A dos
años de gobierno de Mauricio Macri las cuentas están en rojo, más de 13
millones de pobres y la promesa de eliminarlos, llevarlos a cero, con cientos
de miles de desocupados, con muertos en el agua y en la tierra; cuentas en rojo
y rojo sangre de la gente en las calles por la violenta represión encarada por
las fuerzas de seguridad.
Roberto
Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra América
Desde
Mendoza, Argentina
Estamos
en democracia, no tenemos que olvidarlo. Hace 34 años que la recuperamos luego de una dictadura
feroz y sangrienta que se llevó a más 30 mil desaparecidos, una posible guerra
con Chile, el desastre de Malvinas y un crecimiento exponencial de la deuda
externa. Luego hemos vivido años de zozobra desde su recuperación, de
incertidumbre e ingobernabilidad con Alfonsín, años de desguace y destrucción
del aparato estatal con el neoliberalismo menemista y delarruísta que nos llevó
a una crisis terminal y desintegradora como la del 2001 y una lenta salida y
recuperación del Estado con los gobiernos kirchneristas que, con la asunción de
Cambiemos en diciembre de 2015, nuevamente volvimos a fojas cero, a la miseria
de la década infame, al oprobio y el despojo impuesto por las elites liberales,
conservadoras y cipayas.
A dos
años de gobierno de Mauricio Macri las cuentas están en rojo, más de 13
millones de pobres y la promesa de eliminarlos, llevarlos a cero, con cientos
de miles de desocupados, con muertos en el agua y en la tierra; cuentas en rojo
y rojo sangre de la gente en las calles por la violenta represión encarada por
las fuerzas de seguridad que, como la guardia pretoriana de los césares, con
escudos y armadura, triturando ancianos, periodistas, destruyendo todo lo
construido hasta el momento, saltando los límites de las instituciones,
vallando el Congreso de la Nación, sumando víctimas como lo hizo la Libertadora
en 1955 con el bombardeo de la Plaza de Mayo, los fusilamientos de José León
Suárez al año siguiente, cuando ingresamos al FMI y quedamos endeudados como en
todos los demás gobiernos de facto y liberales que se abrían al mundo,
endeudando y reprimiendo.
El
entusiasmo festivo con que engañosamente subieron, sus fiestas privadas y buen
pasar se vinieron abajo cuando no pudieron cumplir con sus caprichos de dar
vuelta el país como si fuera un guante o una media, al extremo que no hicieron
el balance de los dos años ni tampoco partieron al retiro espiritual programado,
para seguir metidos en las nubes de Úbeda en que viven.
Pero
vayamos a los sucedido los días miércoles y jueves pasados, cuando se sabía que
se trataría la ley de Reforma Previsional en Diputados de la Nación, el
edificio del Congreso fue vallado con un muro metálico por las fuerzas de
seguridad, más de 1.500 agentes acorazados como tortugas ninjas, armados con
camiones hidrantes, gases dispuestos a reprimir tanto a la población como a los
diputados opositores que se sabía se iban a oponer a la aprobación de una ley
que afectaría a 17 millones de argentinos, entre jubilados y beneficiarios de la
Asignación Universal por Hijo, para ahorrar 100 mil millones de pesos, luego de
haber exento a las mineras, al campo y grandes exportadores y haber endeudado
aceleradamente al país.
En 34
años de democracia nunca se había desatado una violencia tan furiosa, porque
previo a esa militarización, el gobierno ya había apretado a los gobernadores con
el Pacto Fiscal y, éstos a su vez, habían disciplinado a sus senadores para que
dieran por aprobada la ley. Pero además, Macri en esta misma semana había
ampliado el Presupuesto 2018 en 84 mil millones para poder hacer frente a los
intereses de la deuda que comienzan a vencer y no alcanzan con las previsiones
programadas. Encerrados en la trampa del endeudamiento que fue a engrosar
ganancias con las lebacs sin ingresar al sistema productivo y a la espera de
las inversiones que nunca llegan, lo más rápido era manotearles a los más
desfavorecidos, los que no merecen vivir con dignidad.
Para
ello hicieron todas las tramoyas posibles, propias de las épocas más negras del
fraude electoral, desde simular quórum con diputados truchos, agregar a dos
miembros oficialistas que aún no habían jurado para lograr el número de 130,
hasta impedirles la llegada a los diputados de la oposición dentro y fuera del
edificio; dentro con guardias que exigían credenciales, cuando por su reciente
asunción todavía no estaban confeccionadas, hasta la agresión por parte de la
sanguinaria maquinaria represora que agredió a tres diputados, dejándolos con
serias lesiones.
Luego,
hasta el mismo presidente de la Cámara, Emilio Monzó, se desencajó e intentó
agredir al diputado Moreau , cuando éste lo instaba a que suspendiera la sesión
porque no daban los números, hasta que la camaleónica aliada de Cambiemos, la
diputada Carrió que había ganado en la CABA con más del 50%, lo presionó a que
la levantara, porque ella no la votaría, mandándole un serio mensaje al
gobierno sobre su posición y que luego sería determinante para que el Gabinete
en pleno reunido no se animara a aprobar los contenidos de la ley por un
Decreto de Necesidad y Urgencia.
Desde
luego las autoridades, los periodistas vendidos de los medios hegemónicos y el
establishment cacarean que la violencia es de los agitadores, de los
inadaptados y no de este gobierno que viene cercenando derechos y reduciendo
recursos a los sectores más débiles y enviando los perros carniceros a que
devoren a los insurrectos. Eso ya lo sabemos, los derechos sociales siempre
costaron sangre popular.
Además,
el pueblo en la calle y la CGT en pie de guerra y con un paro a partir de las cero horas de hoy
viernes, recién les deben haber indicado que el horno no estaba para bollos y
por más insistencias del FMI, el pueblo argentino, razón de ser de su gobierno,
le tuerce el brazo por el momento.
Por
otro lado, las reuniones de la OMC que con tanta pompa se celebraron estos días
en Puerto Madero, no llegaron a ninguna conclusión valedera ni se fueron con la
impresión de periferia próspera que quisieron dejar. El humo de las barricadas,
el estruendo de las bombas y los gases en el centro de la “misteriosa Buenos
Aires”, les privaron disfrutar de las bondades de la Reina del Plata.
Seguramente salieron espantados por el clima de violencia propia de una zona
ocupada militarmente.
De
allí que reiteramos que estamos en una democracia recuperada por el pueblo y
para el pueblo y que vamos a defender sus instituciones republicanas y el
imperio de nuestra Carta Magna. Que sabemos que la grieta, el muro perverso que
instalaron como el que se eleva allá al norte en el Río Bravo, viene desde hace
dos siglos, desde que nuestros libertadores se levantaron contra el decrépito
imperio Español y pelearon por la independencia, sabiendo que ésta sería la
utopía hacia la que caminarían llenos de fe y entusiasmo, más allá de las
posteriores Declaraciones, Congresos y Constituciones, porque estaríamos
condenados al cipayismo de los grupos oligárquicos que siempre estarían ligados
a las diversas potencias de turno que devorarían nuestros recursos y explotando
a nuestros compatriotas. Grupos tilingos y cortesanos que siempre miraron para
afuera y construyeron un país macrocéfalo concentrado en la París del Sur con
su aduana y puerto, por eso la debilidad de las provincias interiores, los 13
ranchos de que hablaba Mitre, uno de los autores de la historia oficial y que
ahora, son las provincias “inviables” que deben someterse a través del Pacto Fiscal
que les reparte migajas.
La
historia no se repite, pero en América Latina sus escasos ciclos bipolares
obedecen a la ausencia de soberanía y al correlativo sometimiento vergonzante, primero
al imperio inglés y ahora al del norte y los bancos y organismos financieros
internacionales que se benefician con los retornos financieros permanentemente.
Deuda y represión popular son las constantes que siempre se reactualizan,
aunque los personajes cambien o, se escamoteen
en todas las épocas.
Por
ahora reina una calma sospechosa, una tregua hasta el lunes próximo, lunes que
seguramente traerá recuerdos de aquellos fatídicos días de diciembre de 2001,
en donde el pueblo hostigado hasta el hartazgo saltó a las calles y hombre
fuerte de la Casa Rosada, tuvo que abandonarla en helicóptero.
Que
no se olviden que el pueblo, siempre engañado y ninguneado tiene la última
palabra, porque en definitiva y lo sabemos, la democracia sigue siendo el
gobierno del pueblo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario