No
hay nada nuevo bajo el sol… excepto lo olvidado. En esta era de comunicaciones
masivas tendemos a olvidarnos de los discursos políticos, ante la avalancha de
informaciones recibidas a diario. Hoy los que pensaban que las palabras de
Trump eran trucos publicitarios para ganar la presidencia de Estados Unidos, ya
están despertándose.
Trump
dijo que haría un muro en la frontera sur. Bueno, el muro ya existía
parcialmente y solo se aceleró su construcción con la posesión del actual
presidente. La segunda parte de su promesa de campaña (“haré que México pague
ese muro”) nunca se tomó en serio… hasta ahora. Empecemos aclarando que en la
mente aislacionista de Trump, México es sinónimo de Latinoamérica; por eso dijo
alguna vez que sus mexicanos preferidos eran los cubanos (sic). Así que la idea
es hacer que toda Latinoamérica pague la construcción de “esa maldita pared”.
Esa
propuesta ya es oficial y consta en un documento: el proyecto de ley 1813 de la
Cámara de Representantes (‘Border Wall Funding Act of 2017’). La nueva ley
impondría un impuesto del 2% a las remesas (aparte del porcentaje que cobre la
empresa que las transfiera, tipo Western Union) desde Estados Unidos hasta
cualquiera de los países del hemisferio occidental, exceptuando Canadá.
Incluye, por lo tanto, a Ecuador. La imposición duraría cinco años y se destinaría
a la construcción completa del mencionado muro. La evasión de este impuesto se
castigaría con $ 500.000 y hasta 20 años de prisión. Para los países en
cuestión, cualquier ayuda a los evasores se penalizaría con excluirlos de los
programas de asistencia técnica y de exención de visas.
Un
impuesto a las remesas sería inhumano y un ataque directo a los más pobres,
porque los ricos no necesitan enviar remesas a sus familias; ellos usan otros
canales, incluyendo la entrega en persona o las transferencias bancarias con
cuentas personales. Este proyecto de ley 1813 pasó al Comité de Seguridad
Interna del Congreso de Estados Unidos el 21 de abril de 2017.
Cinco
días después, Trump presentó su anunciado plan de reforma fiscal. El plan
incluye la reducción del impuesto a las utilidades de las grandes corporaciones
del 35% al 15%, así como una fuerte reducción del impuesto a la repatriación de
capitales ganados en el exterior. Además, a escala familiar, bajarían los
impuestos para quienes perciben mayores ingresos (clase alta), se duplicarían
los impuestos para la clase media y se suprimirían varias exenciones fiscales;
también se eliminaría el impuesto a las grandes herencias. El proyecto ha sido
criticado porque restaría demasiados ingresos al Estado y porque aumentaría aún
más la desigualdad de ingresos entre los estadounidenses.
De
manera que, si se llegan a aprobar estos dos proyectos de ley, impuesto a las
remesas y reforma fiscal, Trump cumpliría una de sus promesas de campaña (hacer
pagar el muro a México, léase Latinoamérica) y lograría uno de sus objetivos
ocultos (aumentar la desigualdad entre los estadounidenses, para que los ricos
sean más ricos, a costa de que los pobres sean más pobres). El muro visible
sería la materialización del muro invisible, el de la exclusión y la
desigualdad entre individuos y naciones.
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