial para Con Nuestra América
Desde Maturín, Estado Monagas, Venezuela
Decía Voltaire en su “Tratado de Tolerancia”, que el lema de todo
fanático era, “piensas como yo o mueres”, terrible dilema que un sector
terrorista en Venezuela, bajo el eufemismo de oposición, despliega a troche y
moche con todo el armamento contemporáneo que dan los instrumentos y
equipamientos de la “guerra de cuarta y quinta generación”. Y es que en
Venezuela, un sector social que ha sido hijo de la economía importadora, del
parasitismo de la compra, de los que históricamente se apropian de las divisas
del país y que jamás dieron cuenta de ello, que tienen su expresión política en
lo que en el lenguaje del estudio de la esfera pública se denomina derecha, con
estructuras organizativas como partidos, ONGs, fundaciones, aliadas a un
tinglado de poder, conocidos como clero, cámaras empresariales, claustros
universitarios, compañías, empresas, redes bancarias, negociantes de la salud
con clínicas y grandes farmacias, multinacionales y transnacionales, han
colocado en el “ojo del huracán” al país donde se libra el experimento político de mayor calado y
seriedad en el mundo, en cuanto alternativa real al fundamentalismo neoliberal. He allí su
primera clave en desenlace.
Este proceso político que vive Venezuela, es la continuidad de los
vaivenes discontinuos de las fases históricas, que en oleadas sociopolíticas en
el combate por la historia estamos jugando fundamentalmente por la soberanía,
la independencia y la felicidad de un pueblo valiente y esperanzado que hoy
muestra resultados y con ello, presenta su segunda clave en desenlace.
En este proceso hay picos de la radiografía histórica política. Hoy,
como el 19 de abril de 1810 y la constituyente de 1811, se impone el juramento
ante la promesa, jurar ser libre, soberano e independiente pasa por liquidar
los resabios de la herencia mantuana que se manifiestan en el terror importado
de quienes se saben superados con creces en racionalidad, fortaleza ética,
legado histórico, voluntad colectiva,
sensibilidad social, arraigo cultural y poder territorializado en
sujetos transformadores de sectores
populares que pugnan por igualdad de condiciones, que propicia la tercera clave
en desenlace.
Queda atrás una Venezuela del individualismo, del alter ego
neoliberal, de la competencia desleal y egoísta históricamente constituida por los
amos del país, devenidos del caudillismo político, expresión del latifundismo
lacayo de los otrora gobernantes del actual equipo de “perros simpáticos” de la
Casa Blanca, que tuvo su trastoque con el tercer decreto del presidente Chávez
en febrero de 1999, que fue la Constituyente, como gran diálogo nacional que frustró pactos y tripartitas, y que
posibilitó que su principal promesa electoral se materializara en su juramento
ante el pueblo, con una constitución de una República que instala en sus instituciones,
la doctrina bolivariana, de allí la cuarta clave en desenlace.
Venezuela al constituirse en un
“Estado democrático y social de derecho y de justicia” (art 2 CRBV) que activa
desde el año 1999 una dinámica sociojurídica, que aísla al sifrinismo de las
“tribus judiciales” que se mantenían incólume en el país, y del cual se heredó
el decreto de Carmona del año 2002 con el golpe de estado, después de la
actuación de los mercenarios contratados, y que hoy con ellos mismos, se
intenta legitimar el terror localizado en las afueras de la toponimia burguesa,
con algunos atentados en parroquias, que
al tener concreciones de ese “Estado social de derecho y de justicia”,
exponen logros como CDI, Materno Infantil, Escuelas, Simoncitos y otros, que
desata la envidia que codicia los bienes que el poder popular se ha dado, genera la quinta clave en
desenlace.
Una oposición que se queda sin cartas en la partida de la lúdica
política, sin una ínfula ya, que le dé condición de argumento en la
racionalidad política, y con ello, sólo la promesa de no poder jurar, porque la promesa de su cultura política,
nunca es definitiva y está en el campo de la falsedad, pues, todavía está
fresco en nuestra memoria, la promesa de acabar con las colas al ganar la
Asamblea Nacional, de salir del presidente en seis meses contado a partir de
enero 2016, la falsa destitución de los magistrados del TSJ en noviembre del
año pasado, haciendo de su irrealidad “lo real maravilloso”, novelando sus
prácticas y encerrándose en su propia trama. Por eso aquí está la sexta clave
desencadenante.
Una oposición sin personalidad, pues su política es no tener política,
algo así como la muerte de la política es su política, la palabra dejó de ser
documento, compromiso, esto es, la incoherencia sistemática que lo lleva sólo,
a un elogio de la razón del marketing, sin más nada, mercadeo político de las
redes recreadoras de mediaciones, sin anclaje en la realidad que le permite la
manipulación sin ninguna elemental construcción ética. Digieren de manera incoada el comercial de un champú que en su mensaje
dice, “te lo echas a la cabeza y te cambia la manera de pensar”, cosificación y
mercantilización de la simplonería de una ralea intelectual abúlica e inercial,
convertida en una pantomima con guión importado, pues siguen siendo la misma
burguesía compradora con su imaginario rentístico. Por eso el proceso de
quiebre de ese imaginario que se vive, despliega la séptima clave
desencadenante.
Una oposición que en el mundo de la política con su sistema vertebral
de táctica y estrategia, le queda sólo el descaro de presentarse en su estado
puro y siniestro de depender de un rostro monstruoso que significa, evidenciar
a Trump, al Comando Sur, al Pentágono,
propiciadores de cruentas invasiones de pueblos y naciones como sus
representantes, su patria potestad, sus tutores y en consecuencia, esto deviene
en la octava clave en desenlace.
Una oposición que sólo le queda la abstracción en sus promesas, no
tiene en que respaldarse para demandar adeptos, se le complica más por el hecho
bien concreto, que al decir de Collon en los “Sietes pecados de Chávez”, su
primer pecado fue lograr que Venezuela
fuese ya un país de lectores, de alto nivel de politización y de un
grado de mayor promedio de conciencia, país despierto, levantado, soñador y
conocedor de su historia, que lo compromete a hacer cuerpo común, como sistema
articulado que da coherencia al concepto de nación y con ello, una propuesta
como la constituyente, que la asume con movilización y organización y con esto
la novena clave en desenlace.
Mientras la revolución como cuerpo vivo de alegría; lucha y combate,
trabaja, estudia, conversa, debate, se recrea, ama y sufre en las calles,
campos, ciudades, aldeas, selvas, llanos, universidades, liceos, escuelas, CDI,
fábricas, plazas, parques, urbanismos de Misión Vivienda, consejos comunales,
comunas, industrias de este territorio
de 916445 Km cuadrados, construye antropológicamente el paisaje de un país que
desborda coraje, voluntad y esperanza, lamentablemente queda en sus rincones de
alcurnias, linajes de odios y resentimientos, un sector que necesariamente hay
que llamarlos y tenderle la mano, los puentes, hacerles hiatos, para que hasta
donde sea posible, con constancia y terquedad infinita, abrir las brechas
necesarias para que salga la oposición política, la contraparte democrática,
pues, es una máxima que donde hay poder y libertad hay resistencia, el
terrorismo es muerte de la política, de la libertad y de la palabra; coherente con esto y por la
paz como premisa fundante de la felicidad, del buen gobierno, del buen vivir y
de la obediencia al soberano se presenta la décima clave en desenlace.
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