sábado, 3 de noviembre de 2018

Argentina: La obsesión presidencial: Boca-River

Sea cual sea el resultado de la gran final por la Copa Libertadores, lo único que podemos augurar es el final que tendrán las políticas de gobierno: habrán sepultado en la miseria a millones de argentinos, dejando una deuda impagable como jamás ha tenido el país en toda su historia.

Roberto Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra América
Desde Mendoza, Argentina

La aprobación por parte del Congreso de la Nación del Presupuesto 2019 no sólo daría un gran alivio al gobierno nacional para poder prever y garantizar la gobernabilidad de los próximos meses, sino que blanquearía la crisis irreversible a la que ha llevado a todo el país, involucrando o complicando a la oposición que formaría parte de esta conspiración contra los sagrados intereses de la patria, hoy en riesgo. Pero además, aseguraría ante el Fondo Monetario Internacional, el cumplimiento de los compromisos firmados – el logro del déficit cero – en torno de garantizar el pago de los préstamos concedidos y, a la vez con ello, tener una presentación exitosa ante los países del G20 que se reunirán a fines de este mes en Buenos Aires.

Fieles a la tónica de gobernar para afuera, apertura económica mediante desbalanceando el comercio exterior, recesión y achicamiento del mercado interno mediante, con desempleo galopante y cierre de empresas y, desde luego, zozobra colectiva dada la inflación imparable y el continuo aumento de tarifas y combustible que sigue semana a semana, para que las multinacionales y las grandes empresas no dejen de ganar.

Este amplio espectro de conflictos internos y presiones de los organismos financieros y los nuevos aliados al gobierno podrían significar, en cualquier administración responsable, un escenario de discusión y búsqueda de consensos donde deberían participar las principales espadas de la Alianza Cambiemos en funciones ejecutivas o legislativas y, sobre todo, del Primer Magistrado, con el objeto de construir decisiones convenientes. No. En este momento la obsesión presidencial está centrada en el próximo encuentro entre River Plate y Boca Juniors por la Copa Libertadores.

No es para menos, por primera vez en la historia de este certamen van a enfrentarse los dos principales equipos de fútbol del país. Y esto, sabemos cuán caro es para el Señor Presidente. Y, en estas lides, bueno es reconocerlo, él participa de la pasión de millones de compatriotas y otros tantos hinchas del mundo que siguen al Xeneixe. No sólo reconocer, sino también comprender lo que significa una pasión tan visceral como esta. Tan o más argentina como el asado o el mate, que tanto nos define y tan metida en nuestra cultura e identidad nacional. Al punto de formar parte de nuestro folclor y tema de conversaciones cotidianas permanentes. Charlas de café y discusiones de trabajo después de los partidos de fin de semana. Cada argentino es director técnico del equipo de sus sueños.

Ir a la Bombonera boquense o al Monumental de River, para los hinchas de los pueblos del interior, es como para los musulmanes hacer una peregrinación a La Meca: hay que ir una vez en la vida.

En cada partido los hinchas “renuevan su pacto de amor” con el equipo, como suele decir el sociólogo y escritor Pablo Alabarces, especialista en el tema y autor de varios libros al respecto, quien dice también que Macri, Angelici y Tapia, representan “la sagrada trinidad” de Boca.

Por eso hay que entender al presidente que, al fin y al cabo, mucho le debe a Boca Juniors, el club de sus amores. Hace 24 años que fue su presidente. 24 años en que fue tejiendo su carrera hacia la presidencia, justamente en el club que representa “la mitad más uno” de los argentinos, esos argentinos que pensamos con los pies, dado que con los pies no nos gana nadie.

Toda una metáfora simbólica de la percepción de la realidad de un país. Nos guste o no. Pero que dio resultado, por lo menos a Macri que fue dos veces Jefe de la CABA y actual presidente argentino.

Hoy no da pie con bola, como tampoco bola le pasa la gente. Esa gente que corea el hit del verano cada vez que aparece. Por eso cuando aparece va rodeado de la guardia pretoriana dispuesta a dar palos.

Sea cual sea el resultado de la gran final por la Copa Libertadores, lo único que podemos augurar es el final que tendrán las políticas de gobierno: habrán sepultado en la miseria a millones de argentinos, dejando una deuda impagable como jamás ha tenido el país en toda su historia.

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