Ecuador también quedó subordinado a las consignas económicas del FMI desde la primera Carta de Intención suscrita en 1983 y en los 16 instrumentos que se suscribieron hasta 2003, por los sucesivos gobiernos.
Juan J. Paz-y-Miño Cepeda / www.historiaypresente.com
En lo interno, el New Deal se enfocó en estimular la demanda, a través de políticas generadoras de empleo, inversiones públicas y fortalecimiento de bienes y servicios estatales. Ello significó la ruptura con toda ortodoxia económica liberal y el inicio de la construcción de una economía social (desmontada desde Ronald Reagan [1981-1989] y que hoy intenta recobrar Joe Biden) pues el Estado pasó a regular la economía, se expandieron las obras públicas (carreteras, puertos, aeropuertos, edificios, centrales eléctricas, etc.), se crearon trabajos públicos y privados con protección a los derechos laborales, se introdujo la seguridad social y las pensiones para jubilados, así como subsidios a los desempleados y se incrementaron impuestos directos como el de las rentas, fueron sancionadas la especulación y las maniobras empresariales para escabullir sus responsabilidades. En cien días, la crisis empezó a ser abatida y Roosevelt fue reelecto por tres ocasiones, ya que fue evidente el fortalecimiento provocado sobre la institucionalidad, la democracia y las políticas sociales.
En el ámbito externo, se trató de superar el tradicional aislacionismo norteamericano, pues Roosevelt intervino durante la II Guerra Mundial (1939-1945) junto a los aliados para derrotar a las potencias del Eje e impulsó una nueva configuración del mundo basada en la cooperación global de las naciones. Las potencias aliadas realizaron reuniones desde 1943 y 51 naciones lograron, el 26 de junio de 1945, la Carta de las Naciones Unidas que entró en vigor el 24 de octubre siguiente. El Presidente Roosevelt también tuvo decidido empeño en crear una organización económica internacional, para lo cual fueron invitados diversos países del mundo a la Conferencia Monetaria y Financiera de las Naciones Unidas, que se realizó en Bretton Woods (New Hampshire, EEUU), a partir del 1º. de julio de 1944. La Sesión Plenaria de clausura se realizó el 22 de julio de 1944, quedando redactados dos instrumentos: Acuerdo sobre creación del Fondo Monetario Internacional (FMI), y Acuerdo sobre el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF).
Los fines establecidos por el Acuerdo constitutivo del FMI fueron:
*Promover la cooperación monetaria internacional;
*Facilitar la expansión y el desarrollo equilibrado del comercio internacional, a fin de contribuir al fomento y mantenimiento de altos niveles de empleo e ingresos reales y al desarrollo de las fuentes productivas de todos los países participantes;
*Promover la estabilidad del cambio;
*Ayudar a establecer un sistema de pagos multiláteros y a eliminar restricciones del cambio sobre el exterior que obstaculicen el desarrollo del comercio mundial;
*Confianza entre los países participantes, poniendo a su disposición los recursos del Fondo bajo garantías adecuadas, a fin de corregir desajustes en su balanza de pagos;
*Acortar la duración y disminuir el grado del desequilibrio entre las balanzas de pago internacionales.
A su vez, el BIRF cumpliría los siguientes fines:
* Contribuir a la obra de reconstrucción y fomento en territorios de países participantes, facilitando la inversión de capital con fines de producción, incluyendo rehabilitación de las economías destruidas o dislocadas por la guerra;
* Fomentar las inversiones particulares en el extranjero;
* Promover un incremento equilibrado de largo alcance en el comercio internacional y el mantenimiento del equilibrio en las balanzas de pago;
* Arreglar los préstamos, con preferencia a los proyectos grandes y pequeños, que sean útiles y de mayor urgencia;
Mientras eso sucedía en el mundo, a consecuencia de “La Gloriosa” revolución del 28 de mayo de 1944, en Ecuador fue depuesto el presidente Carlos A. Arroyo del Río (1940-1944), entre otras razones por haber sancionado el perjudicial “Protocolo de Paz, Amistad y Límites” con el Perú (Protocolo de Río de Janeiro), que reconoció, luego de una corta guerra que Ecuador no pudo afrontar con éxito, más de media amazonia a favor del vecino del sur. Gobernaba, entonces, José María Velasco Ibarra (1944-1947), quien delegó a la reunión fundadora del FMI, a Esteban F. Carbo, Consejero Financiero de la Embajada del Ecuador en Washington y a Sixto E. Durán Ballén, Presidente de la Delegación y Ministro Consejero de dicha Embajada.
La cuota del Ecuador al FMI se estableció en 5 millones de dólares. Estados Unidos, el mayor participante, aportaría con 2.750 millones de dólares. La cuota del Ecuador al BIRF fue de 3.2 millones de dólares, mientras que la de los Estados Unidos, la mayor de todas, fue de 3.175 millones de dólares.
La aprobación de los acuerdos sobre el FMI y el BIRF correspondió al Congreso Nacional Extraordinario del Ecuador, mediante Decreto dado en Quito, el 10 de diciembre de 1945, suscrito nada menos que por el socialista Manuel Agustín Aguirre, como Vicepresidente Encargado de la Presidencia y quien en la década de 1960 sería el gran promotor del “Partido Socialista Revolucionario del Ecuador” y luego rector de la Universidad Central; y suscrito también por Pedro Jorge Vera, como Secretario del Congreso, quien ya era un prestigioso literato, periodista y activo militante del Partido Comunista.
Naturalmente eran otros tiempos. Incluso la izquierda marxista de la época confiaba en un mundo nuevo después de la catástrofe humana que significó la II Guerra Mundial y la lucha contra el eje nazi-fascista. Nunca se podía imaginar que tanto el FMI como el BIRF se transformaran en instituciones para la imposición del recetario neoliberal y del “Consenso de Washington”, a partir de la crisis de la deuda externa latinoamericana, que estalló en México, en 1982, e inmediatamente se extendió en todos los países de la región.
Ecuador también quedó subordinado a las consignas económicas del FMI desde la primera Carta de Intención suscrita en 1983 y en los 16 instrumentos que se suscribieron hasta 2003, por los sucesivos gobiernos. El presidente Rafael Correa (2007-2017) no suscribió una Carta con el FMI ni se subordinó a sus condicionamientos, pero acudió a esta institución por un crédito de unos 400 millones de dólares (julio, 2016), para afrontar específicamente los problemas de balanza de pagos, ahondados por un terremoto en abril de 2016. En cambio, fue Lenín Moreno (2017-2021) quien revivió las viejas relaciones de subordinación al FMI a través de un Acuerdo Ampliado, que determinó las políticas económicas de su gobierno. Ese acuerdo es la herencia recibida por Guillermo Lasso, cuya visión económica coincide con los principios “aperturistas” que maneja el FMI.
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