No ha sido José Luis Rodríguez Zapatero quien
ha dividido a la oposición venezolana, sino que la oposición está dividida
desde hace ya un tiempo por diferencias sobre la línea política y en particular
sobre las vías para acceder al poder.
Leopoldo Puchi / El
Universal
Un sector es partidario de la promoción de un levantamiento militar o
de una intervención armada extranjera y otro sector, con distintos matices, se
inclina hacia los mecanismos institucionales y la negociación.
Como consecuencia de esas disputas, quienes se oponen a que se exploren
acuerdos por medio de conversaciones han escogido como blanco a Rodríguez
Zapatero para marcar distancias y fronteras con sus adversarios en el propio
campo opositor, de allí las presiones para que fuese declarado “persona no
grata” y la aprobación reciente en la Asamblea Nacional de una resolución en la
que se rechazan sus actividades de facilitación en términos que lo descalifican
como persona y como político. Por lo demás, habría que señalar que Rodríguez
Zapatero no cumplía el papel de árbitro o juez de una disputa, con capacidad de
decidir, sino que cumplía la función de poner en contacto a las partes, a las
que les correspondía llegar o no a acuerdos y conclusiones.
Con la resolución tomada se busca recalcar las fronteras internas y
ganar respaldos en las bases más radicalizadas, pero también herir toda posibilidad
de que se abran caminos políticos para abordar los problemas de carácter
nacional e internacional que están planteados. Se intentaría así evitar que
pudiera surgir otra iniciativa de facilitación de encuentros, por lo que la
resolución de la mayoría parlamentaria de la oposición tiene un fin disuasivo.
Al mismo tiempo, habría que tomar en consideración el peso que tienen
sobre sectores de la oposición los intereses de factores extranjeros que
impulsan muchas de sus actuaciones. En este caso, no puede obviarse el duro
debate político que tiene lugar en España y el interés partidista de las
organizaciones de la derecha española de enfrentar a Rodríguez Zapatero. No es
de extrañar que los vasos comunicantes se hayan traducido en solicitudes expresas
a la dirigencia de oposición venezolana para que fuese planteada la resolución
que se tomó.
Dado el peso interno del sector opositor opuesto a las negociaciones, y
teniendo en cuenta las presiones de varios países de la Unión Europea también
opuestos a cualquier forma de diálogo, quizás haya que esperar un tiempo para
que se concreten las iniciativas del ex senador estadounidense Bob Corker y del
ministro de asuntos exteriores de España, Josep Borrell.
Sin embargo, el tiempo apremia y la ampliación de las medidas de
bloqueo económico traería más penurias a la población venezolana y alejaría las
posibilidades de un entendimiento político. El sentido común indica entonces
que lo más conveniente es retomar pronto las negociaciones y que las partes
construyan un esquema de convivencia de mediano y de largo plazo.
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