En la coyuntura actual se
nos plantea la necesidad impostergable de realizar una valoración ponderada de
los progresos antineoliberales que hasta ahora se han obtenido, así como de
profundizar en los debates que se han realizado sobre los límites de los
diversos procesos de cambio que se están desarrollando en la actualidad en
América Latina y el Caribe.
Ángel Guerra, Katu Arkonada, Luis Suárez Salazar y Omar
González / ALAI
1.- Diríase que es un
lugar común en el pensamiento de la izquierda social, política e intelectual de
diferentes partes del mundo, el reconocimiento de que las superpuestas crisis
que caracterizan al cada vez más globalizado sistema capitalista mundial,
tendrán un impacto devastador en el históricamente desigual y distorsionado
desarrollo económico, social, cultural, sostenido y sustentable de nuestros
diferentes países.
2.- Si consideramos que,
a partir del 2008, el epicentro de esas crisis –definidas como periódicas o
cíclicas por los clásicos y otros pensadores marxistas y no marxistas-- se ha
localizado en los estados integrantes de la llamada “tríada del poder mundial”
--Estados Unidos (EEUU), Japón y la Unión Europea (UE)--, comprenderemos que
tales impactos han sido y serán particularmente severos en aquellos países
subdesarrollados, periféricos o semiperiféricos de África, Asía, América Latina
y el Caribe, así como del Sur y el Este de Europa, estructuralmente
dependientes de las potencias imperialistas.
3.- Sin negar los
crecimientos que en los años más recientes se han producido en los indicadores
económico-sociales de determinados países latinoamericanos y caribeños, ni los
avances conseguidos en la eliminación de ciertas secuelas políticas,
económicas, sociales e ideológico-culturales de las contrarrevoluciones y las
contrarreformas neoliberales, esas crisis del sistema capitalista-mundo también
tendrán repercusiones negativas en los diferentes procesos de cambios
favorables a los intereses nacionales y populares que, con diversos horizontes
programáticos, se han desplegado en varios países de América Latina y el Caribe
desde finales del siglo XX hasta la actualidad. De igual manera, en los
esfuerzos que se vienen realizando para actualizar el modelo de la transición
socialista cubana, en medio de las enormes dificultades derivadas del criminal
bloqueo económico, comercial y financiero de los Estados Unidos, que continúa
esencialmente intacto, así como de otras agresiones contra el pueblo cubano.
4.- Los distintos
desenlaces de estos y otros procesos --que pueden ser catalogados como
nacionales por su forma, pero continentales y globales por su proyección
externa--, también influirán en la evolución de los promisorios proyectos de
concertación política, cooperación e integración económica, impulsados en el
decenio más reciente por diversos gobiernos latinoamericanos y caribeños, como
la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio
de los Pueblos (ALBA-TCP), la Unión Suramericana de Naciones (UNASUR), y la
Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
5.- De lo antes dicho, y
de otros aspectos que veremos posteriormente, se infiere la importancia que
tiene para la elaboración de las estrategias y las tácticas de los movimientos
sociales y políticos de raigambre popular, así como para los gobiernos
revolucionarios, reformadores o reformistas instalados en América Latina y el
Caribe, el análisis crítico-prospectivo de la evolución de las crisis del
sistema capitalista mundial y de los diferentes procesos que tienen lugar en el
sistema internacional y, específicamente, en el subsistema interamericano.
Igualmente, el esclarecimiento de las diversas estratagemas
contrarrevolucionarias que en el futuro previsible emprenderán los gobiernos
permanente y temporales de los Estados Unidos, ya sea de manera unilateral o
concertada con sus aliados de diversas partes del mundo, con vistas a tratar de
recomponer y prolongar durante el presente siglo su dominación global,
especialmente sobre el Sur político del continente americano.
6.- Para contribuir a la
elaboración de este tipo de análisis, y contando con el decisivo apoyo del
Partido del Trabajo (PT) de México, nos reunimos en la capital de este país,
durante los días 9, 10 y 11 de marzo del presente año, una veintena de
intelectuales nacidos o actualmente residentes en países de América Latina y el
Caribe. Nuestro objetivo primordial fue identificar y sintetizar los
escenarios más probables en los que se desarrollarán las luchas de nuestros
pueblos y naciones en el futuro relativamente cercano, así como de algunos
gobiernos latinoamericanos y caribeños. Luchas orientadas, en lo fundamental, a
defender los derechos de la Madre Tierra (Pachamama); garantizar la
satisfacción de los derechos humanos individuales y colectivos para todas y
todos los habitantes de nuestro continente; distribuir equitativamente las
riquezas; edificar democracias étnica, social y culturalmente participativas y
representativas; defender la independencia y la soberanía nacional-popular y la
autodeterminación de los pueblos; y convertir en realidad los sueños de las y
los próceres y mártires que ofrendaron sus vidas y su inteligencia durante las
heroicas y aún inconclusas luchas por alcanzar las que José Martí llamó
“primera” y “segunda” independencias de Nuestra América y, en particular, de El
Libertador Simón Bolívar, quien escribió, tan temprano como en 1815: “Yo deseo
más que otro alguno ver formar en América la más grande nación del mundo, menos
por su extensión y riquezas que por su libertad y gloria.”
7.- La importancia de
significar y analizar tales escenarios está dada por la complejidad de la
situación actual, por la necesidad de conjugar la praxis con la elaboración y
sistematización de un pensamiento crítico y descolonizado, que enriquezca la
teoría revolucionaria precedente, y porque en algunos estados nacionales y
plurinacionales de América Latina y el Caribe se vienen construyendo
esperanzadoras alternativas al capitalismo subdesarrollado y dependiente aún
instaurado en esta zona del mundo. Tal concurrencia de realidades ha convertido
a Nuestra América en un campo de batalla en el que se enfrentan los diversos
proyectos emancipatorios de los pueblos, de las naciones y de algunos
gobiernos, con las pretensiones de los representantes de los sectores
hegemónicos de las clases dominantes de revertir los avances que se han
obtenido, así como de reinsertar a sus respectivos países de manera subordinada
en el “nuevo” orden panamericano y mundial, impulsado por las principales
potencias imperialistas y, en especial, por Estados Unidos.
8.- En ese contexto,
nuestras reflexiones fueron estimuladas por la ola de repudio que suscitó,
sobre todo en América Latina y el Caribe, la orden presidencial emitida por Barack
Obama el 9 de marzo del presente año, en la que proclamó que la República
Bolivariana de Venezuela constituía una “amenaza inusual y extraordinaria para
la seguridad nacional y la política exterior de Estados Unidos”. De igual modo,
fueron consideradas las repercusiones que esa injuria tuvo y tendrá en las
negociaciones que se están desarrollando con vistas al restablecimiento de las
relaciones diplomáticas entre los gobiernos de Cuba y los Estados Unidos.
Asimismo, las denuncias que se han formulado acerca de los acuerdos firmados
entre los gobiernos de Barack Obama y Ollanta Humala, que posibilitarán el
despliegue en territorio peruano de 3 500 militares estadounidenses antes de
septiembre del presente año. Estos, al igual que otros pactos militares sobre
“seguridad regional” existentes entre los gobiernos de EEUU y Colombia,
constituyen una amenaza para otros estados suramericanos, en especial para el
Estado Plurinacional de Bolivia y para la República de Ecuador.
9.- A lo antes dicho
habría que agregar las calificadas informaciones que recibimos de las y los
prestigiosos intelectuales mexicanos participantes en nuestras deliberaciones,
acerca de la impunidad que rodea las masivas y sistemáticas violaciones a los
más elementales derechos humanos que se producen en su país, incluida la
sistemática utilización de torturas y las ejecuciones extrajudiciales
perpetradas por los órganos represivos del Estado. En particular, se analizó la
desaparición forzada de miles de personas en diferentes puntos de su territorio.
Estas prácticas –evidenciadas en el caso de los 43 estudiantes normalistas de
Ayotzinapa— constituyen una de las tantas expresiones de la “represión
preventiva” desatada contra las comunidades, los pueblos originarios y los
diversos movimientos sociales y políticos que luchan de manera descentralizada,
generalmente descoordinada, contra las terribles consecuencias políticas,
económico-sociales, ecológico-ambientales y culturales que han tenido las
contrarreformas neoliberales emprendidas por sucesivos gobiernos del Partido
Revolucionario Institucional (PRI) y del Partido de Acción Nacional (PAN),
desde la entrada en vigor, en 1994, del Tratado de Libre Comercio de América
del Norte.
10.- Las
desnacionalizaciones, privatizaciones y subordinaciones a los intereses
geopolíticos y geoeconómicos de los grupos dominantes estadounidenses,
provocadas por este Tratado, fueron ampliadas mediante los inconstitucionales
acuerdos adoptados por los sucesivos mandatarios de Canadá, Estados Unidos y
México en los marcos de la Alianza para la Prosperidad y la Seguridad de
América del Norte (ASPAN). También durante la implementación de la
multimillonaria Iniciativa Mérida, elaborada por el Pentágono y aceptada por
los dos últimos mandatarios mexicanos, con vistas a emprender la cruenta y cada
vez más militarizada “guerra” contra el narcotráfico y el crimen transnacional
organizado. La profunda y traumática crisis humanitaria provocada por esa
ineficaz contienda, se corroboró durante el pasado año. Según las cifras disponibles,
en el 2014 se reportaron 14 413 muertes violentas, 1 332 secuestros y más de 5
000 desapariciones forzadas. La mayoría de estos hechos no han sido
esclarecidos por los organismos estatales competentes. En el crimen de Estado y
lesa humanidad de Iguala, por ejemplo, se condensó en unas horas de barbarie
toda la violencia estructural y de Estado que ha padecido México durante más de
una década, y que ha resultado en más de 120.000 muertos, en su mayoría jóvenes
y pobres, al menos 30.000 desaparecidos, así como medio millón de desplazados
internos y hacia otros países.
11.- En resumen, el TLC
ha desarticulado las cadenas productivas nacionales e insertado
fragmentariamente las actividades económicas en las cadenas globales del
capital transnacional, muchas veces con las maquilas y ensambladoras --donde
las condiciones laborales son sumamente precarias--, como último eslabón
productivo. La economía criminal se diversifica, avanza y penetra diversos
niveles del gobierno, llegando a representar en la actualidad entre el ocho y
diez por ciento del PIB de México.
12.- Luego de analizar el
significado de México y de otros países y acontecimientos en la coyuntura
actual y venidera, los resultados preliminares de nuestras reflexiones fueron
presentados ante las y los representantes de los 132 partidos políticos de 40
países que asistieron al XIX Seminario Internacional “Los partidos y una nueva
sociedad”, organizado por el PT en México, DF, entre el 12 y el 14 de marzo de
2015. También fueron consultados a intelectuales de varios países
latinoamericanos y caribeños, quienes, a pesar de haber sido invitadas e
invitados al evento, no pudieron participar en nuestras deliberaciones.
Asimismo, fueron sometidos al criterio de varios dirigentes de partidos o frentes
políticos de diferentes países de América Latina y, en menor medida, del
Caribe. Después de estudiar e incorporar las opiniones recibidas hasta el 25 de
marzo de 2015, llegamos a las conclusiones que seguidamente exponemos:
Crisis del capitalismo y
geopolítica del mundo multipolar
13.- Con independencia de
los moderados indicadores de crecimiento económico que en los meses más
recientes se han venido registrando en algunos países capitalistas, y en
particular en EEUU, en el futuro previsible se profundizarán las crisis
financiera, económica, energética, alimentaria, ecológica, ambiental, ética,
social, ideológica, cultural, en definitiva, política y civilizatoria, que
caracteriza al sistema capitalista mundial desde hace varios lustros. Ello es
así porque, como afirmó en 1999 el líder histórico de la Revolución cubana,
Fidel Castro, ese sistema “es insostenible, porque se sustenta sobre leyes
ciegas, caóticas, ruinosas y destructivas de la sociedad y la naturaleza.”
14.- El efecto de esas
“leyes ciegas y caóticas” agudizará las contradicciones que siempre han
existido entre el carácter cada vez más social de la producción y la
apropiación cada vez más privada de los excedentes creados por las y los
trabajadores, al igual que de los principales recursos naturales, renovables y
no renovables, y de los bienes comunes existentes en nuestro planeta, como
sería el caso del agua, la tierra, los recursos forestales y la biodiversidad.
Esas contradicciones seguirán manifestándose en las recurrentes crisis periódicas
y cíclicas de superproducción (o de subconsumo) que siempre han caracterizado
el funcionamiento del sistema capitalista y, concomitantemente, los mercados
internos e internacionales. También en la depredación y contaminación de la
naturaleza, con sus consiguientes efectos negativos en el medio ambiente, la
biosfera y la sociedad. Esto provocará diversos fenómenos naturales cada vez
más severos y destructivos, en particular los vinculados al cambio climático
producido por las constantes emisiones de los gases de efecto invernadero. Las
negociaciones que se desarrollarán para contener la emisión de estos gases, no
tendrán los resultados que se requieren, a causa del abandono del principio de
“responsabilidad compartida, pero diferenciada”, propugnado por buena parte de
los gobiernos de África, Asia, América Latina y el Caribe, en 1992.
15.- Mucho menos porque
el agotamiento de los principales yacimientos de petróleo, impulsará el empleo,
por parte de las más poderosas empresas transnacionales y multinacionales, de
tecnologías ecológicamente peligrosas y altamente contaminantes, como la
denominada “fractura hidráulica” o fracking. De igual manera, estimulará
la creciente extracción de los combustibles fósiles existentes en las arenas
bituminosas y en las profundidades de los mares y océanos. A corto y mediano
plazo, el incremento de la cada vez más costosa explotación de esos
yacimientos, el creciente empleo de nuevas fuentes renovables de energía (como
los agrocombustibles) y la ralentización de los ritmos de crecimiento de la
economía mundial, provocarán una crisis de sobreproducción de petróleo y gas.
No desaparecerán los conflictos internacionales y regionales vinculados al
control de estos y otros recursos naturales, lo que sería aplicable también a las
cada vez más escasas fuentes de agua potable y, en general, a la posesión y
dominio de otros bienes comunes de carácter estratégico. La minería a cielo
abierto, practicada por las grandes empresas multinacionales y transnacionales,
en especial las que tienen sus casas matrices en Canadá y EEUU, además de
contar con la anuencia de no pocos gobiernos, representa un perjuicio
incalculable para el deterioro y la contaminación de las propias fuentes de
agua y de la existencia de otros bienes comunes e, incluso, del patrimonio
natural y cultural de los pueblos.
16.- Paralelamente, a
causa de las diversas asimetrías y contradicciones que caracterizarán al
sistema internacional de estados-mundo, así como por la incapacidad que
seguirán demostrando los principales organismos internacionales –en particular,
la Organización de Naciones Unidas y su antidemocrático y cada vez menos
representativo Consejo de Seguridad—, se continuará debilitando la búsqueda de
soluciones multilaterales a los principales problemas de la agenda
internacional y, específicamente, a aquellos que, por su carácter
supranacional, perjudican y perjudicarán a la Humanidad. En tal sentido,
estarían los vinculados a la interrelación que siempre ha existido entre la paz
y la seguridad internacional con la solución de los problemas económicos,
sociales, políticos, demográficos y ecológicos que, como es de suponer,
continuarán incidiendo en buena parte de los estados del mundo y, aún más
crudamente, en los territorios coloniales que todavía subsisten. Esos y otros
graves problemas que asolan a las sociedades contemporáneas, acentuarán el
círculo vicioso existente entre el constante crecimiento de la población
mundial (especialmente en África y Asia), la pobreza y el creciente deterioro
del medio ambiente. A consecuencia de este sinsentido y de los intentos de las
principales potencias imperialistas de mantener su poder global, se producirán
nuevos conflictos internacionales, los que provocarán la intensificación de la
carrera armamentista y el consiguiente incremento de los gastos militares.
Mucho más si no olvidamos la práctica de los círculos de poder estadounidenses
y de sus principales aliados, de mantener su dominio global mediante la amenaza
de recurrir al uso de la fuerza asiduamente.
17.- En tal contexto, el
actual gobierno norteamericano, así como el que resulte electo en los comicios
presidenciales de noviembre de 2016, y sus principales aliados europeos,
continuarán buscando “soluciones” militares a los conflictos que actualmente se
están desarrollando en el Medio Oriente. Muy propias de estas soluciones de
fuerza, serán las violaciones a la soberanía nacional de diferentes países con
el pretexto de exterminar al llamado Estado Islámico y, como parte esencial de
los superobjetivos imperiales, derrocar al actual gobierno de la República
Árabe Siria. Aún más porque, a pesar de las contradicciones existentes entre la
administración de Barack Obama y el actual gobierno israelí, los grupos
dominantes en los Estados Unidos continuarán respaldando a la coalición de
diversas fuerzas políticas sionistas que seguirá controlando a Israel. Esto se
expresará en su apoyo o en su silencio cómplice ante los nuevos ataques contra
el pueblo palestino, y en diversas acciones dirigidas a evitar el reconocimiento
internacional del Estado que lo representaría. Por otra parte, las
negociaciones entre los actuales gobiernos de EEUU y de la República Islámica
de Irán, no impedirán las agresiones contra esta última, provenientes del
gobierno sionista y de otros aliados estadounidenses (como la monarquía
saudita) en esa estratégica región.
18.- Paralelamente, a
pesar de las contradicciones que recientemente se han expresado entre los
gobiernos de Estados Unidos, Alemania y Francia con relación a la situación
creada en el sureste de Ucrania, persistirán las acciones de la Alianza del
Atlántico Norte (OTAN), dirigidas a fortalecer su cerco militar contra la
Federación de Rusia. Ello generará nuevos conflictos con el actual o el futuro
gobierno de esa federación, en tanto el Kremlin continuará trabajando por
fortalecer sus diversas alianzas orientadas a preservar sus tradicionales
esferas de influencia en Europa Oriental y en Asia Central. Asimismo, como se
verá más adelante, dedicará todo su empeño a fortalecer y consolidar la alianza
estratégica con la República Popular China en diferentes campos, al igual que
con los gobiernos de otros estados asiáticos y centroasiáticos integrantes del
denominado Grupo de Shanghái.
19.- Para tratar de
contrarrestar el impacto negativo que estas alianzas tendrán en sus
pretensiones de mantener la supremacía en el sistema internacional, la actual
administración estadounidense y la que se instale el 20 de enero de 2017, de
consuno con sus principales aliados asiáticos, continuará desplegando diversas
acciones dirigidas a contener la creciente influencia económica y política de
la República Popular China. Con tal fin, el Pentágono seguirá concentrando sus
fuerzas militares en la región Asia-Pacífico. Al mismo tiempo, el actual y el
futuro gobierno estadounidense proseguirán las negociaciones dirigidas a
institucionalizar la denominada Alianza Transpacífico (TPP, por sus siglas en
inglés) orientada a crear una vasta zona de libre comercio e inversiones entre
los estados signatarios de la misma. Tres de los cuatro países latinoamericanos
integrantes de la Alianza para el Pacífico (México, Perú y Chile), formarán
parte de la nueva asociación.
20.- A ello se agregará
el Tratado Trasatlántico para el Comercio y la Inversión (TTIP) que, con los mismos
fines, seguirán negociando los actuales y futuros gobiernos de EEUU y de los
estados integrantes de la Unión Europea. Cualesquiera que sean los resultados
de estas negociaciones, se mantendrá la aguda competencia entre las principales
empresas transnacionales y multinacionales que tienen sus casas matrices en los
estados integrantes de la “triada del poder mundial”. Del mismo modo,
continuarán las intrincadas y a veces simultáneas relaciones de cooperación,
competencia y conflictos que se producen entre sus gobiernos, al igual que
entre estos y los de las potencias emergentes integrantes del Grupo BRICS.
21.- Los gobiernos de los
cinco estados que actualmente conforman el Grupo BRICS (Brasil, Rusia, India,
República Popular China y Sudáfrica), continuarán emprendiendo diversas
acciones orientadas a incrementar su cohesión interna y profundizar en su
institucionalidad flexible; fortalecer diversos foros de gobernabilidad global;
modificar la actual arquitectura financiera internacional; menoscabar la supremacía
del dólar estadounidense en las transacciones internacionales, al igual que
fortalecer sus concertaciones políticas frente a los diversos problemas que
actualmente perturban las relaciones políticas y económicas. Igualmente, a
ampliar sus interacciones con otros países u organismos regionales que agrupan
a los estados del Sur político del mundo. Sin proponérselo, esto generará
mayores espacios de confrontación con los intereses hegemónicos de EEUU y sus
aliados. Todo eso –y los serios problemas que seguirán aquejando a la economía
y la sociedad estadounidense, al igual que a la japonesa y la de varios estados
europeos— contribuirá a incrementar la influencia de los integrantes del BRICS,
tanto a escala mundial como en regiones específicas, así como a la
institucionalización de un sistema internacional cada vez más multipolar.
22.- En este escenario,
la República Popular China aumentará su poderío mundial, enfatizará en la
ampliación de su mercado interno, incrementará su progreso científico técnico,
aumentará los gastos militares y desplegará una política exterior aún más
activa. En ese orden, fortalecerá sus relaciones estratégicas con Rusia, lo que
le permitirá reducir su vulnerabilidad energética. También emprenderá diversas
acciones dirigidas a consolidar la Organización de Cooperación de Shanghái y
sus vínculos, en sentido general, con los países de Asia Central y el Pacífico.
23.- No obstante, las
relaciones entre China y EEUU se caracterizarán por su interdependencia
económica y financiera, lo que condicionará la manera en que los gobiernos de
ambos países procesarán y tratarán de resolver los conflictos actualmente
existentes o los que en el futuro se presentarán entre ellos. Sin embargo, la
dirección china incrementará su activismo en diversas regiones del mundo –y en
especial hacia sus países limítrofes—, procurando obtener espacios geopolíticos
que contrarresten la influencia de EEUU y Japón, ampliar sus exportaciones, así
como acceder a los eventuales recursos naturales que necesita para mantener o
ampliar el ritmo de crecimiento que continuará registrando su economía. Esta
política generará contradicciones con los países vecinos que, en algunos casos,
facilitarán la influencia de EEUU en el área. Al mismo tiempo, la República
Popular China mantendrá una expansión activa con créditos e inversiones en
África, en el espacio postsoviético y en América Latina y el Caribe, lo que la
convertirá en un actor económico clave en casi todo el mundo subdesarrollado.
Esto contribuirá al crecimiento económico de varios países y patentizará, aún
más, la presencia china en prácticamente todos los ámbitos de su vida
cotidiana.
24.- Por su parte, Rusia
incrementará su actividad diplomática, sus gastos militares y el empleo de los
recursos energéticos como instrumentos para mantener su estatus de gran
potencia y poder enfrentar los efectos de las sanciones económicas y la mayor
agresividad por parte de EEUU y de la OTAN. El actual o futuro gobierno de la
Federación de Rusia, responderá con la instalación de nuevos sistemas de
defensa, incluida la permanente actualización de su escudo antimisil, y
estrechará los nexos económicos con la República Popular China y con otros
países asiáticos. Con el objetivo de obtener los recursos necesarios para su
modernización y conseguir mercados para el gas, el petróleo y los armamentos
que produce, también desplegará una ofensiva diplomática orientada a consolidar
la Unión Euroasiática, así como a aumentar su acción en el BRICS, el G-20 y en
otros foros multilaterales.
25.- Adicionalmente, el
gobierno de Rusia continuará emprendiendo una política proactiva dirigida a
evitar el ingreso de Ucrania a la OTAN. Con tal fin, hará valer la actual
dependencia energética tanto de este país como de otros europeos. A la par, el
gobierno ruso estrechará sus relaciones con Irán, Siria y otros países del
Medio Oriente. Además, fortalecerá sus nexos político-diplomáticos, militares y
económicos, a una escala sin precedentes, con varios gobiernos
latinoamericanos, aprovechando el nivel de comprensión a su política que se
aprecia en el área. Sin embargo, mantendrá abiertas las vías de negociación en
estas y otras zonas de conflicto con EEUU y la UE.
26.- Por su parte, con
vistas a defender y a sustentar la estabilidad de sus intereses nacionales y a
ejercer una mayor influencia internacional, India logrará un crecimiento
estable y mantendrá su rol protagónico en el Sur de Asia. Aunque persistirán
contradicciones con algunos de los estados miembros, el actual y los futuros
gobiernos hindúes trabajarán para profundizar las políticas comunes definidas
por la Asociación para la Cooperación Regional de Asia Sur (SAARC).
Simultáneamente, mantendrán sus crecientes lazos estratégicos con EEUU para
aprovechar la influencia de esa potencia y garantizar su espacio geopolítico en
la región. Con estos y otros fines, India también estrechará su colaboración en
materia de seguridad y en la lucha contra el terrorismo con los gobiernos de la
República Popular China y de la Federación de Rusia, al tiempo que ampliará la
promoción de los intereses comerciales y financieros con ambos países. En lo
que concierne a la cooperación militar y de seguridad con Moscú, ésta se
incrementará notablemente.
27.- Aunque debilitado y
en declive, Estados Unidos continuará siendo un actor clave del sistema
capitalista mundial. Sobre todo por su indiscutible supremacía militar y la
persistencia de su red de alianzas con la OTAN y con otros estados de la UE, al
igual que con Japón, Corea del Sur, Australia, Colombia, Chile, México y Perú,
así como con otros países latinoamericanos y caribeños; igualmente, por su peso
en la creación y sostenimiento de normas en las instituciones políticas y
económicas internacionales; por el poder que conservarán sus empresas
transnacionales (45% de las primeras 500) a escala mundial; por su importante
papel en la investigación y el desarrollo científico-técnico; porque el dólar
continuará siendo la divisa internacional más utilizada en las diversas
transacciones económicas, y por el predominio que conservarán sus grandes
medios de desinformación masiva y sus industrias culturales, en buena medida
gracias al creciente empleo de las tecnologías más avanzadas y al robo
permanente de cerebros. Tal hegemonía le permitirá continuar violando la
privacidad de sus ciudadanos y de cualquier otra persona o entidad en el mundo,
socavando así lo poco que aún pervive de las libertades individuales y la
soberanía nacional de la mayor parte de los estados del planeta.
28.- Inevitablemente, se
reducirá mucho más la relevancia de la Unión Europea en comparación con otros
centros de poder, como resultado de su acentuada dependencia energética, de los
problemas por la falta de cohesión interna, de su subordinación a EEUU, y del
estancamiento y la débil recuperación económica, cuya circunstancia contrastará
aún más con el elevado y rápido crecimiento de China y de otras economías
emergentes. Sin embargo, aunque parezca contradictorio, continuará siendo un
polo de poder en la arena internacional, sobre todo desde el punto de vista
económico, y el referente cultural que tanto debe al colonialismo y a sus
secuelas de explotación, saqueo y genocidio. Mucho más porque Alemania, Francia
y el Reino Unido mostrarán un mayor protagonismo, aún más ostensible por el
hondo declive del resto de los estados.
29.- A pesar de sus
contradicciones, los gobiernos de los países de la Unión Europea buscarán
compensar su pérdida de jerarquía mediante las negociaciones que continuarán
desarrollando con Estados Unidos, con vistas a firmar el ya mencionado Tratado
Trasatlántico para el Comercio y la Inversión (TTIP), al tiempo que se
propondrán lograr el fortalecimiento y la ampliación de la actuales fronteras
de la OTAN como una acción geopolítica orientada a consolidar su peso en la
escena mundial. En tal sentido, tratarán de ampliar su influencia en diversos
países de Europa Oriental, al igual que en el denominado “espacio
postsoviético”. Con igual fin se plantearán aprovechar las vulnerabilidades de
la Federación Rusa y, taxativamente, de la República Popular China, que seguirá
muy interesada en ampliar sus vínculos con diversos estados europeos, en
particular con los ubicados en la otrora llamada “ruta de la seda”.
30.- Simultáneamente, la
UE incrementará su activismo político-militar en el Norte y Sur de África. En
alianza con EEUU, y siguiendo las actuales doctrinas de la OTAN, su “modelo”
preferente de intervención militar privilegiará la guerra no convencional,
caracterizada por el despliegue rápido y flexible de sus fuerzas especiales y por
su pretensión de dejar “una huella ligera” en los países donde se produzca. Sin
desconocer las amenazas reales que representan, el terrorismo, la ciberguerra,
la piratería y el tráfico ilícito de estupefacientes continuarán siendo
manipulados y utilizados como pretextos, por parte de Estados Unidos y sus
aliados europeos, para garantizar su presencia militar global y para la
realización de acciones militares punitivas en las distintas regiones del
mundo.
31.- Continuará
concentrándose la propiedad sobre los medios de comunicación, en cuyo ámbito se
agudizarán las tendencias a fusionarse con las megaempresas de otros sectores
de la economía, para reforzar de este modo la mercantilización de la
información y garantizar el vaciamiento cultural e ideológico, la manipulación
y el consiguiente control de la sociedad. En correspondencia con esta
estrategia de dominación, se acrecentará, hasta límites insospechados, la
hegemonía de las grandes transnacionales mediáticas, lo que contribuirá a
forjar visiones colonizadas, propias de un pensamiento único, amparadas en el
creciente papel de los think tanks de orientación conservadora o neoliberal,
así como de las universidades occidentales, en la producción y difusión de los
conocimientos científico-técnicos propios o ajenos, incluidos los vinculados a
las cada vez más fragmentadas ciencias sociales. Las respuestas de los estados,
los gobiernos y los diferentes sectores sociales que impulsan una cultura
contra-hegemónica, encontrarán grandes dificultades para romper el dominio
sobre el sentido común de crecientes sectores de la población, propalado por
esos poderos aparatos ideológicos-culturales controlados por las principales
potencias imperialistas.
Las
estratagemas contrarrevolucionarias de los gobiernos de Estados Unidos contra
Nuestra América
32.- Lo expuesto hasta
aquí tendrá una significativa influencia en las relaciones entre los gobiernos
permanentes y temporales de EEUU con los de América Latina y el Caribe. Con
independencia del curso que sigan las negociaciones que tienen lugar entre Cuba
y los Estados Unidos, con vistas a emprender el largo y complejo proceso
orientado hacia la normalización de las relaciones diplomáticas entre ambos
países, y cualquiera que sea el resultado de los elecciones presidenciales que
se realizarán en Estados Unidos en noviembre de 2016, la maquinaria de la
política exterior, económica, de defensa y seguridad imperial, al igual que los
diferentes aparatos políticos, comunicacionales, mediáticos e
ideológico-culturales que actúan en esa potencia imperialista, continuarán
desplegando multifacéticas estrategias contrarrevolucionarias orientadas a
preservar o restablecer su sistema de dominación sobre América Latina y el
Caribe, así como sobre otras zonas del mundo.
33.- Esas estratagemas
–ya sean unilaterales o concertadas con sus aliados gubernamentales o no
gubernamentales de diversos países de América Latina y el Caribe, y de Canadá y
las potencias imperialistas europeas--, tendrán, como uno de sus principales
objetivos desestabilizar y, allí donde les resulte posible, derrocar a aquellos
gobiernos latinoamericanos y caribeños calificados como anti-estadounidenses.
En particular, aunque no únicamente, a los que en la actualidad son miembros
plenos del ALBA-TCP.
34.- Aunque los Estados
Unidos continuarán emprendiendo acciones en todos los campos posibles --con
énfasis en la subversión política-ideológica--, para tratar de “cambiar el
régimen cubano” y derrocar su Revolución; para cercar política, económica y
militarmente a la Revolución Democrática y Cultural de Bolivia; a la Revolución
Ciudadana de Ecuador; a la “segunda etapa de la Revolución Sandinista”; y para
lograr la derrota electoral de los gobiernos más radicales del Caribe Oriental,
en lo inmediato sus multifacéticas acciones desestabilizadoras se concentrarán
en la República Bolivariana de Venezuela, buscando conseguir el mayor impacto
desmovilizador, tanto nacional como regionalmente.
35.- En este país, el
actual gobierno estadounidense continuará respaldando política y
financieramente, y a través de sus diferentes medios de propaganda, a todas
aquellas fuerzas económicas, sociales, mediáticas y políticas, integrantes de
la mal denominada Mesa de Unidad Democrática (MUD) que, con tácticas
diferentes, aunque complementarias, se propongan derrotar a la Revolución
bolivariana. Con independencia de los avances y retrocesos que consigan en sus
estratagemas, este objetivo encontrará continuidad en la administración
estadounidense que resulte electa en los comicios presidenciales de noviembre
de 2016, ya que en la maquinaria de la política exterior, económica, militar y
de “seguridad imperial” de Estados Unidos, se mantendrá el criterio de la que
la derrota de esta Revolución provocaría “un efecto dominó” en los demás
gobiernos integrantes del ALBA-TCP, al tiempo que debilitaría los paradigmas de
concertación política, cooperación e integración latinoamericana y caribeña,
impulsados por los gobiernos de todos los estados miembros de esta alianza.
36.- En la percepción
oficial estadounidense, la derrota de la Revolución bolivariana –-junto a las
contrarreformas que se han producido y han tenido reflejo en la Constitución
mexicana y en el incremento de la producción y exportación de petróleo y gas—,
facilitaría la transformación del continente americano en el centro energético
del mundo, anticipado por el vice-presidente de los Estados Unidos, Joe Biden,
en el discurso que pronunciara en Washington en mayo de 2013. Ese objetivo
estratégico –y la eliminación de “la dependencia del petróleo venezolano” que
tienen la mayor parte de los estados centroamericanos y caribeños integrantes
de PETROCARIBE— guiará en los próximos años la Iniciativa para la Seguridad
Energética del Caribe, dada a conocer por el propio vicepresidente Biden en enero
de 2015.
37.- En el caso de que la
mayor parte de los gobiernos de los estados centroamericanos y caribeños
aceptaran esta iniciativa estadounidense, se agudizará la dependencia de la
región a las necesidades geoestratégicas de los Estados Unidos. Tal
circunstancia se agravará por el opresivo control que han alcanzado las
empresas transnacionales norteamericanas en los principales sectores de la
economía de estas naciones, las que, supuestamente, se beneficiarían con la
entrada en vigor del Tratado de Inversión signado en mayo de 2013 por el propio
Joe Biden y el entonces presidente pro tempore de la CARICOM, Michel
Martelly, así como también por la Ley de Promoción Comercial hasta 2020,
aprobada por la administración de Barack Obama. A cambio de las “preferencias”
unilaterales que esta ley le otorgará a las exportaciones caribeñas hacia
Estados Unidos, los gobiernos integrantes de la CARICOM, al igual que el de
República Dominicana, mantendrán con sus contrapartes estadounidenses diversos
acuerdos en el campo de “la seguridad no tradicional”, los que continuarán
siendo financiados con los multimillonarios fondos destinados a la Iniciativa
para la Seguridad de la Cuenca del Caribe (CBSI, por sus siglas en inglés),
aprobados por el gobierno de Obama en 2009, y aún vigentes.
38.- Otro de los
objetivos generales de la política estadounidense en la región, será consolidar
la integración subordinada de México, y en la misma medida fortalecer la
dominación sobre todos los estados nacionales ubicados en el istmo
centroamericano y en el Caribe insular y continental, con vistas a preservar su
control sobre los recursos naturales, energéticos, y los bienes comunes,
incluidos los diversos espacios geoestratégicos existentes en el llamado Gran
Caribe.
39.- Adicionalmente, el
gobierno de los Estados Unidos, cualquiera que este sea, continuará desplegando
diversas estrategias dirigidas a subordinar a sus intereses geopolíticos y
geoeconómicos a los gobiernos de todos los estados nacionales del Hemisferio
Occidental ubicados en el llamado “Arco del Pacífico”. En este empeño, seguirá
respaldando la ampliación y profundización de la ya referida Alianza para el
Pacífico, al igual que su articulación con el TPP que, como fuera expuesto,
continuarán negociando con los gobiernos de diferentes estados de esa zona del
mundo.
40.- Al mismo tiempo, los
Estados Unidos persistirán en su conducta dirigida a contrarrestar las amenazas
planteadas a su “liderazgo” en el Hemisferio Occidental y, específicamente, en
Suramérica. La paulatina, inconclusa y aún incierta transformación de Brasil en
una potencia global, contrastará con los intereses geopolíticos, geoeconómicos
y geoestratégicos estadounidenses en las cuencas de los ríos Amazonas y de la
Plata, al igual que en el Atlántico Sur. Con tales fines, mantendrán su apoyo
sibilino o su silencio cómplice a las acciones que desarrollarán los
principales sectores de la derecha brasileña con miras a desestabilizar y, si
fuera posible, derrocar al actual gobierno de ese país. Simultáneamente,
tratarán de evitar la continuidad de las políticas que califican como
anti-estadounidenses o “populistas radicales”, aplicadas por los sucesivos
gobiernos del Frente para la Victoria en Argentina, desde el 2003 hasta la
actualidad. En ese contexto, y cualquiera que sea el resultado de las
elecciones presidenciales que se celebrarán en Estados Unidos a finales del
presente año, los grupos dominantes en ese país y sus aliados argentinos
continuarán emprendiendo diferentes cursos de acción orientados a atenuar u
obstaculizar las coincidencias entre los actuales gobiernos de Brasil y
Argentina, y a agudizar las contradicciones ya existentes, y las que en el
futuro pudieran suscitarse, con el actual gobierno del Frente Amplio uruguayo.
Entre otras razones, porque este último continuará su política dirigida a
estrechar sus vínculos con Estados Unidos.
41.- El cumplimiento de
los objetivos antes mencionados, al igual que el consiguiente respaldo a los
gobiernos conservadores en Paraguay, y la continuidad de las acciones dirigidas
a evitar los avances políticos que ha venido obteniendo el Frente Guasú,
también perseguirán, por parte de Estados Unidos y sus aliados en las
oligarquías nacionales, impedir la reforma y ampliación del MERCOSUR y evitar
la profundización de la UNASUR. En línea con este último propósito, se
mantendrán y fortalecerán los acuerdos de “libre comercio” y los relativos a la
defensa y la “seguridad interamericana”, firmados por Estados Unidos con los
actuales gobiernos de Colombia, Chile y Perú. En el caso de Colombia,
particularmente, dichos acuerdos se mantendrán cualesquiera que sean los
resultados de las negociaciones que se efectúan entre representantes del
gobierno y de las organizaciones insurgentes de ese país.
42.- De igual modo, el
gobierno estadounidense continuará aplicando diversas estrategias destinadas a
dificultar la institucionalización y la profundización del acervo político y
las prácticas diplomáticas de la CELAC. Del mismo modo, aquellas que dificulten
el adecuado cumplimiento de los diferentes tratados, acuerdos y planes de
acción que se aprueben en las Cumbres de las Américas, las reuniones de sus
ministros de Defensa, de Seguridad Pública y de Justicia, de los Fiscales
Generales (MISPA y REMSA, en el lenguaje de la OEA), al igual que por parte de
los principales órganos político-militares y político-jurídicos del Sistema
Interamericano; en fin, se opondrá a cualquier intento, en cualquier espacio
político, que pudiera representar un cuestionamiento, no necesariamente radical,
a su proyectada hegemonía en las Américas.
43.- La Junta
Interamericana de Defensa continuará impulsando las Conferencias de Jefes de
Ejército, Marina y Aviación, así como los diversos ejercicios militares que se
han venido realizando al amparo del Tratado Interamericano de Asistencia
Recíproca (TIAR), firmado por el gobierno estadounidense y por algunos
gobiernos de la región en 1947. A pesar de que varios gobiernos
latinoamericanos han anunciado su renuncia a ese vetusto tratado, tanto el
Departamento de Estado como el de Defensa de Estados Unidos continuarán
defendiendo su vigencia ante supuestas amenazas “extra continentales” que
tendría que enfrentar el Hemisferio Occidental en el futuro.
44.- Con ese y otros
fines, el actual y el futuro gobierno de los Estados Unidos seguirán impulsando
la reforma y “revitalización” de la OEA, plasmada en La Política de Defensa
para el Hemisferio Occidental hasta el 2023, difundida por el Pentágono en
octubre de 2012 y en la Ley que al respecto firmara el presidente Barack Obama
a finales de 2013. Sobre la base de esta Ley, y de sus sesgados enfoques sobre
los derechos humanos y las libertades fundamentales contenidos en la Carta
Democrática Interamericana, en los años venideros el Departamento de Estado emprenderá
diversas acciones orientadas a la inútil aspiración de revitalizar la OEA para
que siga siendo, desde su perspectiva, el foro primordial para defender “la paz
y la seguridad interamericanas, fortalecer el cada vez más cuestionado Sistema
Interamericano de Derechos Humanos, promover y consolidar la democracia liberal
y burguesa, solucionar las disputas regionales, fomentar el crecimiento
económico, la cooperación para el desarrollo y la facilitación del comercio,
así como para analizar los problemas que representan para la seguridad
interamericana las migraciones incontroladas, el tráfico ilegal de drogas y el
crimen transnacional organizado.
45.- Tomando como
pretextos estas y otras amenazas (el tráfico de armas y de personas, el lavado
de dinero), la maquinaria de la política exterior de defensa y seguridad de los
Estados Unidos continuará respaldando la Iniciativa Mérida y la “guerra contra
las drogas” que el actual gobierno mexicano ha seguido promoviendo. Sobre la
base de los acuerdos adoptados en la Cumbre de América del Norte, efectuada en
Toluca, México, a comienzo de 2014, y en coordinación con sus correspondientes
contrapartes mexicanas y canadienses, el gobierno estadounidense impulsará la
Iniciativa Regional para la Seguridad Centroamericana (CARSI, por sus siglas en
inglés) y el denominado Plan Biden para el Triángulo Norte Centroamericano.
46.- Asimismo, se
fortalecerán todos los acuerdos vinculados con la Seguridad Regional firmados
por Estados Unidos con el actual gobierno de Colombia. Sobre tales bases y las
presuntamente exitosas experiencias acumuladas en la lucha contra la
subversión, el narcotráfico y el narcoterrorismo, y en coordinación con el
Comando Sur de las fuerzas estadounidenses (SOUTHCOM, por sus siglas en
inglés), las fuerzas militares y policiales colombianas seguirán brindando
entrenamiento a miles de oficiales militares y policiales de diferentes
países de América Latina y el Caribe, en particular de México y Centroamérica,
República Dominicana, Ecuador, Perú y Paraguay.
47.- Todas las
estrategias contrarrevolucionarias de los Estados Unidos y de sus principales
aliados en el Hemisferio Occidental, encontrarán resistencia en los diversos
movimientos sociales y políticos latinoamericanos y caribeños, incluidos los
que luchan por la total descolonización del Caribe insular. En contraste con la
reacciones que se producirán en los territorios colonizados por Francia, Gran
Bretaña y Holanda, en el caso de Puerto Rico la resistencia será mayor, lo que
propiciará el respaldo a la descolonización de ese archipiélago, el cual, pese
a la oposición estadounidense y de sus aliados internos, continuará
expresándose tanto en los marcos de la CELAC como en el Comité de
Descolonización de la ONU, al igual que en otros foros no gubernamentales de la
región. Estimulados por la creciente resistencia del pueblo haitiano y por la
crisis de legitimidad que está afectando al gobierno de ese país, en dichos
foros también crecerá la exigencia de que sean retiradas las fuerzas de la
MINUSTAH que, siguiendo un mandato del antidemocrático Consejo de Seguridad de
la ONU, mantienen ocupado a Haití desde hace más de una década.
48.- En lo específico, el
apoyo a la luchas por la independencia de Puerto Rico y de los demás
territorios sometidos a diferentes formas de dominación colonial en el Caribe,
será más consistente por parte de los gobiernos integrantes del ALBA–TCP. Este
proyecto integracionista continuará consolidándose como mecanismo de
concertación política e impulsando acuerdos de cooperación como PETROCARIBE,
así como los que se han venido implementando en Haití antes y después del
terremoto de 2010.
49.- Sin embargo, se
ralentizarán los diferentes acuerdos económicos existentes en el ALBA-TCP,
tales como las empresas y los proyectos gran nacionales, el Banco del ALBA y el
SUCRE, así como otros acuerdos de cooperación en el campo social, como
consecuencia de la contraofensiva plutocrática-imperialista contra los
gobiernos de la República Bolivariana de Venezuela y de otros países integrantes
de la alianza. Esa contraofensiva tendrá un impacto negativo en la CARICOM y el
SICA; igualmente, le creará dificultades al proceso de reforma y ampliación del
MERCOSUR y a la profundización de UNASUR.
50.- No obstante, la
CELAC continuará ampliando sus potencialidades para desempeñar un papel más
importante en la edificación del sistema multipolar que, contra la voluntad
política estadounidense, se ha venido gestando en los años más recientes, así
como para convertirse en un eficaz mecanismo de diálogo político y de
cooperación económica con los actuales gobiernos de la República Popular China,
la Federación de Rusia y de otras potencias emergentes que integran el Grupo
BRICS. De similar manera, con los gobiernos de los 27 estados actualmente
integrantes de la UE, y con otras organizaciones internacionales en las que
también participan los gobiernos de África y Asia, como sería el caso del
Movimiento de Países No Alineados (NOAL) y el Grupo de los 77+China (G-77).
51.- Empero, a causa de
sus debilidades institucionales, de la heterogeneidad política e ideológica de
los gobiernos de los 33 estados que la componen, la CELAC no romperá con los
principales órganos político-militares y político-jurídicos que componen el
Sistema Interamericano. Mucho menos porque la mayoría de los gobiernos de los
estados de mayor desarrollo relativo de América Latina (en particular los de
Brasil, Chile, Colombia, México y Perú), al igual que los estados
independientes que integran la CARICOM, y República Dominicana, mantendrán sus
correspondientes compromisos con los Estados Unidos y Canadá en los campos de
la seguridad, el comercio, las finanzas, la energía, la ciencia, la tecnología
y en otros asuntos multilaterales.
Perspectivas de los
movimientos populares y de los gobiernos posneoliberales
de América Latina y El
Caribe
52.- No nos corresponde
definir el contradictorio impacto que los escenarios más probables,
sintetizados en los dos acápites precedentes, tendrán en cada uno de los 33
estados políticamente independientes y en los 18 territorios sometidos a
diferentes formas de dominación colonial en América Latina y el Caribe. Esa
compleja tarea les corresponderá a los diversos movimientos sociales y
políticos, y a los intelectuales y científicos sociales comprometidos con las
luchas populares que en ellos actúan; asimismo, a los gobiernos
revolucionarios, reformadores o reformistas –genéricamente calificados como
“progresistas”, “de izquierda” y/o “posneoliberales”— actualmente instalados o
que en el futuro se instalen en Nuestra América.
53.- Sin embargo,
consideramos necesario indicar que ninguno de los escenarios antes sintetizados
u otros que no hayamos sido capaces de identificar, están predeterminados. En
tanto los campos de batalla entre los diferentes actores sociales y políticos,
gubernamentales y no gubernamentales, hemisféricos o extra hemisféricos, serán
heterogéneos, al tiempo que esos mismos actores pugnarán entre sí por defender
su cuota de poder o la razón de sus ideas e intereses, en esa misma medida crecerán
las reacciones conservadoras y, como contraparte, la creatividad popular y la
resistencia, dando lugar a la aparición de nuevos y muy diferentes escenarios.
54.- En nuestros debates
también se fortaleció nuestra convicción de que la política de saqueo y
depredación de los recursos naturales renovables y no renovables y de los
bienes comunes, seguida por el capital imperialista en América Latina y el
Caribe, con pleno apoyo de los gobiernos de Estados Unidos y de la Unión
Europea, provocará un amplio abanico de resistencias populares en buena parte
de los países de la región, incluido México.
55.- Frente a la
redoblada ofensiva del capital transnacional y nacional, en el propio México se
han multiplicado las formas de resistencia popular, al igual que la
construcción social alternativa de los pueblos indígenas, la defensa del
trabajo y las organizaciones sindicales, la lucha contra el capital
transnacional minero, la defensa del agua, de la tierra, de los territorios
sagrados, de los saberes, de los espacios públicos urbanos, de la educación, y
la batalla permanente contra la contaminación ambiental, por la justicia y por
el derecho a la vida. De manera que los desafíos para la construcción de la
unidad en la diversidad, serán enormes, pero no imposibles de solventar.
Encontrar los caminos para coordinar, hacer confluir y unificar las diversas
formas de lucha para enfrentar el despojo y las políticas de un Estado criminal
que criminaliza la resistencia, será un reto que el pueblo mexicano, sus
movimientos sociales y las diversas organizaciones políticas de izquierda,
tendrán que asumir por encima de las diferencias y contradicciones que en la
actualidad se advierten en el campo popular.
56.- Estas y otras
evidencias nos inducen a pensar que —ante la que se ha calificado como
“acumulación por desposesión”—, los diversos sectores populares y, en especial,
las comunidades indígenas, afrodescendientes y mestizas, así como las y los
campesinos y las y los trabajadores sin tierra, tendrán que padecer y enfrentar
incontables proyectos de minería a cielo abierto, extracción de petróleo y gas
convencional o no convencional, construcción de grandes carreteras y de obras
hidráulicas e hidroeléctricas, o la plantación de enormes extensiones de
diversos cultivos agrícolas (algunos de ellos transgénicos, como es el caso de
la soya), que llevarán aparejado el desplazamiento de miles de familias por
medios coercitivos, y la pérdida de la tierra y el territorio en los que han
vivido y creado su cultura. El resultado de este nuevo e incesante despojo,
históricamente hablando, será la ampliación del hambre y la profundización de
la marginación a las que han estado sometidos buena parte de los habitantes de
nuestro continente desde que los colonizadores impusieran, a sangre y fuego,
sus múltiples formas de dominación en este, aquel Nuevo Mundo.
57.- Lo antes dicho nos
permite vislumbrar que en los próximos años se producirá una gran ola de luchas
populares en defensa de la tierra y los territorios, así como del agua y otros bienes
comunes, al igual que de los recursos naturales, como las que se libraron hace
algunas décadas en diferentes países de América Latina y el Caribe contra las
políticas neoliberales. Sin excluir a ninguna de esas luchas, consideramos
importante destacar las llamadas guerras del Agua y del Gas que se produjeron
en Bolivia. Como se demostró en este y otros países del continente --en
Ecuador, por ejemplo--, para lograr la victoria fue imprescindible fortalecer
la organización y, sobre todo, lograr la articulación de los esfuerzos de los
diferentes sectores populares del campo y la ciudad en aras de ampliar la
movilización popular, y, del mismo modo, organizar y consolidar la fuerza
política capacitada para expresar las aspiraciones de quienes participaban en
las luchas. Esas fuerzas políticas pudieron ir mucho más lejos que la oposición
de los movimientos sociales y las comunidades a los proyectos que los afectaban
de manera más o menos directa, hasta transformarse en un movimiento político de
alcance nacional, capacitado para disputar y arrebatar a las clases dominantes
el gobierno y una parte importante del poder.
58.- De modo que la
posibilidad de derrotar la nueva ofensiva contrarrevolucionaria que han
emprendido los representantes políticos, económicos, miliares e
ideológico-culturales de las clases dominantes, estrechamente aliadas con las
principales potencias imperialistas (y sobremanera con Estados Unidos),
dependerá de la voluntad y capacidad de los pueblos latinoamericanos y
caribeños para unirse y organizarse sobre una plataforma que vaya de la
resistencia puntual a formas de organización político-social que permitan
plantearse la toma del gobierno y del poder y, posteriormente, las
transformaciones políticas, económicas, sociales y culturales que se demandan.
59.- Al mismo tiempo, los
procesos políticos genéricamente calificados como progresistas y/o
posneoliberales que en la actualidad se están produciendo en diferentes países
de América Latina y el Caribe, implican retomar el debate inconcluso sobre el
Estado y, en correspondencia, acerca de la problemática del poder. En este
contexto, consideramos imprescindible asumir la necesidad de la defensa de la
soberanía y la autodeterminación de los pueblos y las naciones contra el
imperialismo y las transnacionales; igualmente, la función reguladora y
redistributiva del Estado, con la finalidad de contrarrestar los mecanismos de
mercado, tan lesivos para la economía popular. Esa desmercantilización relativa
permitirá que broten formas de gestión popular que sustituyan los mecanismos
automáticos inherentes al propio mercado. En nuestro criterio, resulta
fundamental que estos temas sean objeto de debate permanente en los distintos
espacios de las izquierdas latinoamericanas y caribeñas.
60.- Tales debates son
aún más importantes, si entendemos el camino al socialismo como una transición
civilizatoria que, partiendo del desplazamiento de las clases dominantes y del
poder recolonizador de la burguesía transnacional, contemple, como bases
mínimas, una economía sustentable, con crecimiento y redistribución de la
riqueza, el ascenso en la calidad de vida de la mayoría de la población, y una
democracia participativa que posibilite el control popular en los asuntos
centrales del país. Todo esto presupone rediscutir los parámetros fundamentales
del desarrollo a partir de nuestras características dependientes y
subdesarrolladas, colocando en un lugar primordial el debate de la matriz
productiva y extractivista que caracteriza a las estructuras económicas de la mayor
parte de los estados latinoamericanos y caribeños.
61.- Esto es mucho más
necesario porque a nuestros análisis los atraviesan lógicas del capitalismo y
la modernidad que nos dificultan visualizar un horizonte postcapitalista. Sin
embargo, tenemos que ser honestos: quinientos años de colonialismo y treinta de
neoliberalismo nos han dejado déficits tan abismales que no se nos puede negar
el derecho al desarrollo, a luchar para salir de la pobreza y a vivir en
condiciones de dignidad plena, sencillamente humanas. La tarea para las
diversas fuerzas de la izquierda en América Latina y el Caribe, especialmente
cuando acceden al gobierno, es conjugar ese derecho al desarrollo con los
derechos de la Madre Tierra, no entendida esta como una naturaleza estática a
la que le damos derechos, sino como el conjunto de seres vivos que
interactuamos en un escenario de biodiversidad.
62.- En un sistema
alternativo al capitalismo, también necesitamos pensar en nuevos modelos de
desarrollo a partir de un cambio de la matriz productiva, cambio que solo puede
ser fruto de una transición sostenida y paulatina; o sea, en modelos
inequívocamente diferentes al que asumieron los países capitalistas centrales
y, en particular, las principales potencias imperialistas. Aquellos y estas
pudieron “desarrollarse” a costa de los pueblos, las personas y la naturaleza.
Un escenario postcapitalista en América Latina y el Caribe, no se puede
sustentar en la explotación ni resignarse a que perdure la alienación de las
personas sin la formulación e implementación de políticas que mejoren su vida
cotidiana, sin regular la explotación de una naturaleza que cuenta con recursos
limitados e insuficientes para que el Sur del mundo crezca y mantenga niveles
de consumo similares a los del Norte. Miles de millones de personas en América
Latina y el Caribe, China, India y el Sur geopolítico del planeta, necesitan
mejorar sus condiciones de vida, pero no habrá recursos estratégicos
suficientes para ello si se mantiene el actual modelo consumista y mientras no
se alcance una soberanía tecnológica que libere a nuestros países de las
diversas formas de dependencia respecto a los denominados países centrales o
altamente desarrollados.
63.- Para emprender ese
otro modelo de desarrollo, resulta imprescindible demandar que los gobiernos
latinoamericanos y caribeños comiencen a gestar una arquitectura financiera
internacional ajustada a los intereses públicos y nacionales. Ese nuevo
proyecto económico y financiero, deberá contar con un Banco de Desarrollo e
Integración Latinoamericano y Caribeño que, tomando como punto de partida el
Banco del ALBA y el ya aprobado, pero aún inoperante, Banco del Sur, y actuando
de manera complementaria con el Banco del Grupo BRICS, se plantee sustituir las
instituciones financieras internacionales en el menor tiempo posible,
específicamente al Fondo Monetario Internacional, al Banco Mundial y al Banco
Interamericano de Desarrollo.
64.- Del mismo modo, será
imprescindible seguir luchando para que los gobiernos del continente que los
hayan suscrito, se liberen de los leoninos tratados de libre comercio que se
han venido implementando desde 1994, tanto con los Estados Unidos como con la
Unión Europea. Sobre todo porque, como demuestran múltiples evidencias, esos
tratados son totalmente asimétricos, constituyen mecanismos para la dominación
geopolítica y están centrados en las necesidades del gran capital, lo que ha
agudizado las desigualdades, la inequidad y el rol primario exportador de las
economías de la mayor parte de los países latinoamericanos y caribeños.
65.- Los perjuicios al
medioambiente constituyen uno de los efectos provocados por la exacerbación de
la cultura del consumo individualista de energía y de otros bienes y recursos
materiales. Es un imperativo trascender esta ecuación suicida para poder
avanzar hacia una planeación y un consumo colectivos, a fin de compartir
beneficios y responsabilidades, tanto sociales como ambientales.
66. Como parte de las
perspectivas y deberes de los movimientos populares y de los gobiernos
posneoliberales de América Latina y el Caribe más allá de sus fronteras, se
impone la creación de un Tribunal Internacional de Justicia Climática y
Ambiental, encargado de juzgar a países que no cumplen con sus compromisos ni
con los tratados internacionales que ellos mismos refrendaron. Será necesario
considerar que debe ser una institución que evite reproducir las asimetrías
características de los organismos vigentes y que garantice mecanismos de
coerción reales, considerando la enorme diferencia entre los niveles de consumo
de los países centrales y los periféricos.
67.- Por otra parte, en
la lucha contra el capitalismo en crisis se requiere priorizar más que nunca
las que José Martí denominó “trincheras de ideas”, sin perder de vista, como él
mismo señalara en abril de 1895, que “De pensamiento es la guerra mayor que se
nos hace: ganémosla a pensamiento.” Para lograrlo, debe emprenderse con
celeridad el lento y trabajoso proceso de subordinar los medios de comunicación
privados a los intereses de las grandes mayorías, pues en tanto aquellos sean
controlados por las clases dominantes, actuarán como promotores de la cultura
del derroche, de la banalización de la historia y de la identidad; en fin, como
reproductores de la ideología hegemónica de la dominación, la exclusión y la
manipulación, centrada en la despolitización de lo cotidiano y en la pérdida de
la memoria colectiva, hasta logar el control absoluto de cualquier sociedad.
68.- En la batalla contra
los medios hegemónicos, será necesario establecer estrategias de comunicación
claras y consensuadas que permitan la creación de proyectos alternativos de
prensa gráfica y digital y fomenten la utilización intencionada e inteligente
de las redes sociales y de las radios, las pequeñas televisoras y otros
espacios culturales a nivel comunitario. Estos espacios/medios pueden
constituirse en herramientas útiles para (re)construir el sentido común, la
conciencia colectiva y los sentidos de pertenencia. Tales estrategias de
comunicación deben proponerse arropar el rol protagónico de los jóvenes y las
mujeres, apuntando a la toma de conciencia no sólo desde lo político, sino
también desde todo el espectro cultural de lo local, lo nacional y lo regional.
69.- El presente siglo no
puede tener otro horizonte que la inexistencia de una civilización que ha
subordinado todos los aspectos de la vida, incluida la muerte, a una maquinaria
de acumulación de ganancias; que ha sometido a la dictadura del lucro a la
producción, la ciencia, la tecnología, la educación, la política, el ocio, la
naturaleza, y, por si fuera poco, a cualquier forma de intercambio comercial,
por ingenua que parezca. La comunitarización universal de todas las relaciones
humanas con la naturaleza, pasa por un largo y complicado proceso de transición
en el que se desarrollarán enconadas batallas entre la civilización dominante,
la del capitalismo decadente, y la nueva civilización socialista, que ya emerge
desde los intersticios, las grietas y contradicciones del propio capitalismo.
70.- En ese contexto, la
necesidad y posibilidad de fundar un contra-poder popular y conquistar el poder
político, por parte de la izquierda, constituye una oportunidad para dar la
batalla entre el viejo Estado --que monopoliza las decisiones asociadas a
las elites capitalistas transnacionales y locales--, y un nuevo Estado, que
cada vez democratice y fundamente más sus decisiones en las comunidades, en los
movimientos sociales, en los diversos sectores populares que componen la
sociedad civil y política. Debemos apostar por el desborde democrático, hasta
lograr la superación de la democracia fósil, meramente representativa, y
alcanzar la democracia comunitaria, de género, multicultural, multiétnica,
verdaderamente participativa.
71.- Esta será una
batalla por el predominio de la democracia en todas las vertientes de la vida
en sociedad, una democracia que envuelva y atraviese las disímiles actividades
cotidianas de todas las personas; desde la cultura hasta la política, desde la
economía hasta la educación. Una batalla de la que también formará parte la
lucha nacional e internacional por la ampliación de los bienes comunes y por la
gestión común de esos mismos bienes, como son el agua, la salud, la educación,
la ciencia, la tecnología, el medio ambiente.
72.- En esa batalla entre
la civilización capitalista dominante y la civilización comunitaria emergente
—que comenzará a gestarse a partir de las características nacionales de cada
país—, se conjugarán diferentes formas de propiedad, desde la estatal hasta la
comunitaria y la privada, pero todas ellas en función de la socialización de la
producción y de la apropiación social de los resultados. En ese contexto, un
Estado revolucionario debe ayudar a que lo comunitario se expanda, se
fortalezca y pueda superar más rápidamente los obstáculos que se interponen en
su camino. La comunitarización de la economía solo puede ser una creación
heroica de los propios productores y consumidores.
73.- La apuesta por la
toma del poder y la conquista del Estado, es la apuesta por un largo proceso de
transición en el que el Estado revolucionario, los partidos y movimientos
sociales se fusionan para apuntalar y expandir o disputar la democratización de
las decisiones, el desmontaje permanente de la lógica del lucro, en aras de la
lógica comunitaria y la apuesta al intercambio armónico entre el ser humano y
la naturaleza en la producción de la riqueza y en el vivir cotidiano.
A modo de conclusión
74.- Durante el primer
decenio del siglo XXI se produjo una contraofensiva de las fuerzas opuestas a
todos los procesos de cambio que, desde el triunfo de la Revolución
bolivariana, comenzaron a gestarse en América Latina y el Caribe. Aunque esa
contraofensiva no pudo derrotar a la mayor parte de los gobiernos
revolucionarios, reformadores o reformistas instalados en este continente, ni
evitar nuevas victorias electorales de las fuerzas políticas populares en
algunos países de Centroamérica y el Caribe, produjo una especie de
ralentización o reflujo en varios de los procesos de cambio que venían
desarrollándose y, por tanto, en las luchas por la “segunda independencia” de
Nuestra América.
75.- En la coyuntura
actual se nos plantea la necesidad impostergable de realizar una valoración
ponderada de los progresos antineoliberales que hasta ahora se han obtenido,
así como de profundizar en los debates que se han realizado sobre los límites
de los diversos procesos de cambio que se están desarrollando en la actualidad
en América Latina y el Caribe. Aunque resulte obvio decirlo, no habrá
consolidación de lo alcanzado hasta aquí, si la marcha se detiene o si se cae
en la trampa del inmovilismo posibilista. Mucho más porque las evidencias
históricas --entre ellas, la experiencia de la Revolución cubana-- indican que
la única garantía para evitar retrocesos, es la constante profundización de los
procesos antiimperialistas y anticapitalistas, y la socialización de la
propiedad, la economía, los servicios públicos, el poder y la cultura.
76.- En este contexto
habría que señalar que, si bien actuar dentro de la democracia representativa
ha constituido un recurso empleado por la izquierda para avanzar en la lucha
por la liberación de los pueblos, una vez que se logra la instauración de un
gobierno posneoliberal mediante la vía electoral, las dinámicas de los mecanismos
de la democracia representativa incrustados en las estructuras
político-estatales republicanas, tienden a favorecer a la burguesía y al
capital, con indudable perjuicio para los propios procesos de cambio y para la
conciencia política y social. Por eso, se torna imprescindible crear instancias
de democracia directa, participativa, lo más nutridas posibles, para
contrarrestar esa tendencia negativa y evitar que se estanquen o retrocedan las
gestiones al servicio del pueblo.
77.- De modo que la ampliación
de los márgenes de la democracia, mediante la participación popular y directa
en la construcción del poder popular, y la educación política de las masas,
constituyen armas sumamente eficaces para derrotar la contraofensiva de Estados
Unidos y sus aliados en la región.
78.- Como se ha visto,
prácticamente en todos los países latinoamericanos y caribeños en los que se ha
emprendido procesos de cambios favorables a los intereses nacionales y
populares, esa contraofensiva ha demostrado que cada avance --por muy moderado
que sea-- hacia la construcción de una sociedad, no sólo posneoliberal, sino
poscapitalista, desencadenará las más feroces reacciones de la derecha y de sus
garantes imperialistas, con múltiples tácticas, recursos y estrategias, tanto
encubiertas como declaradas.
79.- Ese comportamiento
se mantendrá en los próximos años, durante los cuales la lucha entre lo nuevo y
lo viejo, entre la revolución y la reacción, se agudizará en diferentes países
del continente y, en especial, como hemos señalado, en la República Bolivariana
de Venezuela. Si la contrarrevolución lograra triunfar en ese país, el
escenario más probable sería una cruenta guerra civil que desestabilizaría a
toda la región y, en particular, a sus gobiernos posneoliberales. No hay ni
habrá, entonces, tarea más apremiante para todas las fuerzas progresistas, los
movimientos populares y los liderazgos transformadores en Nuestra América, que
patentizar por todas las vías a su alcance la mayor solidaridad con el pueblo
bolivariano y chavista y con el gobierno presidido por el compañero Nicolás
Maduro.
80.- Al saludar todo paso
firme de cualquier Estado y gobierno hacia la autodeterminación y hacia las
reformas sociales y políticas que debiliten y desmonten el orden impuesto por
la globalización neoliberal, y al reconocer todo esfuerzo de unidad e
integración no subordinada a EEUU, ni a otros centros imperialistas, estamos
convencidos de que resulta imprescindible renovar, recrear y unificar en cada
país la gran diversidad de fuerzas sociales, políticas y culturales con
capacidad de asumir y profundizar cada proceso transformador e impulsar nuevas
y originales acciones que contribuyan a la construcción de una Patria Grande
latinoamericana y caribeña, social y políticamente liberada. Una meta tan
trascendente, como sería lograr nuestra impostergable unidad de acción, exige
que traspasemos fronteras, erradiquemos dogmas y revitalicemos, con renovadas
expectativas, el internacionalismo y el latinoamericanismo de los fundadores de
la idea de la gran patria latinoamericana y caribeña, y de sus continuadores
más cercanos, entre los cuales figuran, por el mérito de sus grandes aportes,
los comandantes Fidel Castro Ruz y Hugo Chávez Frías.
Edición: 2 de junio de 2015.
Participantes
del taller internacional, por orden alfabético de los nombres:
Ángel Guerra (Cuba), Arantxa Tirado (Estado Español), Darío Salinas
(Chile), Esteban Rivero (México), Fernando Sánchez Cuadros (Perú), Gilberto
López y Rivas (México), Héctor Díaz-Polanco (México), John Saxe-Fernández
(México), Jorge Casals (Cuba), Jorge Veraza (México), Josefina Morales
(México), Katu Arkonada (País Vasco), Lila Molinier (Paraguay), Luis Suárez
(Cuba), Marco Gandásegui (Panamá), Nayar López Castellanos (México), Omar
González (Cuba), Raúl García Linera (Bolivia), Silvina Romano (Argentina),
Tamara Barra (México).
Hicieron
llegar sus aportes por escrito:
Frente Guasú (Paraguay), Narciso Isa Conde (República Dominicana), Paula
Klachko (Argentina), Sergio Rodríguez Gelfenstein (Venezuela), Tania García
(Cuba).
El equipo
de coordinación del taller y de redacción de la versión final de este
documento, estuvo integrado por:
Ángel Guerra, Katu Arkonada, Luis Suárez Salazar y Omar González.
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