En
el siglo XXI, Centro América, por su ubicación geopolítica, se ha convertido en
un terreno de fuego cruzado en el que la soberbia del Norte prepotente y la
soberanía digna del Sur definirán el éxito o el fracaso de la vida en el
planeta.
Ollantay Itzamná / ALAI
Marines estadounideses realizan ejercicios de entrenamiento en la selva guatemalteca. |
Hace
191 años, el 15 de septiembre del 1821, la Capitanía General de Guatemala,
conformada por las provincias de Honduras, Guatemala, El Salvador, Nicaragua,
Costa Rica y Chiapas, proclamaba su “independencia” del dominio español sin
rupturas revolucionarias, ni actos heroicos. Los invasores se “fueron” como
vinieron, y quedaron élites criollas y ladinas rentabilizando el régimen de
despojo establecido por la Colonia. Los primeros se aglutinaron en el partido
conservador, y los segundos, en el partido liberal.
La
motivación de aquella “independencia” sin cambios revolucionarios no fue ningún
proyecto político, sino las ansias de legalizar el comercio de contrabando que
ya practicaban durante la Colonia. Ante la incapacidad de gestar un proyecto
político independiente, la élite “independentista” anexa el territorio
centroamericano al dominio del Imperio mexicano de Iturbide hasta 1823, fecha
en la que éste emperador disolvió su Imperio.
Desde
los inicios, los conservadores fueron dados a entregarse al dominio inglés, y
los liberales, al dominio norteamericano. Ambas élites se sentían incapaces de
“gobernar” con soberanía un territorio que jamás lograron comprender. Hasta que
en 1850, estadounidenses e ingleses
firman el Tratado de Bulwer-Clayton para no agredirse y compartir el dominio
colonial en la Centro América “independiente”.
Es
importante indicar que, como un rayo en cielo despejado, desde las montañas de
Honduras, apareció el criollo liberal Francisco Morazán, con la propuesta de
una República Federal centroamericana. Aquel autodidacta emprendió una ardua
batalla, por casi una década, para hacer de Centro América un pueblo soberano,
con una ciudadanía pensante, pero el oscurantismo clerical (que se resistía a
renunciar al diezmo, servidumbre indígena, etc.) y la avaricia provinciana de
las élites civiles enquistadas en sus feudos, pudieron más. A Morazán lo
fusilaron, en defensa de la religión y de Centro América, el 15 de septiembre
de 1842, en Costa Rica.
En
la segunda mitad del siglo XIX, se intentaron varias revoluciones liberales
inconclusas para modernizar e independizar Centro América, pero todas fueron
aplastadas por el tétrico oscurantismo religioso y la ofuscación mental de los
nuevos patrones. Más sin embargo, este territorio fue entregado en bandeja a
foráneos vendedores de plátano, traficantes de madera, cafetaleros, etc.
Actualmente, hasta las maquilas huyen de países como Honduras, Guatemala o El
Salvador porque las condiciones de muerte son insoportables incluso para los
mismos delincuentes.
Costa
Rica despegó como país porque en las primeras décadas del siglo XX, sus élites
civiles y militares decidieron dar un quiebre histórico, y apostaron con
seriedad y sostenibilidad a un proyecto de país basado en la educación de sus
habitantes. Es decir, estimularon más la razón que la fe. Pero, en el resto de
los países de la región, en las escuelas y universidades aún se sigue enseñando
la Biblia de memoria, haciendo de su población una sociedad crédula, sumisa,
resignada, providencialista, a la espera de la segunda venida del Señor que
nunca llega.
El
siglo XX fue testigo de varios intentos independentistas promovidos por los
sectores sociales de tendencia de izquierda. Pero los terratenientes y
militares, desde los estados plutocráticos, empujaron a la clandestinidad a las
y los portadores de los sueños de dignidad e independencia. Y así, en el monte,
masacraron militarmente a los alzados en armas. En Guatemala la revolución
triunfó antes de las luchas guerrilleras, pero fue abortada por el golpe
militar promovido por el gobierno de los EEUU desde Honduras en 1954. En
Nicaragua, el triunfo transitorio del Frente Sandinista de Liberación Nacional,
en 1979, sembró las bases para el actual proceso sandinista que convierte a
esta nación en el país más seguro y menos violento de la región, fuera de Costa
Rica.
Si
en las últimas décadas del siglo XX Centro América fue convertida en un hangar
militar norteamericano para atacar al fantasma del comunismo en América Latina,
ahora, un incontenible ejército de ejecutivos de empresas extranjeras diseña e
implementa planes para esquilmar los últimos bienes comunes que dejó escapar
los cinco siglos de colonialismo externo e interno. Y, ante la emergente
resistencia social organizada al neoliberalismo recargado, las bases militares
norteamericanas vuelven al territorio que jamás abandonaron “para luchar contra
las drogas”. Un negocio que ellos mismos promovieron y promueven para inyectar
capitales frescos a su sistema financiero que no puede subsistir sin el crimen.
En
el siglo XXI, Centro América, por su ubicación geopolítica, se ha convertido en
un terreno de fuego cruzado en el que la soberbia del Norte prepotente y la
soberanía digna del Sur definirán el éxito o el fracaso de la vida en el
planeta. Y el triunfo de la vida digna y soberana no depende de la voluntad, ni
de la inteligencia de las élites adictas a la dependencia, sino de los nuevos
sujetos sociopolíticos emergentes y atrevidos que emprenden el tortuoso sendero
de la emancipación al que las élites siempre la rehuyeron.
Centro
América no tiene tiempo para continuar esperando al Mesías o al Libertador que
nunca llega, ni llegará. Cada uno de nosotros/as debemos atrevernos a emprender
el camino del amor propio, la autonomía solidaria y del pensamiento crítico.
Centro América no está condena a subsistir por siempre como el panteón o la
frontera de la muerte. Nuestro destino es definir la victoria de la
civilización de la vida que puja desde el Sur sobre la barbarie de la muerte
norteña. Para eso nos puso la Madre Tierra en el centro de nuestra Abya Yala.
1 comentario:
ESTIMADOS HERMANOS:
Solicito confirmarme como el prócer de la independencia centroamericana y de Belice por mi altruismo político y comunista con la América Central del parlamento centroaméricano y de Belice.
Atentamente:
Jorge Vinicio Santos Gonzalez,
Documento de identificacion personal:
1999-01058-0101 Guatemala,
Cédula de Vecindad:
ORDEN: A-1, REGISTRO: 825,466,
Ciudadano de Guatemala de la América Central.
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