sábado, 17 de noviembre de 2018

El efecto Bolsonaro

Los malos ejemplos cunden. Son como una manzana podrida, basta una para que acabe con el cajón entero. Bastó un Donald Trump para que aparecieran otros tipos parecidos. Todos se parecen y aparecen tras un acérrimo nacionalismo y una xenofobia descontrolada.

Roberto Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra América
Desde Mendoza, Argentina

El triunfo de Jair Bolsonaro en Brasil dio luz verde a otros personajes similares que aspiran llegar a la presidencia con idénticos conceptos. Mientras más locas e inescrupulosas las declaraciones más adeptos furiosos como ellos captan. Declaraciones aberrantes que sólo pueden emitir personajes represores y regresivos que intentan retornar a épocas esclavistas, homofóbicas, xenófobas, discriminatorias y excluyentes, donde impere la represión ejercida por poderosos.

Alfredo Horacio Olmedo es uno de ellos que, no conforme con el gobierno de Macri – del que es aliado –, entiende que, él personalmente debe hacer la limpieza desde la presidencia.

Diputado nacional por la provincia de Salta desde 2015 alineado en la Alianza Cambiemos. Ha trepado a la fama porque fue el único que votó en contra cuando se aprobó el proyecto del 2x1 para reducir las penas a los represores, también fue el único en votar en contra la ley de emergencia social. Pidió sesión especial para tratar proyectos como la pena de muerte y castración química a violadores. Está en contra del matrimonio igualitario, quiere que vuelva el servicio militar obligatorio y por vestirse permanentemente con una campera amarilla, color que distingue al PRO.

Se ha declarado fanático de Donald Trump y quiere construir un muro en la frontera con Bolivia.

Luego del triunfo de Bolsonaro se acercó a la Embajada de Brasil en Buenos Aires para felicitarle y expresar sus deseos de emular su ejemplo, para lo cual bajó su candidatura a la gobernación de su provincia para ser candidato a presidente de la nación e imponer políticas semejantes a las que pretende establecer el nuevo presidente brasileño. Evangélico declarado al viejo estilo de “a Dios rogando y con el mazo dando” está dispuesto a limpiar la sociedad de seres indeseables como en la dictadura.

Y acá volvemos al poder que han ido ejerciendo estas iglesias en la comunidad, igual que ha sucedido en Brasil, donde la Iglesia Universal ha ejercido su ministerio para imponer a Bolsonaro. Quien, como en una guerra santa se sometió públicamente al culto, dando un fuerte mensaje simbólico a una comunidad que adhiere gustosa a tales ritos.

Olmedo, también hace gala de tales manifestaciones entre pastores y fieles. Claro, dice barbaridades a una multitud hambreada y hambrienta de eslóganes, de frases sintéticas que no les obligue pensar y fáciles de repetir. Hay que matar a los negros, a los homosexuales, a los débiles suena tan fácil como amen, amen, amen.

Autor de la frase “yo tengo la mente cerrada y la cola también” contra los homosexuales, siempre despierta admiración entre quienes, desde las sombras, elogian su valentía.

Sin embargo todos esos exabruptos se estrellan contra la realidad y el origen de su fortuna. Hijo de una familia favorecida por el ex gobernador Julio Romero, les fueron otorgadas miles de hectáreas que dedicaron al jugoso negocio sojero. Al punto que su padre, Alfredo como él, dueño de Olmedo Agricultura, es conocido como el rey de la soja, superando al reconocido líder del ramo, el ingeniero Gustavo Grobocopatel, con 110 mil hectáreas propias sembradas en la provincia de Salta con las que le recauda más de 50 millones de dólares al año, según la revista Fortuna.

Allí emplean cientos de familias en condiciones de esclavitud, tal como han sido denunciados.

La semana pasada sufrió un accidente al ser embestido por una camioneta conducida por un hombre alcoholizado al regresar de Ezeiza, quien falleció después. Hecho por el que fue imputado por homicidio culposo. Olmedo recorrió los medios denunciando que había sido víctima de un atentado, algo parecido a lo sucedido con la agresión que sufrió Bolsonaro antes del debate e inclinó las urnas a su favor. Curioso ¿no?

El diputado Olmedo reproduce el modelo exitoso de empresarios que ingresan a la política desconociendo el funcionamiento de la cosa pública y con la impunidad que les brinda el dinero, tal como el actual presidente Macri. Eso les convence manejar el Estado como estancia, reduciendo a servidumbre a los empleados públicos y haciendo a su antojo.

Desconocen o, directamente le pasan por encima a las conquistas sociales respaldadas por derechos, como si pudiesen ejercer justicia por mano propia, tal como lo hacen con sus propiedades.

Sin embargo, esta característica retrógrada, es admirada por las clases bajas, que ven en ellos un modelo a seguir, dado que los medios han manipulado su capacidad de pensar con explotación laboral, los bajos salarios y la televisión basura que, en su ignorancia, solo aplauden la violencia como en el circo romano.

Mantener aceitada la relación con los medios hegemónicos se convierte en una regla ineludible, tal como lo advirtieron hace décadas Aldous Huxley, George Orwell y Noam Chomky en la actualidad.

Aunque reconocemos diferencia con los ochenta y los noventa, no podemos dejar de volver a los Menem, Fujimori, Abdalá Bucaram o aquellos viejos dictadores latinoamericanos perversos y delirantes, cuando aparecen estos personajes de opereta.


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