La atención del mundo ha estado fijada en estos tres meses sobre Panamá. Porque de la lucha que se ha librado aquí, toman ejemplo y experiencia las clases trabajadoras de otros países de Latinoamérica.
Olmedo Beluche / Para Con Nuestra América
Desde Ciudad Panamá
Entre el viernes 11 y el domingo 12 de julio los gremios magisteriales han firmado un acuerdo con el Ministerio de Educación que pone fin a la heroica huelga de casi tres meses de duración protagonizada por miles de docentes movilizándose, pese a la represión, para enfrentar, principalmente, la reforma del sistema de jubilaciones de la Caja de Seguro Social (Ley 462), pero también contra el extractivismo (que incluye la mina de Donoso como el embalse de río Indio) y contra la entrega de la soberanía del Memorando de Entendimiento que revive las bases militares yanquis en Panamá.
El final de la huelga ha estado acompañado de acalorados debates pues, contrario a las ocasiones anteriores, no se han alcanzado los objetivos de la lucha, es decir, la reforma o derogación de la Ley 462, principalmente. Se ha debatido además sobre la conveniencia o no de firmar la declaración propuesta por la ministra Molinar que establece que no se pagarán los salarios retenidos los días de huelga y que los procesos de separación del cargo que pesan sobre muchos colegas seguirán su curso jurídico.
No han faltado quienes se han atrevido a hablar de “traición” y quienes han calificado el hecho como “derrota”. Pero la mayoría de los docentes, incluso los que aún se mantenían en paro, han avalado la medida como necesaria frente a las adversas condiciones a que había sido reducida la lucha debido a la durísima represión del gobierno dictatorial de José Raúl Mulino.
Un análisis objetivo muestra claramente que la huelga se encontraba en un atolladero: la represión al SUNTRACS, la detención de dos de sus dirigentes, el asilo de otros dos, entre ellos Saúl Méndez secretario general, los procesos contra decenas de activistas de la construcción; el arresto traicionero de Francisco Smith, secretario general de SITRAIBANA, de varios directivos de ese sindicato; la salvaje y masiva represión efectuada contra humildes pobladores de Changuinola y Arimae; el cerco a la Universidad de Panamá, como la judicialización a decenas de activistas estudiantiles; la suspensión de tres quincenas salariales a los docentes y el inicio de procesos de despido; además del acoso constante de las manifestaciones.
Dado el ataque represivo del gobierno, la dirigencia de la lucha tenía la responsabilidad de salvar la columna vertebral del movimiento docente evitando despidos masivos de activistas. Esta es una lucha de largo plazo y ya aparecerán en el horizonte momentos más propicios para obtener nuevas victorias, para las cuales hay que preservar energías.
Contrario a los balances derrotistas, creemos que hay que felicitar a la membresía de los gremios de educadores, del SUNTRACS y SITRAIBANA, así como a los jóvenes pobladores de la comarca Ngäbe-Buglé, los habitantes de Bocas del Toro y Arimae, así como a los estudiantes de secundaria y universitarios que salieron a luchar.
Estos trabajadores, educadores y pobladores panameños se convirtieron en la vanguardia internacional de la lucha contra tres pilares del sistema capitalista mundial en decadencia: la reforma neoliberal de los sistemas de jubilaciones y pensiones en todo el mundo; la imposición del modelo extractivista de saqueo de la naturaleza para beneficio del capital transnacional; y la lucha contra el rearme militar impulsado por Estados Unidos para sostener su hegemonía imperialistas, en América Latina y el Caribe, en Europa (OTAN) y en el Medio Oriente con Israel.
Por eso la atención del mundo ha estado fijada en estos tres meses sobre Panamá. Porque de la lucha que se ha librado aquí, toman ejemplo y experiencia las clases trabajadoras de otros países de Latinoamérica.
También eso explica lo difícil de la batalla que se ha librado en nuestro país desde el mes de abril. Se ha peleado contra los pilares esenciales del sistema capitalista imperialista mundial. Sin embargo, los cambios estructurales del sistema requieren la comparecencia de factores internacionales que escapan a las capacidades de lucha de la clase trabajadora panameña. No tomó el cielo por asalto, pero se remeció el árbol de la injusticia capitalista, con lo cual hemos contribuido a la lucha de otros pueblos contra los mismos males.
El movimiento docente ha hecho un alto, sin lograr el objetivo propuesto, pero tampoco ha sido derrotado y, por el contrario, ha habido una victoria moral: el pueblo panameño en su absoluta mayoría respaldó la lucha, según se aprecia en una encuesta reciente del diario La Estrella de Panamá; según la misma encuesta el repudio a Mulino sobre pasa el 80% de la opinión pública y su nivel de respaldo es inferior al 3%.
Compañeros y compañeras, la huelga ha finalizado, pero la lucha continúa y continuará por otros medios (marchas, piqueteos, asambleas, denuncias, etc.) hasta que logremos: derrotar la Ley 462, derogar el Memorando de Entendimiento, el cierre definitivo de la mina de Donoso, el fin del proyecto de embalse en el río Indio.
No olvidemos que a esas exigencia ahora debemos levantar las demandas de: cese a toda persecución contra el movimiento magisterial y sindical, principalmente contra SUNTRACS y SITRAIBANA; por la creación de una Comisión Independiente que investigue as graves violaciones a los derechos humanos cometidas por el gobierno de Mulino en Boca del Toro y Darién; así como la anulación de los expedientes judiciales manipulados contra miles de activistas; el pago de los salarios caídos a los educadores y la restitución de todos los despedidos.
Panamá, 13 de julio de 2025.
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