Nunca como en
este gobierno los sectores neoliberales se han
mostrado aglutinados de manera tan estructurada como ahora que, según el
FMI, se avecina una crisis económica similar a la de 2008.
Arnoldo Mora Rodríguez / Para Con Nuestra
América
Con el inicio
de un nuevo año solemos en nuestra vida privada y familiar hacer un balance de
lo que ha sido el año que termina y formular promesas, tendientes a mejorar
nuestra conducta y de promover todo aquello que
sea favorable a la realización de
nuestros sueños. Esto mismo solemos
hacer en referencia al gobierno nacional, sobre todo cuando apenas inició sus
funciones a partir el 8 de Mayo recién
pasado. Sin embargo, no sería juicioso hablar de lo que será en el resto del cuatrienio, ya que en el
panorama de la política actual, tanto
local como internacional, todo cambia
con una velocidad supersónica que convierte en efímero cuanto sucede en el
presente.
Comencemos
por reconocer que este ha sido un año atípico en el ámbito político, pues lo
tradicional ha sido que durante el primer año de una administración se
aprovecha la “luna de miel” que el pueblo concede al nuevo equipo gobernante
para acomodar las piezas fundamentales del engranaje del
nuevo gobierno, a fin de garantizarse de que sus prioridades políticas sean el eje conductor
de su acción como gobernantes; aunque se presumía que esto no sucedería en este
caso, dado que era el mismo partido - el PAC- el que había ganado, por lo que
se esperaba que hubiera una cierta continuidad. Pero esto no sucedió. Ya el
candidato del partido oficial, Carlos Alvaro,
durante la campaña había dado muestras de distanciamiento frente al
presidente Luis Guillermo Solís, a pesar de haber pertenecido a su
gabinete.
Por el
contrario, Alvarado buscó el apoyo del fundador del partido, Ottón Solís,
quien, desde su curul de diputado, elegido a propuesta del propio Luis Guillermo Solís, se había
convertido en implacable crítico del primer gobierno del partido que él había fundado. Aduciendo que Carlos Alvarado sí era un
auténtico representante de los ideales y
principios que lo habían inspirado para fundar el PAC, Ottón trabajó intensamente
durante la campaña en que Carlos Alvarado logró la presidencia por amplia
mayoría, si bien con una significativa reducción de votos para diputados; lo
cual lo convertía en un gobierno de una minoría aún más frágil que el anterior.
Esto se debe a la dinámica de las dos campañas electorales que se escenifican
en la vida política nacional. En la del primer domingo de Febrero el pueblo
vota en función de sus gustos partidarios para escoger a los diputados que
compondrán la Asamblea Legislativa.
En las
segundas elecciones, los ciudadanos eligen a los representantes del Poder
Ejecutivo, no escogiendo a los que
considera mejores, sino a los menos malos entre las dos propuestas; lo cual
hace que la mayoría elige a un presidente
que no es el candidato escogido por su partido; lo que, en buena medida,
explica que a los pocos meses de las elecciones, el nuevo presidente sufra una estrepitosa
caída en su popularidad. Lo cual se agrava si, como en este caso, se le haya dicho al electorado que la primera
medida que adoptaría para paliar la crisis fiscal fuera imponer nuevas cargas
impositivas, pero sin dar mayores detalles; lo cual representa una verdad a
medias. Todo lo cual explica que este
gobierno no tuviera su tradicional luna de miel; todo lo contrario, las
protestas sociales se multiplicaron a lo largo y ancho de la geografía
nacional, que condujeron a la huelga
encabezada por los gremios que aglutinan al sector público,
especialmente del sector docente. Esa “huelga”, que más bien debe ser
considerada como una amplia protesta social que va más allá de lo meramente
reivindicativo y gremial, es la más larga de las últimas décadas. Por lo que no
nos debe extrañar que actualmente el presidente Alvarado es el jefe de Estado
peor calificado en el poco tiempo que lleva de ser inquilino de Zapote.
Ya desde la segunda parte de la campaña,
Alvarado se alía con sectores dirigentes del Partido Socialcristiano, uno de
los partidos que conformaban el anacrónico bipartidismo y tradicionalmente
representante de los sectores más conservadores; por lo que fue habitual que
fuese acompañado por su candidato, Rodolfo Piza. Carlos Alvarado se promovió
como el candidato no tanto de un partido, el oficial, como lo hizo durante la
primera etapa de la campaña, sino como la expresión de una alianza conformada por diversos partidos para enfrentar exitosamente a un sorpresivo candidato, cuyo partido
representaba una peligrosa tendencia al fundamentalismo religioso, a contrapelo
de los principios prohijados por el liberalismo político que
rigen la institucionalidad republicana costarricense desde finales del siglo
XIX. Una vez incida la labor de la actual Asamblea Legislativa, esta alianza se
extendió al Partido Liberación, cuya bancada es la más grande; como se mostró
en el hecho de que Liberación propusiera al PAC para encabezar el directorio de
la Asamblea Legislativa; esto nos
permite afirmar que hoy gobierna al país
una troika o una alianza estratégica tripartita, cuando de asuntos socio-económicos
se trata.
Esta
abigarrada representación de tan diversas y antagónicas tendencias ideológicas
y políticas en la cúpula gobernante,
para cualquier observador agudo, debe ser considerada como una auténtica
novedad en nuestra manera habitual de hacer política. Por lo cual no nos ha de
extrañar que, en la práctica, ha demostrado que está lejos de hacerse en
armonía, como lo acabamos de ver en la reorganización del gabinete, que
tradicionalmente hace el Presidente a finales de año.
Dicha
reorganización demostró, si todavía hacía falta, que Rodolfo Piza es hoy mucho
más que un Ministro de la Presidencia, como formalmente lo es; el líder y
derrotado candidato del PUSC es un poderoso primer ministro, es la eminencia
gris o poder detrás del trono de un gobierno formalmente dirigido por un joven
presidente, cuyo ejercicio del poder con frecuencia parece ser más decorativo
y simbólico que efectivo y real; incluso se tiene la impresión de que Carlos
Alvarado sigue en campaña. La caída en
desgracia de la Canciller, Epsy Campbel, figura emblemática del PAC y muy
cercana a su fundador, hoy un tanto alejado del gobierno, demuestra hasta qué
punto Rodolfo Piza detenta el poder real, ya que no le fue difícil sustituirla
por un viejo amigo de su familia; pues el nuevo canciller fue un protegido del padre del actual
ministro de la presidencia durante el tiempo que ambos estuvieron en la Corte
Interamericana de Derechos Humanos. En las pocas ocasiones en que el PUSC y el
PAC en la Asamblea Legislativa han chocado por razones ideológicas, ha sido el
partido de Piza el que ha ganado, como cuando de nombrar Defensor(a) de los
Habitante se trataba: la Sra. Crespo, candidata del partido de Piza y de ideas
conservadoras, se impuso a pesar de la
férrea oposición del partido del Presidente Alvarado.
Nunca como en
este gobierno los sectores neoliberales se han
mostrado aglutinados de manera tan estructurada como ahora que, según el
FMI, se avecina una crisis económica similar a la de 2008. Todo el esfuerzo del
gobierno y de estas fuerzas, luego de lograr aprobar, gracias a un fallo,
dudosamente legal, de la Sala IV, el paquete tributario, a pesar del masivo
rechazo popular (87% de la los ciudadanos estaban en contra), ahora se dirigen
a promover la reforma del reglamento de la Asamblea Legislativa, a fin de hacer aprobar prontamente y con pocas
críticas por parte de los diputados, las
reformas que permitan al país incorporarse a la OCDE. El ingreso a la OCDE
parece ser el único programa de gobierno de la actual administración…
Mientras
tanto, el desempleo llega a niveles nunca antes alcanzado y sigue creciendo,
especialmente entre los jóvenes, la desigualdad social y económica se agranda,
la pobreza ha crecido, lo mismo que la economía informal; todo lo cual es la
causa principal de que la violencia siga
ensangrentado un día sí y otro también las calles, los barrios e, incluso, la
intimidad de los hogares sin que se note una disminución significativa de este
flagelo, que pone al país en un estado de guerra no declarada pero no por eso
menos real. ¿Hasta dónde llegará la crisis generalizada de nuestra amada Costa Rica?
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