Lo que está sucediendo en Latinoamérica en
estos momentos, debería ser de vital importancia para las generaciones de la
desmemoria. Todo aquel que tenga de 40 años para abajo, considérese parte de la
generación de la desmemoria.
Ilka Oliva
Corado / Para Con Nuestra América
Desde Estados Unidos
Todo aquel que nació en época de las
dictaduras o post dictaduras ha sido inyectado con el gen de la ignorancia y la
desmemoria colectiva. Pertenecemos a la generación de la negación. Somos
producto de un plan cimentado con esa finalidad: crear generaciones vencidas,
chambonas, ineptas, ególatras, consumistas e insensibles. Unos peleles en toda
la extensión de la palabra.
Nos distraen con lo burdo, porque somos
incapaces de pensar, de preguntarnos, de dudar, de desmenuzar conceptos o
definiciones que nos fueron impuestos sistemáticamente. Incapaces de formular
nuestro propio criterio y peor aún, incompetentes para debatir y totalmente
apáticos como para tomar acción. Somos las generaciones perfectas para un
sistema mutilador, patriarcal, misógino y capitalista. Que nos aplasta todos
los días porque somos incapaces de levantar la cabeza, nacimos viendo hacia
abajo y no nos atrevemos a preguntar qué pasaría si levantamos la vista,
enderezamos la espalda y caminamos de frente. Si levantamos la voz y
despertamos de la modorra para convertirnos en entes de cambio.
Generaciones que niegan su raíz, su origen,
que se atreven a apuñalar por la espalda, que sueñan con ser de otro lugar, que
sueñan con lo que el capitalismo les dijo que es la vida: llenarse de cosas
materiales, aunque las deban, vivir de apariencias, aplastar a quien sea con
tal de escalar y ser reconocido (por otro igual o peor) porque lo importante es
el escaparate y no la esencia, no lo humano, no la solidaridad. Porque lo
importante es todo aquello que se pueda obtener con dinero, con traiciones y
poder.
¿Son rescatables estas generaciones
vencidas? Sí. Contra todo pronóstico, sí lo son. El ser humano tiene la
capacidad de reivindicarse, de cambiar el camino las veces que desee, de volver
a iniciar las veces que sean necesarias.
Para que estas generaciones encuentren el
camino es necesario que los mayores sean candil, que sean quienes enciendan la
mecha, los que bombardeen con preguntas al aire, los que reten, sean los que
impulsen, los que les hablen de la otra verdad, de la verdad que oculta el
sistema, de la verdad que oculta la impunidad, de la verdad que fue inventada
para mantener sedadas e ignorantes a las generaciones de la desmemoria. Con
esto ellas solas encontrarán su propio camino, pero necesitan quién las
provoque.
Quién les diga en dónde están paradas y por
qué, sabiéndolo ellas solas buscarán su lugar en la historia. Estas
generaciones necesitan saber que están vendadas, que la verdad les ha sido
vedada, que son el resultado de un producto estructural que corresponde a
intereses de las oligarquías y los injerencistas es decir; intereses del
imperialismo contra una Latinoamérica que no se da por vencida.
Es obligación de las generaciones de la
desmemoria, tener sed, alimentarse de preguntas, de dudas, de análisis propios
y en colectivo. Es su obligación, buscar información por sí mismas, seguir a
pesar del cansancio, no darse por vencidas: insistir, insistir, insistir, hasta
que reviente la estructura patriarcal, clasista, racista, misógina, homofóbica
y colonial que nos han impuesto. Hasta que despierte la sensibilidad y tengamos
la capacidad de observar y percibir con nuestros cinco sentidos la injusticia
de un sistema que nos oprime, ¡y hacer algo para erradicarlo!
Porque de nada sirve saber si no se hace
nada por cambiar lo que nos ha vuelto objetos de consumo. Y lo que nos hace
odiarnos unos con otros, y sentir vergüenza de nuestros orígenes. Y negar
nuestra herencia ancestral soñando con ser de otro lugar y solapando a quien
nos irrespeta, nos golpea, nos tortura, nos asesina y nos desaparece.
Las generaciones de la desmemoria son
rescatables y si saben que están vedadas, si hay un catalizador que las
impulse, sabrán encontrar el camino hacia la libertad de los pueblos.
Ahora las preguntas son: ¿quién quiere ser
catalizador aunque esté cansado de luchar y esté desmoralizado y lo haya dado
todo? ¿Quién quiere buscar el camino a la libertad, con la humildad de quien
desconoce y quiere aprender, para pasar de la pasividad a la acción sabiendo lo
que pondrá en riesgo?
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