El nuevo
hombre fuerte de Argentina, claro, cuenta con el silencio cómplice ante sus
desmanes de los medios corporativos argentinos, latinoamericanos o
internacionales como CNN en español.
Ángel Guerra Cabrera / LA JORNADA
Macri, la
nueva estrella de la derecha regional. Hombre de pelo en pecho y mentiroso, los
modos republicanos que prometió en campaña los han traducido en burla
sistemática de la Constitución y las leyes. Vulnera obsesivamente el estado de
derecho, supuestamente tan caro a sus patronos de Estados Unidos e Israel, del
corporativo de medios Clarín, del libelo La Nación, así como del capital
financiero, incluidos los democráticos fondos buitres a los que ya rinde
pleitesía.
El ex
gobernador de la ciudad de Buenos Aires ha firmado más decretos de necesidad y
urgencia (DNU) en poco más de un mes que todos los emitidos por Cristina
Fernández en dos mandatos presidenciales. Ninguno de ellos atiende
circunstancias excepcionales como las que exige el texto constitucional, puesto
que los temas abordados podían esperar a que el Congreso reinicie sesiones.
Los DNU
macristas son típicos de una dictadura militar, como el nombramiento de los
jueces de la Corte Suprema sin la aprobación del Senado por primera vez en la
historia argentina, o la derogación de la Ley de Medios, intervención ilegal
del órgano que la tutela y desmantelamiento del sistema de medios públicos. El
nombramiento de los jueces provocó tal escándalo que debió retirarlo,
presionado también por el fallo en contra de un juez federal. Sin embargo, en
el caso de la Ley de Medios Macri ha hecho caso omiso de otro fallo semejante
que tumba sus ukases.
Su ofensiva
contra los trabajadores no tiene nada que envidiar a gobiernos neoliberales
ortodoxos como el de Menem y los mexicanos. No me refiero sólo a los 18 mil
empleados del Estado que ha enviado a la calle alegando mendazmente que cobran
sin trabajar, a los muchos en lista de espera y a la represión iniciada contra
la protesta social. También a los cientos de millones de dólares que en tan
poco tiempo ha despojado al pueblo para transferirlos al gran capital
financiero y al agronegocio, a través de medidas como la devaluación, la
liberalización de los precios y la exención de impuestos a los exportadores del
campo.
Típicamente
dictatorial ha sido la salida del aire del prestigioso conductor y periodista
Víctor Hugo Morales, arropado a las 48 horas por una multitud en Plaza de Mayo
a la que llamó a rebelarse contra los atropellos macristas. El de Víctor Hugo
era uno de los pocos espacios críticos que quedaba después del cierre de los
públicos.
El nuevo
hombre fuerte de Argentina, claro, cuenta con el silencio cómplice ante sus
desmanes de los medios corporativos argentinos, latinoamericanos o
internacionales como CNN en español. También del tal Almagro, nuevo secretario
general de la pestilente OEA y reptil de alquiler de Washington.
Eso sí,
esos mismos medios enfilan a toda hora sus baterías contra la Venezuela
bolivariana de la manera más burda y grosera, al igual que lo hace Almagro en
un vulgar acto de injerencia y doble rasero, convertido en vocero regional de
la contrarrevolución venezolana.
En
Venezuela ya el liderazgo contrarrevolucionario en la Asamblea Nacional tuvo
que retroceder en su intento de desacato al Tribunal Supremo ante la firme y
serena actitud de la minoritaria bancada chavista y el repudio popular,
incentivado por su trato como basura de las imágenes de Bolívar y Chávez que
presidían la Asamblea Nacional, también condenado enérgicamente por el alto
mando militar encabezado por el general en jefe Vladimir Padrino, y criticada
hasta por sectores de oposición.
Hay mayoría
opositora en la Asamblea Nacional pero ello no expresa la correlación de
fuerzas en la sociedad venezolana pues gran parte del pueblo es bolivariano y
chavista, aun los que votaron equivocados o los muchos chavistas que se
abstuvieron de votar agobiados por la escases y el burocratismo, e indignados
por los casos de corrupción sin castigo; la fuerza armada nacional bolivariana
es leal a la Constitución y de vocación antimperialista y socialista.
Ello no
significa que el liderazgo chavista no enfrente el momento de mayor peligro
para la revolución justo en ausencia del genio político de Chávez. Ha sido
inteligente su contraofensiva que, es de suponer, incluya profunda autocrítica,
paciencia, fortalecimiento de la dirección colectiva, continuar la
transferencia de poder al pueblo y ante el embate opositor convocarlo a la
calle, donde el chavismo es invencible.
En cuanto a
Macri, no tardará en desinflarse y hasta podría ser derribado por una pueblada,
como sugirió Atilio Boron, si continúa como va.
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