Los
resultados de las recientes elecciones presidenciales en El Salvador que
favorecieron mayoritariamente la candidatura del joven político Nayib Bukele,
así como enviaron al tercer lugar al principal partido de izquierda, el FMLN,
ya que las poderosas maquinarias electorales de ARENA y del FMLN fueron
literalmente barridas por la avalancha popular de votantes proNayib.
Roberto
Pineda /ALAI
Nayib Bukele, presidente electo de El Salvador |
Esta
situación amerita para el movimiento popular salvadoreño un esfuerzo por
comprender las razones de esta derrota, así como vislumbrar los derroteros que
permitan recuperar la confianza de los sectores populares en una alternativa de
izquierda.
Hay
una nueva realidad política desde marzo del año pasado que se pretende ocultar
vía voluntarismo, mesianismo y sectarismo, pero mientras no se le reconozca
crítica y autocríticamente, no se lograra superarla y el aislamiento de la
izquierda será mayor.
Y
todo esto en el marco de una creciente y exitosa ofensiva de la derecha a nivel
latinoamericano. Pero también en el marco de las combativas marchas de los
chalecos amarillos en Europa. A continuación identificamos algunas tendencias
en este todavía confuso y complejo panorama.
Antecedentes
La
ruptura del FMLN con Nayib Bukele, exalcalde de San Salvador, fue un grave
error estratégico más que táctico ya que: a) rompe la alianza política
construida con importantes sectores del capital árabe a partir de la
candidatura de Mauricio Funes en 2007, para privilegiar alianza con sectores de
capital transnacional. Esta alianza con el capital árabe era clave para
enfrentar políticamente al capital oligárquico representado en ARENA, b) esta
ruptura crea una brecha política entre sectores revolucionarios (Frente) y
sectores democráticos (Nayib) lo que debilita las fuerzas por el cambio social
e históricamente siempre ha conducido al fracaso de proyecto popular y c)
indiscutiblemente Nayib es el personaje político más carismático de los últimos
50 años, y enfrentarlo electoralmente fue un claro ejemplo de prepotencia y
evidente suicidio político.
La situación
Los
resultados del 3 de febrero pasado colocan a la izquierda y al FMLN como su
principal representante, en la más peligrosa crisis de su historia de 40 años;
ya que no es una crisis derivada como en el pasado (1981) de una derrota
militar o incluso electoral (1999). Va más allá. Es una crisis política de
legitimidad del ya centenario proyecto histórico de la izquierda ante los ojos
y el corazón de la gente.
Un
problema básico es que la gente confunda lo que es el proyecto de izquierda
histórico con esta oferta electoral coyuntural del FMLN y esto golpee el
imaginario de izquierda en la población Está claramente en lo profundo del
pensar popular el cuestionamiento y la disputa sobre la idea del cambio social.
Eso es lo que está en juego. Y de la forma como se resuelva esta crisis depende
la viabilidad no tanto del partido FMLN sino de la idea de transformación
social, de su fundamentación ideológica y principalmente ética.
La
acumulación política (respaldo popular) lograda por el FMLN en sus primeros
doce años (1980-1992) de enfrentamiento con la dictadura militar y la
intervención de Estados Unidos, que le permitieron lograr los Acuerdos de Paz
de 1992 y alcanzar la presidencia en el 2009 se encuentra seriamente golpeada,
sino agotada.
Y
lo logrado en acumulación política en estos diez años de gobierno (2009-2019)
por su naturaleza clientelar, se evapora rápidamente, pasando en cinco años,
(2014-2019) de primera a convertirse en tercera fuerza política del país, no
obstante ser la fuerza electoral mejor organizada.
Frente
a esto surgen diversas explicaciones y se abren diversos escenarios de futuro
como fuerza política de izquierda y de cara a los sectores populares.
Las explicaciones
Hemos
escuchado diversas narrativas que pretenden explicar el desenlace electoral.
Para algunos y algunas, la razón de este desenlace adverso radica en que “la
gente es desagradecida”, “tanto que les hemos dado y nos dieron la espalda”. La
gente es la culpable, incluso algunos se atreven a calificar de traición la
decisión popular pro-Nayib.
Otros
aceptan el discurso de la culpabilidad pero lo achacan -como el expresidente
Funes- a una supuesta “falta de información” de la gente que permitió que Nayib
los embaucara. La tesis es que la gente es ignorante y se deja fácilmente
manipular. Otros le restan importancia a este desenlace ya que es “una crisis
más que vamos a superar”, “de peores crisis hemos salido”. O sea el
voluntarismo.
Otros
alegan que el gane de Nayib no es representativo porque solo votó el 50% de la
población, o que se debió a la práctica mediática del exfiscal Douglas Meléndez
(La Página) y hasta algún partidario de la teoría de la conspiración acusa a la
todopoderosa CIA de este descalabro electoral (terminar con el 14 % de la
votación).
En
realidad el fenómeno es multicausal, pero tiene fuertes raíces internas, se
debe a un rechazo popular generalizado a diversos errores y conductas, entre
estas a una actitud blanda frente a la corrupción (caso Funes, los
sobresueldos), a estilos de vida suntuosos, a políticas clientelistas, al
abandono y debilitamiento de la organización y lucha popular, al peso subjetivo
de 27 años de lucha electoral, etc. Aquí es que radican las causas profundas de
esta derrota. Uno de los principales errores políticos cometidos por la
dirección del Frente es el respaldo a personajes vinculados a hechos de
corrupción como el expresidente Funes, del cual debería rápidamente separarse.
Las respuestas
La
dirección de ARENA se adelantó ya a responder a esta crisis, con medidas de
renovación, ya que adelantarán las elecciones internas y los integrantes de la
actual conducción no podrán participar. Esto en el marco del surgimiento de
voces disidentes en su fracción legislativa que reclaman por una renovación
profunda.
En
el caso del FMLN, estas voces son más escasas, como es el caso del alcalde de
San Marcos, Fidel Fuentes. Y predomina todavía en el análisis un esfuerzo por
echarle la culpa a factores externos. Mientras más se tarde el Frente en su
“evaluación” y en tomar medidas creíbles de renovación, la factura política
será mayor, de cara a la gente que en su imaginario, han pasado a desplazarse
del rojo hacia el celeste como símbolo de esperanza, de futuro, de utopía.
Las lecciones
La
experiencia salvadoreña de diez años de gobierno del FMLN enseña que los
cambios desde arriba (el poder popular desde arriba, los gobiernos de
izquierda) solo pueden consolidarse con un fuerte poder popular desde abajo, si
no, resultan frágiles y temporales, son fácilmente reversibles. Solo la
organización y la conciencia popular garantizan la continuidad de los cambios.
Queda
comprobado que los programas sociales no se traducen en votos, ni mucho menos
en conciencia y organización. Son diez años de asistencialismo puro y la gente
recibió la ayuda y votó por Nayib. Construir poder popular exclusivamente desde
arriba es condenarse al fracaso más temprano que tarde. Y podemos fácilmente
vernos en el espejo de Brasil y Venezuela.
Para
los Estados Unidos, ninguno de los tres candidatos constituyó una amenaza, no
obstante que paradójicamente sea Calleja, el candidato de ARENA y dueño de
Selectos, el único que a nivel empresarial le disputa a Walmart el monopolio
del comercio al por menor. Pero por la experiencia de estos últimos diez años
lo más recomendable hubiera sido Hugo, ya que así se continuaría garantizando
mantener a raya la protesta popular frente al modelo neoliberal. Nayib
constituye una incógnita, lo que genera incertidumbre. Y Callejas podría
fácilmente desencadenar la movilización social, que es lo que junto con las
“caravanas” se considera para el imperio como amenaza principal a evitar.
Las
relaciones con la RPCh sí son un elemento de preocupación, ya que les
desestabiliza a los EE.UU., el orden regional vigente y es un desafío abierto a
su dominación, aunque desde el marco de una misma economía-mundo capitalista.
Interesantemente, el gobierno Funes inició desafiando a la oligarquía al abrir
relaciones con Cuba y el gobierno Sánchez Ceren concluye desafiando a los
Estados Unidos al abrir relaciones con China Popular.
Los escenarios (internos) a futuro
Puede
preverse cuatro escenarios a futuro con relación al Frente y su digestión de
esta crisis:
Existe
la posibilidad de una situación en la que se combine falta de renovación con
fragmentación. En caso de existir resistencia a abandonar los cargos de
dirección -y esto es lo mínimo que la población demanda para volver a confiar
en este instrumento político-, seguramente se ampliará el horizonte de
fragmentación a lo interno, y de castigo popular en las elecciones del 2021.
El
segundo escenario, es el que no haya renovación pero se mantengan unidos. Es el
escenario de la trinchera, del autismo. Sería la repetición de lo que sucedió
luego de la también derrota electoral del año pasado en las elecciones
legislativas y municipales, en que se perdió San Salvador y se redujo la
fracción legislativa, y no se hicieron cambios. Manejaran el conflicto interno
pero no recuperaran el favor popular y seguramente seguirán disminuyendo
electoralmente en las próximas elecciones del 2021.
Un
tercer escenario es que haya renovación pero divididos. O sea que un sector
abandere la renovación y logre el respaldo de la militancia para impulsarla –incluso
desde una visión claramente socialdemócrata- pero esto lleve a una ruptura
incluso pública con otro sector que se aferre a una visión más conservadora.
Un
cuarto escenario, el más positivo pero a la vez quizás más lejano, es que haya
renovación y a la vez se mantengan unidos los diverso agrupamientos. Esto
permitiría cohesionar a la militancia, renovar los vínculos con los sectores
populares y dar inicio a un proceso de democratización que revitalizaría al
instrumento político en el nuevo panorama surgido a partir de estas elecciones
presidenciales.
Los escenarios (externos) a futuro. Actitud frente
a Nayib (presidente electo)
En
el caso de Nayib, ya se le está calificando como peón del imperio. Y mientras
más se le ataque más se le va empujar hacia esa dirección. Nayib es una persona
de izquierda democrática, socialdemócrata. Y de lo que hagamos como izquierda
va depender que sea un socialdemócrata de derecha, de centro o de izquierda. El
gobierno de Nayib será ideológica y políticamente un gobierno en disputa.
Existen
básicamente dos escenarios:
La oposición.
Una
posibilidad es que se defina una línea de desgaste hacia Nayib y se trabaje
para descalificar al gobierno. Esto será fuertemente criticado por los sectores
populares y conducirá más temprano que tarde hacia un mayor aislamiento.
Seguramente ARENA tratara de buscar en el FMLN un aliado firme para descarrilar
el gobierno de Nayib. Ojala el FMLN no se preste a este cometido. Si va haber
una oposición acrítica que la desempeñe ARENA. El peligro está en convertirse
de hecho o de derecho, en socio menor de una alianza anti Nayib conducida por
FUSADES-ANEP-ARENA.
El apoyo crítico.
El
próximo gobierno de Nayib será un gobierno en disputa, entre sectores de
derecha y sectores de orientación popular. Qué tanto avance o retroceda
dependerá de la presión popular y las alianzas. En este marco es clave la
búsqueda de un acuerdo desde ya, desde antes que asuma en junio el gobierno,
que comprenda el compromiso de garantizar los programas sociales, un rumbo
independiente en política exterior, la no privatización del agua, etc. Esto
será seguramente aplaudido por los sectores populares y permitirá una
valoración positiva del esfuerzo.
Se
necesita tender puentes hacia el nuevo bloque emergente de poder para tratar de
influir y participar en pugna por el futuro rumbo, los gringos lo han entendido
bien y ya están dando su apoyo, y seguramente lo mismo hará la Unión Europea e
incluso los recién llegados chinos y esto ponerlo en el mapa de lo que pasa en
Venezuela y Nicaragua. Finalmente… entre las personas como entre las fuerzas
políticas, cuando se ha perdido el rumbo lo más adecuado es regresar a nuestras
raíces.
6 de febrero de 2019
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