lunes, 30 de noviembre de 2009
Uruguay: Un triunfo importante
sábado, 28 de noviembre de 2009
Tanto dar vueltas para llegar a lo mismo
- En Guatemala, cuando en 1954 oligarcas “nacionales” y norteamericanos derribaron al gobierno democrático y constitucional de Jacobo Árbenz Guzmán, instauraron la conflictividad política que marcaría toda la segunda mitad del siglo XX, y que alcanzaría su cénit en las políticas de tierra arrasada y guerra de baja intensidad que el Ejército guatemalteco tuvo que utilizar para reprimir la sublevación de los más pobres entre los pobres en la década de 1980.
 - En El Salvador, cuando a raíz del ascenso de la lucha de masas dirigida por el Partido Comunista en el marco de la crisis de 1929, el dictador Hernández Martínez acabó con la vida de entre 10,000 y 30,000 campesinos, lo que derivó en una conflictividad no resuelta, que llevó a la guerra civil de la década de 1980, en la que miles de salvadoreños fueron asesinados por las hordas militares.
 - En Nicaragua, donde la protesta nacionalista del general de hombres libres, Augusto César Sandino, impulsó un movimiento de resistencia frente a la invasión yanki prohijada por los grupos dominantes nicaragüenses, conjuntados en los partidos Liberal y Conservador; levantó las banderas del nacionalismo latinoamericanista y abogó por una sociedad en la que, lo sabía, “solo los obreros y campesinos” irían hasta el fin. Asesinaron a Sandino y pusieron a vigilar, desde su tronera en la laguna de Tiscapa, a Somoza, y nada se resolvió sino hasta cuando las huestes victoriosas del FSLN entraron en Managua en julio de 1979.
 
Hacia allá van los Micheletti hondureños, hacia la profundización de la confrontación que no podrán acallar sino con más y más represión; y dejarán un rastro de muertos y dolor que, después, deja marcas indelebles en las mentes y los corazones de los que, por desgracia, tenemos que vivir baja la férula de su macabras maquinaciones.
Al final, como siempre, tendrán que irse, saldrán con el rabo entre las patas, odiados, esquivando las andanadas de improperios de quienes agraviados, no querrán verlos ni en pintura. Pero antes de eso harán de las suyas por un tiempo más, y los hondureños tendrán que sufrirlos.
Cómplices de todo eso los gobiernos latinoamericanos que siguen comportándose como perritos falderos, los que se llenan la boca con la palabra democracia, con la palabra paz, pero cuyos actos apuntan siempre en la dirección que le indique el Departamento de Estado. Triste panorama, vergonzoso seguidismo. Que caigan sobre ellos las lágrimas de las madres y padres, de las esposas y esposos, de los familiares de los que sentirán en carne propia la persecución de los Micheletti en los tiempos que vienen, lágrimas similares, dolores iguales a los que ya hemos vivido en Centroamérica y que creíamos que habíamos dejado atrás pero que vuelven, como una maldición.
“Tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos” nosotros, tan a expensas de los vaivenes de los intereses del imperio. Con Bush o con Obama, con cualquiera, a lo mejor hasta con el Jefe Seattle -aquel que a mediados del siglo XIX protestara contra el avasallamiento de su pueblo- seríamos irrespetados. No se trata de si el presidente de los Estados Unidos es un blanco facistoide texano, o un negro de recientes raíces africanas, se trata de una maquinaria imperial cuya lógica de dominación va más allá de quién esté en la Casa Blanca.
Por eso no hay que hacer caso de los cantos de sirena y poner los pies sobre la tierra.
Centroamérica: la historia como tragedia y farsa.
Finalmente, la crisis en Honduras se decantó hacia el peor de los escenarios posibles para los sectores populares de ese país y de toda la región. El coro de Washington siguió fielmente el estribillo y los gobiernos de Costa Rica, Panamá, Perú y Colombia anunciaron que reconocerán los resultados de unas elecciones prostituidas, que tendrán para siempre la mancha del golpe de Estado perpetrado contra el gobierno de Manuel Zelaya, y principalmente, de la sangre de los caídos en la heroica resistencia del pueblo hondureño.Terrorista Montaner defiende a bloguera
[1] Un buen ejemplo de esto es la función que ejercen los consorcios y monopolios privados del periodismo en Venezuela contra la revolución bolivariana que dirige el presidente Hugo Chávez.
[2] Hijo de Ernesto Montaner, escritor que estuvo ligado al Gobierno del dictador Fulgencio Batista.
[3] Luis Ortega (periodista cubano radicado en Miami) hablando de Montaner dice: “Entre los cubanos circula un chiste muy gracioso. Se dice que cuando Montaner iba a nacer asomó primero los pies y la enfermera preguntó si era varón o hembra y el médico se limitó a responder: “No, es tramposo””. Ver Luis Báez, Miami donde el tiempo de detuvo, p. 76-77
[4] Montaner es conocido en Costa Rica como Mentiner, por las reiteradas mentiras que contienen todos los artículos que publica en el periódico comercial La Nación.
[5] Esta escalada es la misma que han seguido todos los denominados disidentes que, no son otra cosa que contrarrevolucionarios y mercenarios. No es una historia reciente. Los casos abundan: Armando Valladares, las Damas de Blanco, Raúl Rivero, Oswaldo Payá, Elizardo Sánchez. ¡Pobrecitos, todos estos se han sacrificado por el pueblo cubano!
[6] Ver Rosa Mirian, Elizalde y Luis Báez: “Los disidentes”; Arleen Rodríguez y Lázaro Barredo: El camaján; Hernando Calvo Ospina y Katlijn Declercq: ¿Di$identes o mercenarios?
Obama, Bush y los golpes de Estado latinoamericanos
Amenazada la unidad latinoamericana
Evo Morales va por una nueva hegemonía
Argentina: La Constituyente Social
Descolonización y miedo
Los tres blancos permanentes en la lucha por la democracia en la información, comunicación y cultura
El dibujo secreto de América Latina
William Ospina / LA JIRIBILLALezama Lima y la escritura latinoamericana (I parte)
sábado, 21 de noviembre de 2009
América Latina necesita un cambio

rafaelcuevasmolina@hotmail.com
http://radioinformaremosmexico.wordpress.com/2009/11/20/paralisis-estrategica-de-chavez-correa-lula-ante-declaracion-de-guerra-de-obama-heinz-dieterich/).









