Somos el resultado de esa locura avasallante en la que caen todos, al
unísono, dejándose llevar como borregos por las estrategias armadas en
Washington y repetidas en los medios locales de todas partes hasta el
cansancio, todos los días todo el día. Eso pasa ahora con Venezuela y volvemos
a caer en lo mismo.
Rafael Cuevas Molina/Presidente
AUNA-Costa Rica
Puede
ser que muchos de los que lean estás líneas no tengan la más mínima idea de a
que me refiero cuando hago un paralelismo entre lo que está sucediendo ahora en
Venezuela y lo que sucedió hace mucho, más precisamente hace 63 años, en
Guatemala, el país centroamericano al que el poeta Otto René Castillo llamó
tiernamente “pequeño pájaro herido”.
En
Guatemala, luego de una historia plagada de dictaduras durante todo el siglo
XIX y XX -algunas tan crueles y
aberrantes que dieron pie a novelas como El
señor presidente, de Miguel Ángel Asturias-, en 1944 un movimiento
ciudadano permitió abrir una ventana democrática. La ventana duró diez años
abierta, y la brisa cálida que dejó entrar ventiló no solo a Guatemala sino a
toda América Latina.