Después de lo ocurrido con los triunfos derechistas en Argentina y
Venezuela, se vuelve necesario el tema de las mentalidades empresariales sobre
el desarrollo y el bienestar social. Porque ha sido inmediata la euforia en
este sector con la posibilidad del retiro del Estado y el retorno a economías
abiertas y empresariales.
Juan J. Paz y Miño C. / El
Telégrafo (Ecuador)
Pasé varios días en Europa. Buen tiempo para alejarse del país y ver su
coyuntura a la distancia y, además, con la posibilidad de hacer comparaciones.
Siempre he resaltado el sistema
de economía social de mercado, sobre cuyas bases se edificaron los Estados de
bienestar europeos, aunque ahora también son golpeados con el avance del
neoliberalismo, lo cual demuestra que, tanto en Europa como en América Latina,
esta ideología económica, que solo responde a los intereses empresariales sin
importar la situación de los pueblos, resulta perniciosa en todo el mundo.
A pesar de los retrocesos y
recortes, en Europa el Estado es un agente económico fundamental y un regulador
permanente. Se cobran altos y variados impuestos. El Estado garantiza educación
pública gratuita, seguridad social universal y fuertes normas sobre el trabajo.
El bienestar humano logrado en los países nórdicos es admirable. Noruega vive
un socialismo del siglo XXI. Sin embargo, en la misma Europa se considera que
el ‘Estado de bienestar’ no es el mismo de antes o simplemente ya no existe.
Cabe recordar que en Ecuador la
Constitución de 1998 es la única que proclamó la ‘economía social de mercado’,
un concepto que, desde luego, era distinto al europeo, porque fue el disfraz
con el que se revistió la economía neoliberal garantizada por esa Constitución.
Hasta hoy las derechas económicas del país dicen querer una economía social de
mercado, pero la entienden como simple economía neoliberal, pues añoran un
paraíso sin Estado ni impuestos, sin regulaciones, con trabajo flexible,
seguridad social privatizada. El modelo de economía social de mercado europeo
sería la presencia del ‘comunismo’ entre nosotros.
Los empresarios europeos admiten
el sistema, se benefician de él y lo potencian. Su mentalidad sobre el
desarrollo y el bienestar contrasta con las derechas empresariales
latinoamericanas. En Ecuador, un expresidente de la república, otrora
académico, escribió algo sobre las actitudes y mentalidades empresariales en el
país, en su libro sobre el poder político. En definitiva, describió a los
empresarios como rentistas y conceptualmente atrasados.
Podría decirse que eso ocurría hace
cuatro décadas. Pero apenas hace algunos años dirigí una investigación que
sistematizó los pronunciamientos de las cámaras de la producción entre 1979 y
2006. Allí se comprobó la limitada conciencia empresarial, el usual
posicionamiento político de los líderes del sector y su corto enfoque sobre las
responsabilidades sociales y laborales.
Pero después de lo ocurrido con los triunfos derechistas en Argentina y
Venezuela, se vuelve necesario el tema de las mentalidades empresariales sobre
el desarrollo y el bienestar social. Porque ha sido inmediata la euforia en
este sector con la posibilidad del retiro del Estado y el retorno a economías
abiertas y empresariales.
Lastimosamente, las mentalidades de las derechas empresariales parece
que no cambiaron, pese a las nefastas experiencias del ‘neoliberalismo’ de las
décadas de 1980 y 1990. Hoy niegan incluso un mínimo de capitalismo social.
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