El peor error
que un historiador puede cometer, y sin embargo es el más habitual en los
medios académicos panameños, es el anacronismo, es decir, trasladar al pasado
formas de pensar, ideologías, identidades y creencias del presente. Y el peor
error de un revolucionario socialista del siglo XXI es volverse nacionalista.
Olmedo
Beluche / Especial para Con Nuestra América
Desde Ciudad Panamá
El
anacronismo y los mitos nacionales
Ese error se
aprecia claramente entre los no pocos que pretenden que la "nación
panameña" o "panameñidad" se empieza a construir con Vasco Núñez
de Balboa y su conquista del Istmo de Panamá y el "descubrimiento"
del Mar del Sur. Incluso hay quienes hacen una amalgama y atribuyen el
nacimiento de esa "identidad nacional" a figuras tan disímiles como
Balboa, Urracá y Bayano, e incluso al personaje novelesco Anayansi.
Coincidimos
con la Dra. Ana Elena Porras en que esas figuras históricas han devenido en
símbolos de la nacionalidad que permiten que diversos grupos sociales se
sientan representados en ella. Pero hay que aclarar que lo son de una nación o
nacionalidad actual, que no existía cuando vivieron como personajes históricos,
antes de convertirse en mitos.
No requiere
mucha hermenéutica darse cuenta que, como identidad cultural-nacional: Balboa,
se sentiría extremeño o castellano y, a lo mejor español (pongamos un signo de
interrogación aquí); que Urracá probablemente era Ngäbe o Buglé, y que la
mayoría de las principales culturas originarias del Istmo constituyen
identidades nacionales propias (naciones), no asimiladas, hasta el presente
siglo XXI; y que probablemente Bayano se identificaría con alguna de las
culturas africanas de las que fue sacado a la fuerza y esclavizado.
La nación
panameña como expresión de los intereses de la clase de los comerciantes
A partir de
la construcción mitológica de nuestro pasado, se narra una historia según la
cual todos los actos del período colonial lo son de reafirmación de una
"nación" volcada al transitismo que, quiso establecerse desde 1821 en
diversos momentos del decimonono, y que tuvo su momento cumbre el 3 de
noviembre de 1903. Es bastante claro que esta forma de concebir "la
nación" la convierte en sinónimo de los intereses de la clase de los
comerciantes istmeños.
La secuencia
lógica y su momento culminante muestran que se trata de una historia manipulada
para tratar de justificar los sucesos muy cuestionados de 1903. El objetivo es
enfatizar que desde el siglo XVI "somos diferentes" al resto de
Hispanoamérica, ello justificaría que la "república independiente"
sugiera en 1903, aunque fuera mediatizada por la intervención norteamericana.
Según esa
interpretación, ya en 1821 los panameños éramos una nación como identidad con
capacidad de crear nuestro propio estado nacional, al cual renunciamos
"voluntariamente". Y a lo largo del siglo XIX, una "nación
distinta", la colombiana, nos mantuvo oprimidos y explotados, contra la
cual la "nación panameña" pugnó por independizarnos. Una falacia que
en la imaginación "panameña" equivale a una relación entre Colombia y
Panamá, como si la primera fuera una potencia imperial y la segunda su colonia.
No es lo
mismo estado nacional, nacionalidad (etnia) y nacionalismo
Ese
anacronismo vulgar, que casi nadie se atreve a cuestionar, no es más que un
desarrollo del nacionalismo panameño como ideología política. No olvidemos que
el nacionalismo es un producto de la modernidad capitalista, es la nueva
ideología de cohesión social que conscientemente crean los estados
capitalistas, dirigidos por las burguesías nacionales (valga la redundancia) a
partir del siglo XIX.
El
nacionalismo es una construcción ideológica que pretende identificar al
conjunto de los habitantes de un territorio sujetos a un gobierno, con el
liderazgo de su clase capitalista, pretendiendo que sus proyectos y acciones de
gobierno obedecen al interés general y el bien común de la "nación".
Dejemos claro
que no es lo mismo "nacionalismo", como ideología instrumental a
cargo de la clase dominante, que "nacionalidad" como identidad
cultural e histórica, que tiene en una lengua o idioma su concreción.
Generalmente
la segunda es el sustrato sobre el que se construye la primera, exagerando
algunas características para hacer la diferenciación respecto a otras culturas.
Pero, mientras la nacionalidad como
cultura es fruto de la evolución por siglos (con todos sus traumas, como diría
Hernán Porras) de una población, que ha desarrollado sus costumbres,
conocimientos y tradiciones las cuales ha cuajado en una lengua; el
"nacionalismo" como ideología política es propio del estado nacional capitalista
moderno.
Es habitual
confundir conceptos distintos como: nacionalidad (nación cultura o etnia),
estado nacional (nación como sinónimo de estado) y nacionalismo. El primero, la
nacionalidad o etnia (nación cultura) es una realidad que se forma con el tiempo
en la que diversos pueblos desarrollan aspectos particulares de sus costumbres
que le diferencian de otros pueblos. La mayor parte de esa cultura nacional o
étnica o nacionalidad se expresa en el idioma o la lengua. Cada lengua es
sinónimo de una nación histórica.
El segundo se
refiere a la construcción de un aparato estatal (gobierno, población y
territorio). Muy excepcionalmente la nación como sinónimo de estado (nación
estado) se construye sobre una sola base étnica o nacionalidad. Generalmente, los
estados modernos surgen de una etnia o nacionalidad que se impone a otras en el
marco de un territorio. Algunas veces las otras etnias son asimiladas
culturalmente, pero la realidad general es que las naciones estado o estados
nacionales contienen dentro de sí varias nacionalidades (culturas o etnias)
diferentes y casi siempre oprimidas y discriminadas.
En tercer
lugar está el nacionalismo como ideología política. Que es una construcción
imaginaria que sirve a la cohesión social. Generalmente a partir de unas
características culturales e históricas, la clase capitalista construye la
ideología nacionalista que sirva a sus intereses y que la presenta como
dirigente "natural" (padres fundadores o próceres) del estado al que
las clases explotadas o subalternas deben seguir.
Nacionalismos
reaccionarios, progresivos e internacionalismo proletario
Es
imprescindible tomar en cuenta el consejo de Vladimir Ilich Lenin: Al menos
desde el surgimiento del sistema imperialista mundial, a fines del siglo
XIX, hay que diferenciar naciones opresoras de naciones oprimidas.
De manera que
el nacionalismo de las naciones opresoras es reaccionario porque está
construido para justificar la opresión y explotación de otros pueblos
(superioridad racial, destino manifiesto, etc). Por contra, el nacionalismo de
los oprimidos es progresivo porque lucha contra la dominación extranjera y
llama a que la clase obrera actúe en común con este nacionalismo mientras
enfrente la opresión.
De ahí que
muchas veces se apoyen las medidas "progresivas" de gobiernos
nacionalistas de países oprimidos, como Lázaro Cárdenas, cuando nacionalizó el
petróleo mexicano, sin confiar completamente en ese gobierno que expresa a la
nación oprimida pero a través de su clase dominante capitalista. Este criterio
es extensivo en América Latina a otros gobiernos nacionalistas y sus líderes
políticos, desde Perón hasta Chávez.
Sin embargo,
Lenin y el marxismo en general, llama a la clase trabajadora a no confiar en
los nacionalismos, por ser instrumentos ideológicos de las clases dominantes,
puesto que en el mejor de los casos combaten la opresión de sus naciones, pero
en últimas no atacan la esencia de la explotación capitalista, no son
socialistas.
El marxismo
revolucionario defiende que los explotados y oprimidos del mundo actúen bajo el
criterio del "internacionalismo proletario", por el cual todos los
explotados de todas las etnias o naciones del mundo somos esencialmente
iguales, somos seres humanos. El socialismo revolucionario (no la caricatura
socialdemócrata) lucha por la eliminación de toda forma de explotación y
explotación en el mundo, que es la que permitirá hermanar a todos los seres
humanos, independientemente de sus historias particulares, de su cultura o
nacionalidad.
Hay que
combatir las ideologías nacionalistas
En ese
sentido, el nacionalismo es una ideología reaccionaria porque lleva a las
clases explotadas a creer que sus intereses son los mismos a los que desarrolla
su clase explotadora (y dirigente) porque ambos sectores sociales son iguales y
los identifican algunas características (particularismo) que les diferencia de
las "otras naciones" circundantes.
La ideología
nacionalista conduce al error de creer que "todos los panameños somos
iguales", como dice la Constitución Política del estado, que si actuamos
movidos por el "patriotismo" prevalece "el bien común",
etc. Ocultando el hecho básico: los panameños no somos iguales, estamos
divididos en clases sociales y cada una tiene proyectos distintos.
Los
intelectuales e instituciones al servicio del sistema capitalista ayudan a
construir ese imaginario, esa ideología nacionalista, apelando a toda clase de
manipulaciones seudo científicas.
Reconstruyendo
la historia pasada, labor que oculta aspectos que no encajan en la construcción
ideológica; los literatos crean personajes míticos que se constituyen en
referencias de la "nación" (al estilo de Balboa); la medicina y la
antropología pretenden encontrar diferencias raciales o genéticas (a la manera
de los nazis alemanes); la religión ayuda con su parte (el sionismo es el más
claro ejemplo presente, o el "destino manifiesto" en Estados Unidos);
la educación y los medios de comunicación juegan un papel en la difusión de esa
ideología "infundiendo el amor patrio".
El
nacionalismo, como instrumento de cohesión social bajo una clase dominante, es
la forma ideológica privilegiada de la modernidad (capitalismo), la cual
suplanta el mismo rol que jugó en el pasado la religión en el mismo sentido, al
menos para Europa hasta el siglo XVII y XVIII.
El
nacionalismo panameño y sus fundadores
Para el caso
panameño, es lo que Luis Pulido R. llama la construcción de la "nación
romántica".Ideología que empezó a construirse en la segunda y tercera
décadas del siglo XX, por los intelectuales liberales (positivistas) que
fundaron el sistema educativo nacional (Méndez Pereira, Eusebio A. Morales,
Andreve, Moscote, etc); que como labor histórica inaugura Carlos Gazteazoro a
mitad de siglo. Ver su introducción a al reedición del libro de Sosa y Arce);
que en filosofía hacen lo suyo Ricaurte Soler; en literatura Méndez Pereira y otros.
En política
esa construcción ideológica de la nación panameña inicia, primero, con el
Movimiento de Acción Comunal, pero se consolida con la "Doctrina
Panameñista" de Arnulfo Arias.
Durante esa fase, años 1920, 30 y 40, se identifica "lo
panameño" con transitismo e "interiorano" azuerense; pero se
excluye claramente de la "identidad panameña" las culturas indígenas
y afrocaribeñas. La "Doctrina Panameñista" tiene claros tintes racistas
que se materializaron en la Constitución Política de 1941.
Recién en los
años 70, el régimen populista de Omar Torrijos intentaría la ampliación de la
identidad nacional hacia los grupos más explotados y excluidos. Obviamente, ese
"rescate" ideológico, a través de los mitos de Urracá y Bayano, no
significa real integración y justicia social. Respecto a la construcción de
estos mitos identitarios es interesante leer el libro "Cultura de la
Interoceanidad" de la Dra. Ana Elena Porras.
El
nacionalismo panameño tuvo siempre un carácter contradictorio, progresivo por
un lado y reaccionario por otro, por ser
este un país explotado y controlado bajo un estatuto colonial por los Estados
Unidos.
Como elemento
ideológico que sirvió para resistir la asimilación cultural norteamericana y
luchar contra el enclave canalero y la soberanía, el nacionalismo panameño fue
progresista. Como instrumento para la discriminación racial contra
afropanameños y pueblos originarios, siempre fue una ideología reaccionaria.
Los
revolucionarios del siglo XXI no pueden ser nacionalistas
En los
últimos años ha habido un rebrote del nacionalismo panameño revestido de
xenofobia frente a la ola migratoria atraída por el boom económico reciente. Es
frecuente escuchar, hasta en los medios de comunicación, opiniones contra los
inmigrantes, especialmente dirigidas contra los trabajadores, a quienes se
pretende culpar de los "males" de la sociedad panameña, desde el
desempleo hasta la delincuencia.
Es una
xenofobia clasista, porque muchas veces defiende a los adinerados que compran
los apartamentos de lujo en Costa del este o la Cinta Costera, pero repudia al
trabajador que labora en la construcción, hotelería o buhonería. Es un proceso
ideológico semejante al que explota la derecha norteamericana o europea contra
la migración. Es muy útil porque permite desviar las responsabilidades de los
problemas hacia los "extraños", salvándole la cara a la clase
dominante.
Lo más
peligroso es que esta ideología reaccionaria alcanza a la clase trabajadora
panameña y que muchas veces la izquierda y sus organizaciones no combaten sus
prejuicios porque es más fácil ir con la corriente. Actitud política que es un
gol en contra de quienes dicen luchar por "otro mudo posible" y favor
gratuito a la clase dominante.
También es
frecuente escuchar en muchos revolucionarios de su puesta ideología socialista
autodefinirse como "patriotas" o "nacionalistas", lo cual
es una contradicción de esencia. En este caso se trata de una extensión de la
ideología "torrijista", que se define como "nacionalista",
y que para el caso puede estar bien, porque su utopía consiste en construir un
país independiente del imperialismo en los marcos de una sociedad capitalista
("ni con la izquierda, ni con la derecha").
Es una
utopía, puesto que en el sistema mundo capitalista es imposible construir un
estado nacional independiente sin el control del capital imperialista. Es más,
como decía Trotsky, en el siglo XX las burguesías nacionales de los países
oprimidos han dejado de ser revolucionarias para ser socias menores del capital
imperialista. A lo sumo, esporádica y momentáneamente, impulsados por crisis
revolucionarias, sectores de capas medias (como los militares) construyen
regímenes que confrontan al imperialismo por un tiempo, pero en el largo plazo
caen puesto que no golpean la esencia de
la dominación, el capitalismo.
La única
manera de avanzar hacia un sistema sin explotación de clases, sin opresión de
una nación sobre otra, sin prejuicios raciales, sin discriminación, sin odios
nacionalistas, es rompiendo con el sistema mundo capitalista para avanzar al
socialismo.
Por eso, los
consecuentes revolucionarios panameños del siglo XXI no pueden identificarse
con el nacionalismo o el patriotismo, sino que deben autodefinirse como
internacionalistas y socialistas.
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