Morena
es la creciente realidad política en
México. Ya lo era antes del domingo 7 de junio de 2015, por su laboriosa organización, por las
batallas que ha estado dando, por el silencioso trabajo de hormiga que
implica tocar puertas como lo han hecho miles y miles de brigadistas en los últimos
años.
Carlos Figueroa Ibarra / Especial para
Con Nuestra América
Desde
Puebla, México
Si
ya existía, ahora empieza a ser cada vez más visible. Obtuvo más de 8% de los
votos a nivel nacional, es primera fuerza en el Distrito Federal y finalmente
se ha ubicado como cuarta fuerza electoral en todo el país. Ganó 5 de 16 delegaciones de la ciudad de
México, la presidencia municipal de Valladolid en Yucatán, tendrá 37 diputados
federales (16-18 de ellos por mayoría).Todo esto sin dinero, a pulmón, tocando
puertas casa por casa y enfrentándose a las monstruosas y multimillonarias
maquinarias electorales del PRI y del PAN. Y esto sucede cuando apenas está llegando
a un año de haber obtenido su registro. No cabe duda, Morena camina con paso
firme y en los próximos años dará mucho de qué hablar.
Pero
estas elecciones deben ser vistas por la naciente fuerza política con optimismo
moderado. Morena tiene un reto formidable para los próximos años: convencer a
los votantes en México de que no será un partido político similar a los que ya
existen. Éstos tienen profundamente decepcionados a los mexicanos y mexicanas
como lo demuestra el alto abstencionismo registrado (aproximadamente el 60%) y
la significativa presencia del voto nulo (casi 5%). Ciertamente, las elecciones
intermedias en México nunca despiertan el entusiasmo que generan las elecciones
presidenciales. De todos modos,
abstencionismo y voto nulo revelan el descrédito de los partidos
tradicionales que Morena debe alejar con
la conducta que tengan los representantes populares que ahora ha logrado insertar en el sistema político. Los motivos
del desprestigio tienen que ver con que
la clase política mexicana -como buena parte de las clases políticas en el
mundo-, es corrupta, vive en la molicie, se acerca a la ciudadanía solamente en
tiempos electorales y rara vez cumple con sus promesas.
En
la consulta cotidiana que implicó el tocar puertas de las casas, los activistas
de Morena encontraron entusiasmo en los
hogares que visitaron, pero también escepticismo (“todos los partidos son
iguales”), fatalismo (“para que luchar
si de todos modos todo sigue igual”) y desinformación (“no estoy enterado/a”).
En los próximos tres años, Morena deberá convencer a todos estos sectores de
que puede significar la diferencia. Por de pronto comenzó con paso firme. En su
primera participación electoral, el antecedente de Morena en la izquierda, el
hoy moribundo Partido de la Revolución Democrática obtuvo 7.91% de los votos.
El PRD escribiría páginas grandiosas en la historia política de las últimas dos
décadas del siglo XX. Más de 400 militantes perredistas fueron asesinados
durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994). Y paulatinamente,
conforme se fue haciendo cada vez más
parecido al resto de los partidos políticos, se fue desvirtuando.
Ojalá
Morena no repita esta historia. Esperemos que así sea.
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