Las ofensivas golpistas
en Venezuela, Ecuador y Brasil empiezan a contar en Uruguay con el soterrado
apoyo del tercer gobierno del Frente Amplio (y segundo del “izquierdista”
Tabaré Vásquez), que en menos de tres meses se despachó con algunas iniciativas
inquietantes.
José Steinsleger /
LA JORNADA
De Hidalgo y Morelos al Che
y Fidel; de Artigas y Moreno a Cárdenas, Sandino y Gaitán; de Bolívar y San
Martín a Perón, Allende y Torrijos; de Guerrero y Morazán a Juárez, Martí y
Alfaro, los próceres de nuestra América nunca dejaron de pensar en grande.
En política, “pensar en
grande” quiere decir estar atentos a las recurrentes vacuidades de lo
políticamente correcto. Tomemos las palabras manifestadas en marzo pasado por
Luis Almagro, nuevo secretario general de la Organización de Estados Americanos
(OEA) y ex canciller del presidente de Uruguay Pepe Mujica: “En mí encontrarán
un incansable luchador por la unidad americana, más preocupado en buscar
soluciones prácticas duraderas a los problemas de nuestra región, que por la
retórica y la estridencia en las declaraciones guiadas por una u otra
ideología”.
Pocos días antes, José
Miguel Insulza (ex maletero de Salvador Allende y titular saliente de la OEA),
optó por decir nada frente a la “retórica” y “estridencia” del presidente
Barack Obama, y su decreto contra la revolución bolivariana.
¿Podemos esperar algo más
del “compañero” Almagro, o el flamante titular del Ministerio de Colonias
retomará el camino de su compatriota José Antonio Mora? Durante 12 largos años,
Mora respaldó en la OEA todas y cada una de las embestidas imperiales contra
América Latina (1956-68).
Las ofensivas golpistas
en Venezuela, Ecuador y Brasil empiezan a contar en Uruguay con el soterrado
apoyo del tercer gobierno del Frente Amplio (y segundo del “izquierdista”
Tabaré Vásquez), que en menos de tres meses se despachó con algunas iniciativas
inquietantes.
Primero fue el
vicepresidente Raúl Sendic, quien así, como Isabel Allende (presidenta del Partido
Socialista de Chile), sería saludable que deje de llevar el apellido de su
padre. Sendic dijo que “no tenía pruebas de la injerencia de Estados Unidos en
la política de Venezuela”. Infamia secundada por el ex presidente “blanco” Luis
Alberto Lacalle, y el canciller “progresista” Rodolfo Nin Novoa, quien igualó
la prisión de “opositores” en Venezuela, con la dictadura cívico-militar de
Uruguay (1973-85).
Luego tocó el turno al
neoliberal Danilo Astori (ex vice de Mujica y actual ministro de Economía de
Tabaré), reafirmando las estrategias del Fondo Monetario Internacional (FMI)
aplicadas en los sucesivos gobiernos militares, y de políticos “colorados”,
“blancos” y “progresistas”. O sea, la subordinación a los intereses de grandes
grupos económicos, junto con el eventual ingreso del país rioplatense a la
Alianza del Pacífico, y el Tratado de Comercio de Servicios (TISA, por sus
siglas en inglés).
Según el investigador
Agustín Lewit (columnista de la importante página NODAL), el TISA es un
tratado multilateral impulsado por Estados Unidos y la Unión Europea “…que
promueve la apertura y liberalización del comercio de servicios, asegurando,
entre otras cosas, que las empresas extranjeras obtengan el mismo trato que las
nacionales, e imponiendo, además, fuertes límites a la capacidad regulatoria de
los estados”.
De su lado, el analista
Antonio Elías afirmó en el semanario Voces que el ingreso de Uruguay al
TISA habría tenido lugar en mayo del año pasado, durante el gobierno de Mujica.
Aunque sin haber mediado discusión parlamentaria sobre la conveniencia o no de
incorporarse a un pacto más nefasto que el Acuerdo de Libre Comercio de las
Américas (ALCA), cuyos contenidos “secretos” fueron dados a conocer por Wikileaks
en junio de 2014, y serían más nefastos que el ALCA.
De hecho, los países
latinoamericanos implicados en el TISA son los de la Alianza del Pacífico
(México, Chile, Colombia, Perú, Panamá, Costa Rica y Perú) y dos del Mercosur
que se quejan de desigualdad en el Mercosur: Paraguay y Uruguay.
Así puede entenderse el
compromiso uruguayo para la alianza del Mercosur con la Unión Europea en la
pasada cumbre entre la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe
(Celac) y la Unión Europea, que “…puede ser una señal importante para acuerdos
más globales” (Sendic), y una ayuda para “…mejorar el funcionamiento del
Mercosur que en los últimos tiempos ha dejado mucho que desear” (Astori).
Si a ello añadimos el
telefonazo reciente del premier Benjamin Netanyahu a Tabaré Vásquez, para
agradecerle el “cambio de postura” de su gobierno al “despegarse” del bloque de
países que votan sistemáticamente contra “Israel”, la interrogante del artículo
se torna más clara.
El horrible Bibi Netanyahu
encontró un amigo de “izquierda” en el Plata y, para empezar, Tel Aviv anunció
que participará en los “...estudios para la aplicación de la mariguana
medicinal” (sic). Algo que sintoniza con la vieja propuesta del general John
Craddock (ex jefe del Comando Sur), quien en diciembre de 2005 manifestó que el
Pentágono estaría interesado en instalar en Uruguay una base militar, a fin de
“…entrenar militares con destino a las misiones de paz de la ONU”.
Vaya entonces a saber qué
traía en mente el canciller Nin Novoa cuando entrevistado por el periodista
Emiliano Cotelo en el programa En perspectiva (Montevideo, 6/4/15), dijo
andar “…preocupado (sic) por preservar a América Latina como la zona de paz más
grande del mundo, haciendo caso omiso frente a las estrategias de aislamiento y
desestabilización hacia gobiernos de la región…”
No hay comentarios:
Publicar un comentario