Uno
de cada dos ciudadanos mexicanos no
concurrió a votar el primer domingo de junio en las elecciones
intermediarias. Y los que sí lo hicieron, expresaron en las urnas el desencanto
hacia la política tradicional de ese país latinoamericano.
Sergio Ferrari* / Especial para Con Nuestra América
Desde
Suiza
El crimen de Ayotzinapa estuvo el centro de las protestas en México el pasado domingo 7 de junio. |
La renovación de toda la Cámara de Diputados, de
gobernadores en nueve Estados federativos y centenares de otros cargos
electivos, no ha traído “una clarificación del panorama político en México”,
enfatiza a swissinfo.ch Romeo Rey,
analista suizo en temas latinoamericanos.
Los partidos tradicionales mantienen su actual
supremacía, pero en retroceso. En tanto
el resto del “panorama partidario se presenta cada vez más fraccionado y
repartido entre diversas pequeñas fuerzas que van desde la izquierda a un
sector de los verdes y los humanistas, entre otros” analiza Rey quien durante
treinta años, entre 1972 y 2002, se desempeñó como corresponsal latinoamericano
del periódico suizo Tages Anzeiger y
del alemán Frankfurter Rundschau.
Poco de nuevo
Los partidos tradicionales fueron sancionados y recularon
en sus porcentajes, según el recuento parcial del 80 % de los votos, un día
después de cerrados los centros electorales. Las autoridades electorales anticiparon
que comunicarán los resultados finales el miércoles 10 de junio.
El gubernamental Partido Revolucionario Institucional
(PRI), con un 30 % del electorado,
alcanzaría la mayoría simple en el Parlamento junto con su aliado el
Partido Verde Ecologista, aunque retrocediendo en cuanto a sus curules actuales
de diputados nacionales.
Por detrás, el Partido Acción Nacional (PAN), de
derecha, se instala apenas en la barra
del 20 %. Y en una tercera posición el Partido Democrático Revolucionario
(PRD), el gran perdedor del domingo pasado. Con apenas un 10 % del apoyo de los
votantes pierde en torno de 40 escaños. Su disidencia crítica encabezada por
Andrés Manuel López Obrador con su Morena (Movimiento Regeneración Nacional),
capitaliza los puestos arrebatados al PRD, protagoniza el principal ascenso, y
cuadriplica sus votos con respecto a las votaciones anteriores aunque no logre
llegar al 10% de los electores.
Pareciera que “la ciudadanía se va distanciando de la
lucha política a través de las urnas”, sentencia Romeo Rey al analizar la
escasa participación de menos de un 50% del electorado. “Esa abstención puede
interpretarse, de una parte del electorado, como un indicativo de la desilusión
hacia la política del actual Gobierno dirigido por Enrique Peña Nieto a dos años y medio del
inicio de su mandato”.
No se puede minimizar el impacto de la corrupción
presente en distintos niveles del Estado “lo que despierta en la población
sentimientos de impotencia e impaciencia
crecientes” y que aumenta la distancia y la desconfianza de la ciudadanía hacia
el poder.
De otra parte, señala como hipótesis el analista
helvético, “podría expresar una protesta
más profunda contra el sistema político mexicano”. Y recuerda que hubo algunos
sectores, especialmente sindicalistas, maestros, estudiantes e intelectuales
que llamaron al boicot de las elecciones del primer domingo de junio.
Descontento social
Otros factores pueden explicar el descontento político,
avanza en su reflexión Rey. Uno de los ellos, “la evidente incapacidad del
Estado en todos sus niveles de acorralar las organizaciones ilegales del
narcotráfico que constituyen un factor
de poder de primer rango en este país”.
Todos los intentos de represión de parte de las
instituciones estatales, las Fuerzas Armadas incluidas, “solo han resultado en
decenas de miles de muertos, es decir violencia generalizada y similar a países
en estado de guerra civil, mientras que los cárteles del narcotráfico siguen
actuando desenfrenadamente en grandes partes del territorio nacional”,
enfatiza.
“Es la primera vez que fue necesaria una amplia presencia
militar y de la marina para resguardar las casillas (centros de voto), lo que
generó, paradójicamente, un clima de inseguridad y temor entre la población”,
explica la cooperante suiza Hélène Blanco, que desde hace más de una década
co-dirige la organización Madre Tierra México, dedicada a promover la formación
de multiplicadores sociales en comunidades del sur-este mexicano y con su sede
principal en San Cristóbal de las Casas, Chiapas.
En al menos tres Estados del
país -Chiapas, Oaxaca, Guerrero y en algunas regiones de Michoacán- se dieron serios conflictos antes
y el día de las elecciones, y en más de
30 municipios no se pudieron realizar los comicios. En Chiapas, el rechazo fue
expresado por el zapatismo, por los maestros/as y las organizaciones campesinas, precisa.
Se trata de un país con casi 120
millones de habitantes, “entre los cuales 70 millones de gente empobrecida. Esa
situación genera una gran distancia hacia la participación político-electoral
tradicional”, insiste la coordinadora de Madre Tierra México.
Ese rechazo no viene solo del
campo o de la población indígena, como podría suponerse. “Está presente ya en
las grandes ciudades donde la violencia, el narcotráfico y la corrupción
generalizada son fenómenos cotidianos”. Realidad que además de descontento
genera abstencionismo. Ese porcentaje tan alto de no participación electoral,
un verdadero voto de castigo hacia el Gobierno, pone en cuestión la misma legitimidad
de los electos y de la política gubernamental, subraya la cooperante que por
algunas semanas se encuentra de visita
en Suiza.
¿Dos países en uno: el de las
urnas y el de la abstención?, preguntamos. “No. Un solo México con grandes
contrastes, con una crisis sin resolución y con una lucha interna muy fuerte”,
reflexiona en forma de conclusión Hélène Blanco. En el cual, los sectores
amplios de la población golpeados por las reformas estructurales y sus crueles
consecuencias económico-sociales no se sienten identificados con esta forma de
hacer la política y rechazan las elecciones, subraya.
*Sergio Ferrari, colaboración de prensa swissinfo.ch
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