En el partido demócrata
ha emergido un sector más liberal, entre quienes hay líderes que incluso portan
un pensamiento más avanzado. Una de las preguntas que podríamos hacernos es si
¿ha surgido por primera vez un sector de izquierda en Estados Unidos?
Sergio Rodríguez Gelfenstein / Especial para Con Nuestra
América
Desde Caracas,
Venezuela
El reciente proceso
comicial llamado de término medio en Estados Unidos por realizarse exactamente
en la fecha intermedia entre una y otra elección presidencial, marcaron un
punto de interés jamás visto en el planeta, dado que sus resultados podrían
haber impactado de forma trascendente en la dinámica del sistema internacional,
sin embargo resulta dudoso suponer que la mitad de la población electoral del
país que es la que generalmente participa - aunque en esta ocasión hubo una
cantidad superior de votantes- decidiera su opción motivada en hechos acecidos
o que pudieran ocurrir fuera de las fronteras. Eso sí, esta vez – posiblemente
más que nunca antes en la historia- el evento eleccionario fue considerado un
referéndum a la gestión del presidente.
Los resultados han
respondido a lo que se avizoraba previamente: los demócratas recuperaron el
control de la Cámara de Representantes y algunos gobiernos estadales, al mismo
tiempo que los republicanos confirmaron su favoritismo para retener su mayoría
en el Senado.
A partir de estos
resultados, se ha conjeturado mucho respecto del impacto que los mismos van a
tener en el futuro inmediato del país, sobre todo en la capacidad que ha
adquirido el partido demócrata para, desde el nuevo espacio conquistado,
“torpedear” la administración de Donald Trump a fin de crearle contratiempos
que impidan su reelección en 2020.
Por lo pronto, la nueva
composición del Congreso podría derivar en una situación más de confrontación
que de consenso en el funcionamiento del Estado y el gobierno. Trump incluso,
ya amenazó con la posibilidad de cierre del gobierno federal si la ahora
mayoría demócrata de la Cámara de Representantes no accede a aprobar los
recursos para la construcción del controvertido muro en la frontera con México.
Además de eso, se han comenzado a manifestar problemas de carácter estructural
en la sociedad estadounidense que se profundizarán en el marco de este
conflicto en ciernes y que ha producido el despertar de ciertos sectores, sobre
todo de mujeres, jóvenes y minorías étnicas.
Aunque es poco probable
que para América latina y el Caribe estos resultados puedan tener trascendentes
implicaciones directas, es necesario decir que la obligatoriedad de Trump de
encarar de otra manera el frente interno, le generará un mayor imperativo en
esa área, lo cual podría redundar en la disminución de su atención hacia la
región. Los cambios en la correlación de fuerzas en aquellos estados en los que
existe una mayor población inmigrante podría ser también un elemento para
considerar en este ámbito.
Aunque la diferencia en
el voto popular de alrededor de un 7% es similar a la de la elección
presidencial de hace dos años, la cifra que marca la tendencia más importante
de cara a futuros procesos eleccionarios es aquella que señala que 62% de los
que votaron por primera vez, lo hicieron por los demócratas. Muy probablemente,
ello se deba a que estos hicieron una campaña basada en los temas que más
preocupan a la población del país y que están en el centro del debate y de la
gestión, el principal de ellos es el de la salud, pero también se verificó un
gran activismo en torno a una agenda que giró en torno a asuntos como
migración, seguridad social, represión policial, posibilidad de posesión de
armas por parte de la ciudadanía, y las manifestaciones de misoginia, xenofobia
y racismo de las que ha hecho gala el gobierno. En el manejo de estos aspectos,
los demócratas tienen una indudable ventaja frente a los republicanos.
Algunas cifras son
expresión de ciertos cambios que podrían estar verificándose en el escenario
electoral estadounidense. Por ejemplo, la elección de una mayor cantidad de
mujeres lo cual ha hecho que se llegara a que por primera vez, más 100 féminas
accedieran a la Cámara, 105 demócratas y 19 republicanas, aunque esta última
cifra es menor respecto de los anteriores comicios. Alrededor del 60% de las
mujeres votaron por candidatos o candidatas demócratas y un poco menos de 40%
por el partido republicano.
En el caso de los
jóvenes las cifras son todavía más apabullantes: el 67% de los menores de 30
años votó por los demócratas y el 58% de los que tienen entre 31 y 45 años.
Estos indicadores, vistos a futuro tienen una proverbial importancia, sobre
todo si se considera que el voto fuerte de los republicanos se concentra entre
los votantes de más edad: aunque entre los de 50 a 59 años hay casi un empate,
los mayores de 65 votan claramente por los republicanos.
La lectura de estas
cifras señala algunas tendencias que deben conocerse y estudiarse. Por una
parte, un sector importante de los votantes sigue apoyando a Donald Trump, el
mismo se concentra en los estados del norte y medio oeste que es definida por
los analistas estadounidenses como una zona “de clase trabajadora, blanca y sin
estudios universitarios”. En esos estados, Trump ha logrado crear un núcleo incondicional
de seguidores que determina el resultado de las elecciones, sobre todo en
aquellos lugares donde la apatía sigue generando niveles bajos de
participación. El discurso de Trump ha calado hondo en esas zonas donde 25 años
de tratados de libre comercio y outsourcing han dejado condados enteros
desolados. Sanders tenía un mensaje similar, pero desde una perspectiva
diferente, sobre todo si se mira desde la visión de las soluciones propuestas,
considerando que en Estados Unidos es difícil debatir sobre temas de política
económica desde un punto de vista alternativo, aunque mucha gente que “ya no
tiene nada que perder”, está comenzando a escuchar.
Por su parte, en el
partido demócrata ha emergido un sector más liberal, entre quienes hay líderes
que incluso portan un pensamiento más avanzado. Una de las preguntas que
podríamos hacernos es si ¿ha surgido por primera vez un sector de izquierda en
Estados Unidos? Algunos lo podrían considerar temerario y otros sencillamente
ilusión o deseo, pero lo cierto es que las agrupaciones cercanas al senador
Bernie Sanders (quien fue reelegido ampliamente en su distrito del estado de
Vermont) han planteado un verdadero desafío al partido demócrata, toda vez que
en 2016,fue sacado de competencia de manera ilegal en las internas del partido
demócrata para favorecer a Hillary Clinton, cuando todas las encuestas lo daban
ganador sobre Donald Trump o cualquier candidato republicano. La mayor parte de
los aspirantes apoyados por Sanders en esta elección (alrededor de un 50% de
los postulantes) triunfaron en las primarias y en la elección misma, lo cual
fortalece la posibilidad de su candidatura de cara al 2020 creando un dilema al
interior del partido azul que tendrá que decidir nuevamente a favor de Trump
-sabiendo que pueden perder como lo hicieron en 2016- o aceptar a Sanders.
Sanders está agrupando
en torno suyo a amplios sectores que sostienen un discurso muy avanzado en
aquellos temas que preocupan a los ciudadanos, de manera particular en salud,
migrantes y gasto social. Esta situación augura una confrontación no solo con
los republicanos, sobre todo manifestará una fuerte disputa dentro del partido
demócrata que es controlado, manejado y dirigido por un sector conservador, muy
cercano al partido republicano con el que tiene muy pocas diferencias, sobre
todo en materia de política exterior y de seguridad.
En general, podría
decirse que hay un gran movimiento de jóvenes progresistas, sobre todo en las
grades ciudades, cada vez más organizado y participativo, entre ellos figuran
Justice Democrats, Democratic Socialist of America (DSA) y Movement for a
People’s Party, que están respondiendo a las necesidades que plantean estos
sectores juveniles. Estas organizaciones
están desarrollando políticas inéditas desde la perspectiva progresista
entrando en aquellos lugares que, si bien son socialmente conservadores y
tradicionales, están sedientos de que se desarrollen prácticas de justicia
económica y políticas económicas y sociales que les interpreten, por ejemplo,
en el Medio Oeste y en el cinturón industrial del centro noreste y en las zonas
del Atlántico medio desde la costa atlántica al este de Wisconsin. Las
ocultadas protestas y paros de sindicatos de profesores y maestros en Oklahoma
y Virginia (estados de clara mayoría republicana) han sido un buen ejemplo de
lo anterior.
Por otro lado, es
importante mencionar el crecimiento que ha tenido entre los ciudadanos la
popularidad de propuestas como la de un sistema de salud pública y universal,
la legalización y regulación de la marihuana, y el rechazo a las invasiones
militares de Estados Unidos en el extranjero, que son propugnados por estas
organizaciones.
Sin embargo, a futuro
habrá que considerar que la mayor resistencia a este nuevo movimiento
progresista será el establishment demócrata, porque mientras los republicanos
tienen una clara orientación en defensa de los más ricos, las grandes
transnacionales, el Complejo Militar Industrial y Wall Street, el partido
demócrata es peligrosamente hipócrita y en los hechos resulta ser “un falso
aliado”. Han demonizado a Sanders como radical comunista, utilizando para ellos
sus grandes influencias en los medios de comunicación como el New York Times,
el Washington Post (cuyo propietario Jeff Bezos, es además CEO de Amazon, y
opera en contubernio y bajo contrato con el Departamento de Estado en los temas
de política exterior), CNN, MSNBC (MSN y Microsoft) que son los promotores de
la narrativa demócrata de la “injerencia rusa”.
También se debe
considerar que a largo plazo estos movimientos, deberán transformarse en una
nueva organización cuando se le cierren todos los espacios dentro del partido
demócrata, cuya maquinaria ha hecho todo lo posible para debilitarlos. La única
opción política progresista institucional en este momento es el Partido Verde
(Green Party) por lo que, por ahora, DSA y Justice Democrats están apoyando
candidatos progresistas (que tengan un programa político que comparta los
valores de las organizaciones) y que además no acepten dinero de interés
especiales corporativos. Aunque estas condiciones son necesarias, han sido un
elemento de controversia, por ejemplo, Andrew Gillum, el candidato a gobernador
por el partido demócrata a Florida no tuvo el apoyo de DSA por esta razón, sin
embargo, algunos opinaban que frente a la voracidad republicana de ese
importante estado, Gillum podía considerarse el “mal menor” y debía ser
apoyado.
Mirando el futuro, hay
que considerar que esta elección ha sido el punto de entrada de los candidatos
progresistas y de izquierda al sistema institucional de Estados Unidos, solo 3
aspirantes nuevos apoyados por estas organizaciones ganaron en las últimas
elecciones. Aunque es importante que por primera vez haya varios representantes
progresistas, estas organizaciones deberán seguir avanzando para lograr
objetivos mayores en el mediano y largo plazo.
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