Nuestra más sincera palabra de solidaridad a las
víctimas de esa reencarnación de la dictadura. Y nuestro profundo lamento por
la destrucción de todo un proyecto de educación democrático.
Ángel
Bravo / Especial para Con Nuestra América
El rector Paulo Borges |
En la historia de la educación en América
Latina, las escuelas y después las universidades protestantes tienen un lugar
reservado. En la perspectiva política el papel de ellas no ha sido uniforme. La
Universidad Metodista de San Pablo, en Brasil, tiene en su haber su clara
posición de resistencia a la dictadura militar de los años 60, que generó
inclusive la intervención militar clausurando la facultad de teología. No todas
las escuelas protestantes actuaron en esa dirección. No tenemos la intención de
recontar aquí la historia de lucha democrática de esa universidad. Es
internacionalmente reconocido su firme posición en favor de un proyecto
educativo al servicio de una sociedad más justa y equitativa.
En las últimas semanas hemos recibido
insistentes noticias de abusos cometidos por el nuevo Rector, Paulo Borges, que
asumió el cargo al inicio del presente año. En la presente semana el susodicho
personaje, después de reorganizar su cuadro de directores, substituyendo a los
que se mostraban críticos, ha desatado un maquiavélico proceso de despidos
masivos de profesores y coordinadores de los programas de pósgraduación y
graduación. Decenas de profesores, todos de comprobado compromiso con los
valores democráticos e investigadores de indiscutible prestigio, han sido
despedidos u obligados violentamente a aceptar una drástica reducción de horas
de trabajo.
¿Quién es ese siniestro personaje en el escenario
académico brasileño? Nadie tiene seguridad. Sabemos sí y sin alguna duda, que
se trata de un facineroso a quien la alta jerarquía de la Iglesia Metodista (de
reconocida historia ecuménica y claro compromiso con los Derechos Humanos) le
confió la administración de ese prestigioso centro de estudios. Profesores y
alumnos se han organizado y reaccionan, resisten a la cruel destrucción de la
universidad. Los hechos han ganado el espacio público. Importantes medios de
comunicación han denunciado los atropellos y, el encomendero de la jerarquía
eclesiástica metodista no ha dado la cara, lo que llama mucho la atención. ¿A
quién rinde cuentas el señor Paulo Borges? La Universidad en cuestión goza de
exoneración de impuestos pues es una entidad filantrópica sin fines de lucro,
recibe también importantes recursos públicos para becas y proyectos de
investigación de gran importancia. Pero Borges parece actuar al mejor estilo de
las dictaduras militares de la segunda mitad del sigo XX. Ha silenciado,
despedido y maltratado especialmente a los dirigentes y profesores más
críticos; al mismo tiempo ha ofrecido cargos importantes a novatos y serviles
profesores sin ninguna experiencia.
Es importante destacar que esos lamentables
hechos acontecen en un contexto social latinoamericano de resurgimiento de la
derecha conservadora que, envalentonada con la victoria reciente de Trump, se
proyecta, insensible, deshumana, al despojo de los derechos básicos de la clase
trabajadora. En Brasil, el actual gobierno ilegítimo de Michel Témer lo muestra
de cuerpo entero. La onda conservadora política, religiosa y económica se está
manifestando con fuerza inédita. Los abusos del señor Borges tienen,
definitivamente, un importante componente ideológico y político. No hay
argumentos económicos que expliquen tamaña crueldad. Todo indica que Borges
pretende transformar una gran universidad en una pieza más de la arrolladora
máquina capitalista que comercializa y se enriquece con la educación. Digámoslo
de paso, se sabe que Borges es un mediocre empresario con ambiciones muy
arribistas. En ese sentido, es incomprensible cómo una Iglesia de largo y comprobado
compromiso ecuménico le haya confiado puesto tan importante.
Nuestra más sincera palabra de solidaridad a las
víctimas de esa reencarnación de la dictadura. Y nuestro profundo lamento por
la destrucción de todo un proyecto de educación democrático. Nuestra
exhortación a los dirigentes de la Iglesia Metodista, llegó la hora de retomar
su herencia metodista de compromiso con los más pobres. Han llegado hasta
nosotros los videos de las protestas de profesores y alumnos. Estamos con
ellos: “Fuera Borges”.
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