La pesadilla libertaria nos ha dejado destruidos como la pandemia y agotado los verdes dólares del colchón, según el consejo del mismo endeudedor serial, Luis Toto Caputo, consagrado ministro del no menos consagrado presidente Javier Gerardo Milei.
Roberto Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra América
Desde Mendoza, Argentina
En mi columna del 5 de noviembre de 2021: “Verde que te quiero ver”, apelaba a García Lorca, para describir el panorama de espanto dejado por la pandemia y que, el entonces presidente argentino, Alberto Fernández, intentaba en la reunión del G20 celebrada en Roma, exponer las pésimas condiciones de la población y, sobre todo, continuar con el tratamiento de la fabulosa deuda contraída por Mauricio Macri con el Fondo Monetario Internacional; motivo de extensas conversaciones entre el ministro de Economía Martín Guzmán y Kristalina Georgieva.
En aquel momento, se trataba de defender un proyecto de hidrógeno verde, era operada la vicepresidenta Cristina Fernández y era objeto de agresiones por parte de la presidenta del PRO, Patrica Bullrich, actual ministra de Defensa, acusada de terrorista por la vice presidenta Villarruel. No es necesario observar que nada y todo ha cambiado.
Han pasado casi cuatro años y la pesadilla libertaria nos ha dejado destruidos como la pandemia y agotado los verdes dólares del colchón, según el consejo del mismo endeudedor serial, Luis Toto Caputo, consagrado ministro del no menos consagrado presidente Javier Gerardo Milei.
Sueño dinerario verde y color esperanza ronda en la cabeza del gabinete de gobierno, alentando las ilusiones electorales en octubre, aunque la realidad diaria las desmiente.
Para ello cuenta con la defensa de su espada más veterana, el Jefe de Gabinete, Guillermo Francos, quien ha expuesto reiteradamente que el presidente vetará todas las medidas aprobadas en el Congreso, para no poner en peligro el equilibrio fiscal.
El reciente triunfo de Adorni en las elecciones de la CABA renueva el optimismo de sus huestes dada la estabilidad de precios y el acceso al dólar de los mercados, como también la posibilidad de ingreso de bienes importados.
El dolar quieto es la variable central del esquema económico electoral mileísta, y en torno a él se observarán los próximos cimbronazos económicos, brincos que ya se sienten.
Como en otras épocas hay un “relato”, seguramente nacido de la pluma del fallecido periodista, Jorge Lanata con la dichosa “grieta”; forma parte del cambio cultural que promueve legitimar prácticas aberrantes de las políticas de la ultra derecha en el mundo consagrando la libertad del mercado, la destrucción del Estado y una guerra desatada contra los más débiles haciendo uso de la perversidad más cruel y la burla, aplaudida por multitudes. Un relato hecho de films y series que circulan por las diversas plataformas, intentando desde la ficción cambiar una realidad no vivida, sino ridiculizada a los efectos de ser degustada por millones; festejada y difundida por las cadenas ensobradas, como diría el presidente.
Conocí, estudié, viví y volví muchas veces a Brasil. En mi primer salida del país, en 1982, compartíamos sangrientas dictaduras; recuperar la democracia era una necesidad vital como el aire. De vuelta en mi segundo viaje de estudios, a fines de 1983, me encontré con el ilusionado gobierno de Alfonsín; sus anhelos excedían sus medios. Los grandes grupos económicos eran los dueños de medios, empresas concentradas y hacían la vista gorda con los militares derrotados en Malvinas. En Brasil la cosa no era muy diferente, los generales se sucedían en el Planalto Central.
A pesar de ello, el documental de la joven cineasta, Petra Costa de 2020, Al filo de la democracia, no deja de ser una verdadera obra de arte en muchos sentidos, dado que su madre es contemporánea de Dilma Rousseff, ambas mineras y compartieron prisión por defender las mismas ideas socialistas, aunque no se conocían.
Allí recorre la historia reciente del país de nombre de un árbol ya extinguido, donde, según sus palabras, era más barato traer un nuevo esclavo que calmar el hambre de uno existente. Ferviente defensora de la democracia a pesar de tener una familia partida, empresarios constructores de Brasilia ligados a militares e intelectuales como sus padres que fueron torturados y encarcelados, su largo relato comienza con aquel obrero metalúrgico, más conocido por Lula, que peleó por la presidencia varias veces hasta obtenerla y sacar a 40 millones de brasileños de la pobreza extrema, hasta el triunfo de Jair Bolsonaro, pasando por el Impeachment, la destitución de Dilma Rousseff y el encarcelamiento de Luis Inácio Lula Da Silva. Más de dos horas imperdibles de impecable cine. Su continuidad es “Apocalípsis en los trópicos”, donde se consagra Jair “Mesías” presidente Bolsonaro de la mano de Silas Malafaia, un pastor multimillonario que pregona el anticomunismo y bautizó y casó a Bolsonaro en su Iglesia de Dios, siempre estuvo a su lado en sus actos, y hasta parece dictarle las palabras. Su guerra contra el aborto y el colectivo LGTB+, como también su indiferencia contra el combate del Covid, junto con la inacción presidencial hizo que murieran 700 mil brasileños por falta de vacunas y acción sanitaria estatal. La serie, en la plataforma Netflix se estrenó diez días después que Milei inauguró en el Chaco, el templo Pastor del Cielo. Todo un gesto desde el otro lado de la frontera... Bolsonaro y Milei, como se creen mesías, su solución viene del cielo. Nosotros no. El Papa, tampoco.
Sabemos, Lula salió libre, volvió a ganar por tercera vez la presidencia de Brasil y Bolsonaro enfrenta la situación por la que él pasó. Cristina por su parte, con prisión domiciliaria y tobillera electrónica, recibió a Lula en ocasión de la Cumbre del Mercosur, como los grandes amigos que son. Lula sube en popularidad un 43%, mientras su par argentino, desciende en proporciones similares.
En las antípodas de los didácticos y poéticos documentales de Petra Costa, el 9 de julio, Día de la Independencia se estrenó la serie Menem en 6 capítulos, cuyo relator o voz del relato es el fotógrafo oficial del presidente, el riojano Olegario Salas, intepretado por el actor Juan Minujín, mientras que Carlos Saúl Menem es representado por Leonado Sbaraglia, quien hay que reconocerlo, está impecable, sobre todo, en sus gestos y particular modo de hablar. No es nesario aclarar.
La viuda de Menem, Zulema Yoma, no quiere opinar porque la serie pone en evidencia la corrupción del clan Yoma, donde Amira, su hermana, sale en el caso de las valijas bautizado “Yomagate”, además del caso del frigorífico norteamericano Swift. No obstante, Zulema se sintió bien representada por la actriz Griselda Siciliani.
La serie retrata los amados y odiados noventa de pizza y champán que admira Javier Milei; alegra, distiende, alaba y disimula o promueve la privatización de empresas públicas, el imperio del mercado y las relaciones carnales con EE. UU., algo que induce a pensar ¿a quién beneficia? ¿quién la paga?
Hay un laureado actor argentino celebrado en el mundo: Guillermo Francella, premiado por el El secreto de sus ojos y muchas películas más. Es un reconocido gorila. Su éxito reciente, la serie El Encargado, lo retrata tal cual es. Tiene tres temporadas y se aguarda el estreno de una cuarta. Su imperio es un elegante edificio del coqueto barrio Belgrano y fue dirigida por Mariano Cohn y Gastón Duprat.
Cuando decimos que es reconocido como gorila, es porque en la última temporada de la serie, se enfrenta con el poderoso secretario general del Sindicato Único de los Trabajadores de Edificios de Renta y Horizontal, y titular del partido Justicialista porteño, Víctor Santa María, a quien logra destruirlo en el Congreso de la Nación y, como se anticipa, en la próxima temporada, va por la presidencia.
En homenaje al cine italiano y a los grandes hacedores como Mario Monicelli, Federico Fellini y actores como Antonio Gassman y Ugo Tognazzi, quienes hicieron en los sesenta Los monstruos y Los nuevos monstruos, en agosto, Francella estrena en los cines: Homo Argentum, un film con 16 microhistorias sin relación entre sí y que retrata a 16 personajes de distintos niveles económicos y entornos urbanos, filmados entre Argentina e Italia, que, desde ya, se descarta su éxito. Tanto por los celebrados libretistas y actores que intervienen, como por las historias seleccionadas, cuyo desarrollo se hizo a través de dos años de escritura y 40 relatos de los que quedaron los 16 filmados. Habrá que verla en la gran pantalla.
Volviendo al título de la presente columna, Verde te sigo queriendo, la situación del dólar sigue preocupando a los economistas del palo liberal, como el ex ministro de Macri, Hernán Lacunza, quien dijo esta semana que hay que ponerle atención a las luces amarillas del coche, si se empiezan a encender hay que tener cuidado. Porque en definitiva, de querer destrozar al Banco Central a utilizar para comprar dólares para mantener su valor, es volver más o menos a lo que hizo Domingo Cavallo en los noventa.
El reconocido escritor argentino, Martín Caparrós, volvió después de diez años de ausencia al país y recibió el título de doctor honoris causa en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires UBA, en la que cursó en los años setenta y debió salir por las persecusiones de la dictadura y refugiarse en Francia, donde terminó sus estudios.
Sus palabras fueron elocuentes, porque retrata dos países separados por medio siglo, muy diferentes, a pesar que cuatro décadas han sido democráticas, pero... “La Argentina fracasó estrepitosamente”. Con una trayectoria brillante y reconocido en el país y el exterior, nos identificamos con sus sentencias: “Hace 50 años los hospitales públicos atendían a la mayoría de la población; ahora sólo atienden a los que no tienen más remedio. Hace 50 años el producto bruto per cápita argentino era la mitad del de Estados Unidos; ahora es un cuarto. Hace 50 años un 10 por ciento de inflación era un peligro; ahora sería un logro extraordinario. Hace 50 años la Argentina tenía 40.000 kilómetros de vías férreas que armaban un país; ahora no tiene 4.000 y muy pocos funcionan. Hace 50 años la Argentina se autoabastecía en petróleo, gas y electricidad; ahora se endeuda para importarlos. Hace 50 años la Argentina fabricaba aviones y coches de diseño propio; ahora desequilibra su balanza de pagos para comprar autopartes y juntarlas -y de volar ni hablar. Hace 50 años se jugaban partidos de fútbol se gritaban cosas; ahora nadie se atreve a reunir a dos hinchadas en la misma cancha. Hace 50 años los crímenes eran tan escasos que salían en los diarios; ahora son tantos que salen en los diarios. Hace 50 años los políticos argentinos eran personajes incapaces de alinear un cuarto de idea detrás de otro cuarto; ahora también. Hace 50 años creíamos que la Argentina era un país del futuro, ahora nos preguntamos por qué decíamos tales tontería.”
Los que vivimos ese espacio de tiempo que menciona, nos hacemos las mismas preguntas. ¡Qué verdes estamos! ¡Qué lejos está la salida sino aceptamos la entrada!
Al menos alguien se lo ha planteado a partir de La metaformosis de Kafka, porque el monstruo que hoy somos, cuya cabeza es Milei, lo construimos todos. Diego Sztulwark publicó a fines de junio, El temblor de las ideas, editado por Alejandro Horowitz. Un libro de ensayos urgentes, que comienza a escribirse el 1° de septiembre de 2022, cuando el tiro destinado a matar a Cristina Fernández, no salió de la pistola.Volver a Kafka cuantas veces sea necesario, impide que la tristeza y el desánimo político aplaste las energías existenciales que nos mueven cada día. A partir de aquel frustrado magnicidio, Milei se fue imponiendo a los círculos de poder como una realidad inevitable y a la larga conveniente. El emblema de una sublevación sin subversión, y un costo a pagar en términos de improvisación ante el descrédito de las alternativas electorales, según el autor, arriesga una singular tesis: el principal éxito político de Javier Milei en su camino a la presidencia fue usurpar por derecha el lugar contestatario de las izquierdas.
Sabiéndonos Gregorio Samsa, al menos intentamos movernos como un enorme cascarudo semana a semana, buscando una salida, aunque esté verde, cosa que el gobierno, seguramente, no la tiene...
No hay comentarios:
Publicar un comentario