La pugna ideológica en el seno de
la Iglesia Católica ha sido una constante en América Latina, incluso desde los
tiempos de la Colonia (recuérdese la agria disputa entre Bartolomé de las Casas
y Ginés de Sepúlveda). Uno de quienes tanto la sufrió, monseñor Pedro
Casaldáliga, quien inmediatamente después del asesinato de Romero escribió para
él un poema en el que le llama San Romero de América, supo reconocer el
carácter popular del reconocimiento de Romero como un santo católico.
Rafael
Cuevas Molina/Presidente AUNA-Costa Rica
Monseñor Oscar Arnulfo Romero |
Jon Sobrino, jesuita catalán
otrora estrecho colaborador de Monseñor Romero, dice que: “A diferencia, por
ejemplo, con lo ocurrido con la madre Teresa de Calcuta --acogida y venerada
por Iglesias y gobiernos–- Monseñor Romero no fue bien visto, en general, por
la jerarquía eclesiástica”.
Eso no ha sucedido solamente con
el proceso de canonización que dentro un par de meses concluirá positivamente.
En vida, la Conferencia Episcopal salvadoreña no solo se opuso sino actuó, en
medio de las terribles condiciones de represión que vivía el pueblo
salvadoreño, abiertamente en contra suya.