sábado, 9 de enero de 2016

Argentina: La letra esperada

Detrás de las ambigüedades discursivas del “diálogo” y la “unidad nacional” de Macri, se esconde el resguardo de intereses económicos y financieros concretos que aspiran a volver a ocupar los primeros lugares dentro del Estado como fue en los años 90.

Maximiliano Pedranzini* / Especial para Con Nuestra América
Desde Misiones, Argentina

El triunfo de Mauricio Macri en las elecciones del 22 de noviembre de 2015 puso en perspectiva un nuevo ensayo político-económico del neoliberalismo bajo el signo ideográfico de la letra “M”. Y todo ensayo que haga el neoliberalismo en nuestra región trae miseria, marginalidad y represión. La experiencia histórica de las últimas cuatro décadas así lo demuestran.

Asimismo, el formato elegido por el nuevo gobierno para llevar a cabo este experimento son los decretos de necesidad y urgencia (DNU), quien inaugura un ciclo que tiene como objetivo restaurar a partir de decretazos y reformas al sistema cambiario y tributario el orden neoliberal que dominó al país austral y la región.

Esta es la letra esperada. Esperada ansiosa por las corporaciones transnacionales y del capital financiero como HSBC, JP Morgan, Goldman Sachs, Banco Galicia, Bank Boston, ICBC, Deutsche Bank y Citibank quienes comenzaron a preparar -a través del Estado- el terreno para el surgimiento de una nueva deuda externa. Esperada por los monopolios mediáticos como Clarín quien fue autor intelectual de la llegada del ex jefe de gobierno porteño a la Casa Rosada.

El asesor ecuatoriano del PRO Jaime Durán Barba decía hace algunas semanas en una entrevista la siguiente frase: “Termina una década ganada y se abre una ilusión”. Sin duda. Una ilusión para el poder económico y sus personeros locales que se está haciendo realidad con el correr de las horas.

Detrás de las ambigüedades discursivas del “diálogo” y la “unidad nacional” de Macri, se esconde el resguardo de intereses económicos y financieros concretos que aspiran a volver a ocupar los primeros lugares dentro del Estado como fue en los años 90.

La “M” se convirtió en la letra esperada por las grandes empresas multinacionales, los organismos multilaterales de crédito y la embajada de EE.UU. que se perfilan tras la revancha después de 12 años de gobierno progresista y distribucionista. Se firmó con esta letra un pacto con el neocolonialismo, dando paso para que ellos sean quienes gobiernen abiertamente los destinos de este país.

Lo inesperado trae consigo un cambio real que marca una época, cuyo espíritu se fundamenta en la sorpresa ante los movimientos predecibles que da el presente, ante el oprobio heredado de tiempos anteriores. Eso supo ser el kirchnerismo como fenómeno político de masas. Lo esperado, sin embargo, es lo vivido con anterioridad. Lo experimentado de forma negativa y funesta que tiene más el sabor amargo del pasado que a otra cosa. Un pasado oscuro que atormentó a todo un pueblo desde la desigualdad y la represión comienza a repetirse, ya no como tragedia, sino como farsa.

Allá por el 2003, la “K” se había transformado en la letra inesperada por lo que significó en términos políticos, económicos y sociales. Después de más de una década de gobierno, la balanza se invierte en contra frente a cualquier expectativa y lo que alguna vez se combatió con ahínco y que se constituiría en la razón de ser y basamento ideológico retornó robustecida, con un semblante distinto al de los ´90, pero igual en esencia. La esencia no cambió, solo la apariencia, su exterioridad, vestida de desmemoria con los colores del olvido, la revancha y el resentimiento.

Los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner confrontaron con los grandes grupos económicos hasta el final, y este gobierno entrante les abre las puertas para que sean, en efecto, los que ejerzan el poder. La transición hacia el saqueo, la desigualdad y la concentración de la riqueza no se hará esperar, tiempo suficiente para dar -como dice Lenin- “un paso adelante, dos pasos atrás”. Con la derrota electoral de los sectores populares, estamos comenzando a dar esos dos pasos para reunir fuerzas y tomar impulso. Pasos que nos tienen que ayudar a reflexionar sobre nuestras contradicciones y repensar el horizonte de nuestra emancipación.

Recordando las palabras del gran Néstor Kirchner en 2007: “Hoy lo pueden llamar Mauricio, pero siempre es Macri. Acuérdense, Mauricio es Macri”, y esto es algo que nunca debemos olvidar”.

*Ensayista. Integrante del Centro de Estudios Históricos, Políticos y Sociales “Felipe Varela”, de Argentina.

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