Lo que pasó (o no pasó) en Buenos Aires, es otro
fracaso para Mauricio Macri, Michel Temer y las imposiciones del capital
trasnacional.
Rubén Armendáriz / CLAE
Desesperados
por firmar el acuerdo de libre comercio con la Unión Europea, los negociadores
del Mercosur, en especial los de Argentina y Brasil, presentaron una nueva
propuesta con una desgravación del 90% del mercado… pero los europeos siguieron
presionando a sabiendas del apuro conosureño y postergaron las nuevas
conversaciones para marzo de 2018, aguándole el anunciado festejo al mandatario
argentino.
El
presidente argentino Mauricio Macri pretendía anunciar las bases políticas
del acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea (UE) al cierre de la
Cumbre de la Organización Mundial de Comercio en el hotel Hilton de Buenos
Aires, pero diferencias técnicas y políticas enterraron su aspiración
institucional. Las diferencias están vinculadas a las reglas de origen, a
las compras gubernamentales y al acceso a los mercados. El sprint final se
tratará de escenificar en Bruselas y la intención es anunciar la firma del
tratado durante la primavera europea de 2018 (entre marzo y junio).
Pero el
apuro también viene por parte del presidente de facto brasileño Michel Temer,
quien quería firmar este TLC de aquí a fin de año, antes que comenzara la
campaña electoral en su país. Tampoco ayudó a acelerar la firma la relación
tensa de Macri con el presidente francés Emmanuel Macron, a quien quiso
convencer de que desde una perspectiva geopolítica, la firma del tratado puede
sacar a Europa de su melancolía institucional tras el Brexit y la crisis de
Cataluña.
Pareciera
que más que posiciones política o ideológicas encontradas, hay un problema de
protagonismo y de egos, señala el analista Humberto della Croce. Recientemente
Macri resolvió dar marcha atrás con la compra de cuatro naves de patrullaje
costero, cinco aviones Super Etendart y más material, pese a ya
estar adjudicado, en lo que Francia interpretó como una ofensa que le valió una
objeción de parte de Macron para que la Argentina ingrese a la OCDE, la
Organización para el Crecimiento y el Desarrollo Económico.
El martes
las negociaciones bilaterales avanzaron en dos de los temas más peleados: carne
y bioetanol, según técnicos de la delegación europea, puliendo las diferencias
respecto de las cuotas que el Mercosur podrá colocar en el mercado comunitario.
No es difícil imaginar quién cedió en esta pulseada, cuando la posición de la
UE era que las cuotas fueras "las mínimas dentro de lo posible",
mientras que la del Mercosur consistía en "una oferta agresiva". Los
pequeños productores rurales de la Confederación Internacional de
Organizaciones de Productores Familiares del Mercosur Ampliado (Coprofam)
enviaron un comunicado lamentando la posición adoptada por la delegación del
Mercosur.
La mayor
resistencia en este punto la abandera Francia, país donde los productores
agrarios son un elemento clave de la economía y de la política demográfica.
Quitar subsidios a la actividad agrícola implica un conflicto político y social
para el presidente Emmanuel Macron.
"Lo
que cuenta para el acuerdo es lo que diga la Comisaria de la política comercial
de la Unión Europea, Cecilia Malmström, no Macron", remató un funcionario
europeo, quien resaltó que a la Unión Europea le interesa que Argentina
"se sume al Club de las Buenas Prácticas, aunque es un proceso que va a
llevar un buen tiempo".
Y aunque
los funcionarios se negaron a dar precisiones respecto de quién cedió, El otro
gran avance tuvo que ver con que el Mercosur habría cedido para garantizar que
el flujo comercial no arancelado pase a ser del 87% al 90%. Ahora lo que resta
son cuestiones de propiedad intelectual, denominación de origen y también
asuntos de oferta, y los temas de lácteos y automóviles.
Los
ministros del Mercosur se reunieron hacia el mediodía para analizar una nueva
propuesta “irrechazable” para la UE, una iniciativa que algunos definieron como
"la recta final del acuerdo". Tras la reunión, el canciller de
Brasil, Aloysio Nunes, contó que una de las propuestas es la desgravación del
90% del comercio con la UE y aclaró que la mayoría de los productos son de
consumo masivo.
"Ahora
estamos esperando una devolución de la UE para ver si podemos terminar con esta
parte de la negociación que es la más difícil", dijo el representante del
gobierno de facto brasileño: "No sé si se firmará el 21 de diciembre en
Brasil pero la intención es que el trabajo termine lo más pronto posible".
Nunes
también destacó que en el último cruce con los europeos solo hubo una propuesta
y que fue de los sudamericanos: los europeos siguen presionando con el tiempo,
no tienen apuro, vienen con esta negociación desde hace dos décadas y no temían
postergarla para el año próximo.
"Hace
semanas atrás propusimos llegar al 90% de desgravación del comercio con la
Unión Europea y faltaban algunos elementos. ¿Qué productos alcanza nuestra
oferta? Se compran en el supermercado", dijo Nunes, anticipando lo que
temen los industriales y pequeños y medianos empresarios de los países
consureños: el fin de sus producciones y el desempleo masivo.
Los
grupos económicos del Mercosur siguen divididos en relación al acuerdo, máxime
cuando los europeos han presionado en las últimas horas con nuevas
demandas para sus productos ( en especial quesos y vino)
al quedar al descubierto que Macri y Temer desean
ansiosamente cerrar el acuerdo inmediatamente.
“El acuerdo
con UE nos asusta”, reconoció José Moreno, empresario lechero argentino,
presidente de Mastellone y dueña de la marca La Serenísima, “porque el acuerdo
traerá cambios en materia de denominación de origen, especialmente de los
quesos. Si sale (el acuerdo) nos va a obligar a redenominar los productos y con
eso dejarnos en una situación de desventaja”, constató.
Moreno dejó
entrever que el gobierno les prometió llevar adelante las regresivas
reformas tributaria y laboral, que compensarían laa eventuales pérdidas con la
apertura a la UE.
El titular
de la Bolsa de Comercio argentina, Adelmo Gabbi, manifestó su apoyo a un posible
acuerdo con la Unión Europea pero consideró que "requerirá del consenso de
todos los sectores", al igual Gustavo Grobocopatel, el llamado “rey de la
soja”: “Que traigan inversiones. Arrancamos endeudándonos pero en el futuro
sería bueno que el sector privado ponga la mayor parte del dinero. Hace décadas
que venimos negociando esto, si se atrasa una semana o dos no importa. Lo que
importa es que hay una decisión política", añadió a Tiempo Argentino.
Pero los
industriales suman dudas, como el industrial alimentario y vicepresidente de la
Unión Industrial Argentina, Daniel Funes de Rioja, quien señaló que
"Tenemos preocupación por algunos sectores puntuales. Lo que queremos es
una integración positiva, inteligente, con doble vía", añadió.
El
empresario farmacéutico Alejandro Roemmers apuntó divergencias en
relación con los requerimientos europeos sobre patentes, que les impedirían a
las empresas argentinas registrar productos por cinco años. "Hay que
prestarle atención a la letra chica del acuerdo porque no queremos que el
consumidor termine sufriendo las consecuencias de un sobreprecio",
planteó.
Desde una
perspectiva política, y asumiendo que el tratado final constará de al menos 15
capítulos y un larguísimo proceso legislativo y burocrático en el Mercosur y la
UE, Macri ratificó su voluntad de asumir un fuerte liderazgo regional,
señala el promacrista Infobae, dado que Brasil ingresa a una incierta campaña
presidencial y Paraguay y Uruguay ya asumieron que el presidente argentino ha
logrado establecer relaciones políticas con los principales líderes mundiales.
Todo esto
queda muy bonito para los medios hegemónicos y el aparato de publicidad del
gobierno argentino. Pero lo que pasó (o no pasó) en Buenos Aires, es otro
fracaso para Mauricio Macri, Michel Temer y las imposiciones del capital
trasnacional. Y al coro de Cartes y Vázquez, claro
*Periodista
y politólogo uruguayo, analista del Centro Latinoamericano de Análisis
Estratégico (CLAE, estrategia.la)
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