El
siglo XX se abrió a la historia con el triunfo de la gran Revolución Rusa de
1917 que mostró, por primera vez en la historia de la humanidad, la posibilidad
que los oprimidos de la Tierra accedieran al poder e iniciaran la construcción
de una sociedad que avizoraba en lontananza, como horizonte utópico, la desaparición de las clases sociales y el
Estado en un mundo en el que reinaría el comunismo.
Rafael Cuevas Molina / Presidente
AUNA-Costa Rica
¿Cómo
llegaría el ser humano a ese estadio superior del desarrollo social? Según
Marx, a través de la acción consciente de aquella clase social que no tenía
nada que perder más que sus cadenas, el proletariado, que no haría más que
montarse sobre la cresta de la ola que arrasaría al capitalismo, víctima de sus
propias contradicciones.
Esa
ola arrasadora no se daría, sin embargo sino hasta que en el capitalismo las
fuerzas productivas no hubieran adquirido un grado tal de desarrollo que permitieran
que la sociedad pudiera distribuir la riqueza y bienestar que, hasta entonces,
una solo clase social, la burguesía, monopolizaba en detrimento de las
mayorías. A esto Marx y Engels le llamaron la revolución proletaria que, para
que fuera viable, debería ser mundial.