La decisión
de Trump solo puede entenderse como una provocación que permita atizar el
conflicto en el Medio Oriente, desatar la violencia en la región y, de esa
manera, crear una situación de inestabilidad que permita aumentar las ventas de
armas y justificar el incremento de la presencia militar estadounidense en los
ya devastados países de esa zona del planeta.
Sergio
Rodríguez Gelfenstein / Especial para Con Nuestra América
Desde
Caracas, Venezuela
“Las cosas
podrían desmoronarse rápidamente” si el mundo no sigue los principios
democráticos. “Eso es lo que sucedió en la década de 1930 en Alemania, donde a
pesar de la democracia de la República de Weimar y siglos de logros culturales
y científicos de alto nivel, llegó a dominar Adolfo Hitler”. “El peligro es
crecer de forma complaciente. Tenemos que atender a este jardín de la
democracia o las cosas podrían desmoronarse rápidamente” “Entonces, ustedes
deben prestar atención. Y votar”. Las frases anteriores no provienen de un
“trasnochado” militante de la extrema izquierda antifascista, tampoco de un
activista social antiglobalización, no se trata de un tenaz luchador por los
derechos humanos en algún país del tercer mundo, vale aclarar que estas palabras
no hacían referencia a Venezuela, Rusia o Irán: tal vez se sorprendan, pero
fueron pronunciadas por Barack Obama en un discurso en el Club Económico de
Chicago el pasado martes 5 de diciembre y se
refería a la situación actual de Estados Unidos y al gobierno de Donald
Trump, aunque nunca lo mencionó.
La semana
pasada, mi articula titulado “Una enfermiza ansiedad por controlar el poder”
despertó algunas inquietudes y hubo lectores que me escribieron para decirme
que consideraban que el texto era un tanto pesimista y que reflejaba una visión
extrema de la situación. Aunque ahí decía que “En Estados Unidos, el presidente
Donald Trump y la ultraderecha nazi y fundamentalista que con cada vez mayor
cercanía lo arropa, han desatado como nunca antes una espiral guerrerista que
comienza a asustar a la propia ciudadanía estadounidense que está empezando a
resentir la aplicación interna de su propia medicina. La exacerbación de
sentimientos nacionalistas, xenófobos, racistas, misóginos y homofóbicos que se
manifiestan en el plano interno, pero también en el internacional preocupa a
millones de ciudadanos decentes de Estados Unidos y el mundo”. No me consta que Obama sea un ciudadano
decente, pero me sorprende que tengamos las mismas preocupaciones. Tampoco sé
si su llamado a votar, es expresión de su preocupación por el agotamiento del
sistema de democracia electoral, que va generalizando lel nombramiento de
presidentes solo apoyados por entre 20 y 25% de los electores…y a eso se le
llama democracia. Ya verán lo que va a pasar en Chile la próxima semana.
Antes, el 5
de noviembre en otro artículo denominado “Nikki Haley y los neoconservadores se
preparan para asaltar el poder”, al conocer las particularidades ideológicas de
los sostenedores de esa tendencia que han trepado a las más altas instancias de
poder en Estados Unidos dije que “Tras conocer estas características, se puede
concluir que el pensamiento neoconservador es lo más cercano al fascismo, el
nazismo y el falangismo que inundaron Europa a mediados del siglo pasado,
causando la mayor devastación que la humanidad haya conocido jamás”.
Los hechos
políticos actuales son tan inverosímiles que algunas opiniones aparecen como
expresiones extremistas y visiones radicales, pero lamentablemente manifiestan
la terrible realidad. Ahí está Barack Obama para confirmarlo. No hay
exageración en lo que se relata, hoy está ocurriendo una regresión al pasado
que ni siquiera se vivió durante los tenebrosos tiempos del binomio
Reagan-Thatcher.
Justo
cuando escribo este artículo, aparece otro del brillante escritor uruguayo, radicado
en Estados Unidos, Jorge Majfud titulado “La gran crisis del siglo XXI” en el
que manifiesta que “Hoy en 2017, estamos sentados sobre una bomba de tiempo.
Mejor dicho, sobre dos, interconectadas”. Se refiere, por un lado a la
exorbitante acumulación de dinero, por tanto de poder político y militar en
manos de una minoría y a la superlativa amenaza ecológica, por el otro. También
Majfud, hace alusión al “creciente fascismo”. Dice el escritor uruguayo
“Cualquiera de estas dos bombas de tiempo que estalle primero hará estallar a
la otra. Entonces, veremos una catástrofe mundial sin precedentes”.
En solo una
semana, en Estados Unidos se aprobó una nueva reforma tributaria que reduce los
impuestos para lo más ricos, aunque también el gobierno se propone rebajar el
monto del presupuesto, eso se hará a costa de la disminución del gasto social,
es decir, la reducción del presupuesto, procederá, aumentando las cargas a los
más pobres. De la misma manera Trump decidió rebajar la cantidad de áreas
protegidas en dos parques nacionales del estado de Utah en lo que se considera
la mayor reducción de tierras públicas protegidas en toda la historia de
Estados Unidos, así, recortó en un 85%, el territorio bajo protección de Bears
Ears, una extensa área que había sido declarada en esa condición por el
gobierno anterior, y redujo casi el 46% de la superficie de Grand
Staircase-Escalante, un parque protegido en 1996.
Pero, lo
que rebasó todo atisbo de racionalidad política por parte del gobierno de
Estados Unidos, fue la decisión del Presidente Trump de reconocer a Jerusalén
como capital de la entidad sionista y trasladar la embajada de su país a esa
ciudad, considerada lugar santo para las tres religiones monoteístas:
islamismo, cristianismo y judaísmo. Esta disposición estadounidense viola la
Resolución 478 del año 1980 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que
condenó el intento de anexión de Jerusalén este por parte de Israel, condenando
de la manera más enérgica una ley israelí que pretendió declarar a la ciudad como
capital “eterna e indivisible” de la entidad sionista, declarando así mismo que
tal decisión era una violación del derecho internacional. Paradójicamente,
Estados Unidos no vetó dicha resolución, por lo que pudo ser aprobada. Esa misma resolución instó a los países el
mundo a retirar sus embajadas de la ciudad y trasladarlas a Tel Aviv.
La decisión
de Trump solo puede entenderse como una provocación que permita atizar el
conflicto en el Medio Oriente, desatar la violencia en la región y, de esa
manera, crear una situación de inestabilidad que permita aumentar las ventas de
armas y justificar el incremento de la presencia militar estadounidense en los
ya devastados países de esa zona del planeta. La medida tomada por Trump
permitió en pocas horas generar el más amplio arco iris de opiniones en contra
de la misma: desde los gobiernos europeos habitualmente sumisos a Estados
Unidos como Francia y Alemania, el Papa Francisco, el secretario general de la
ONU, el presidente de Turquía, el Movimiento de Países No Alineados que la
rechazó por unanimidad de sus 120 miembros,
y hasta…Rex Tillerson y James Mattis, secretarios de Estado y de Defensa
de Estados Unidos. Solo Trump ha sido capaz de lograr eso.
Con esta
decisión, Trump abrió una nueva etapa del conflicto en la región cuando la
derrota del Estado Islámico en Irak y Siria permitía pensar que la se podría
avanzar hacia una situación más promisoria. Está visto que el papel de Estados
Unidos en el mundo, es echar gasolina al fuego, para mantener al mundo en tensión.
No, no hay exageración, el nuevo Hitler estadounidense pretende como su par
nazi, en febrero de 1933, “incendiar el Reichstag”, buscar culpables donde no
están y justificar de esa manera, la fundación del Tercer Reich para llevar a
Alemania hacia el nazi-fascismo. Tal vez
eso estaba pensando Obama cuando se atrevió a hacer tan tenebrosa comparación.
Todo el mundo debería recordarlo, especialmente los judíos.
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