Juan Roque
ALAI AMLATINA, 28/04/2008, Buenos Aires.- Los diarios de los países de América Latina dan la información, la gente mira la noticia desde el interés general, hay unas pocas opiniones de especialistas, la mayoría a favor de la decisión estadounidense de tener más presencia, casi nula reacción de nuestros gobernantes, salvo las del gobierno de Venezuela y el de Cuba. La flota avanza.
Noticia en Argentina: “Un portaaviones nuclear norteamericano participará de un ejercicio con unidades de la Armada en aguas argentinas. A partir del 5 de mayo, el poderoso navío George Washington, junto con su grupo de buques de apoyo, participará del adiestramiento Gaucho-Gringo 2008. Es la tercera vez en los últimos 20 años que un portaaviones de Estados Unidos realiza un operativo en la Argentina.” Diario La Nación.
Se puede decir que es lógico que los Estados Unidos hagan tamaña movida, pero no resulta lógico que gobiernos progresistas que han tomado cierta distancia de Estados Unidos y que promueven la integración sudamericana, firmen convenios en la oscuridad con el país del norte y callen ante la evidencia de las intenciones norteamericanas.
Hablar del imperialismo es hasta sencillo, pero realizar un análisis de los gobiernos de nuestra región no lo es en absoluto. Los Estados Unidos tienen una política ofensiva para el mundo, y cuentan en su haber con sendos fracasos y mucha, pero mucha inmoralidad. En cambio en la región quizás solo Brasil tenga una política global, pero el resto de nuestros países, en líneas generales tienen más que fracasos o victorias, contradicciones.
Nunca en la historia reciente de Sudamérica hubo tantas reuniones entre presidentes. Nunca hubo tanto interés, al menos en el discurso, de formular propuestas de integración regional. Nunca un presidente de los Estados Unidos salió con la cola entre las patas como lo hizo George W. Bush en Mar del Plata en noviembre de 2005.
Estados Unidos ahora quiere reflotar la Cuarta Flota (imperial). El objetivo central será la seguridad, según adelantó el comandante de las fuerzas navales del Comando Sur, el contralmirante James Stevenson. Servirá, dijo, para enviarle un mensaje a toda la región, no sólo a Venezuela.
"La flota podría aportarle más relevancia a la zona y aumentar nuestra capacidad para actuar", explicó Stevenson al diario El Nuevo Herald. Se tiene previsto que esta flota tenga bajo su "responsabilidad" a más de 30 países, cubriendo 15,6 millones de millas cuadradas, enfocándose en las aguas adyacentes a Centro y Sudamérica, el Mar Caribe, sus 12 islas y territorios europeos de ultramar, el Golfo de México y una porción del Océano Atlántico. Que atentos.
Esta flota está formada convencionalmente por escuadrones o divisiones, que pueden operar sobre lo que ellos llaman "aguas azules" (océanos), "aguas verdes" (litorales) o "aguas marrones" (fuerzas costeras o fluviales), mientras las task forces (fuerzas de tarea) son grupos especiales que se forman para conducir operaciones especificas. Así las cosas.
Los Estados Unidos nos presentarán en este caso específico el nuevo súper portaaviones George H. W. Bush, este es el último de la clase Nimitz, con propulsión nuclear y armamento de destrucción masivo, es decir nuclear, que pronto quedará anticuado porque ya está en marcha uno nuevo que construye la multinacional estadounidense de armamento y tecnología bélica Northrop Grumman Newport News, el astillero mas grande del país, el Portaaviones USS Gerald Ford, será el primero de una nueva clase, con tecnología stealth (invisible a los radares) y armas electromagnéticas.
Pero volvamos a nuestras propias contradicciones. Nuestros gobiernos firman convenios con los Estados Unidos, tal el caso de la Argentina con el adiestramiento “Gaucho-Gringo 2008” o el Unitas Fase Atlántica, o el Panamax, entre otros. El convenio actual es con un gobierno del que se ha tomado “distancia”, es un gobierno que implementa la “tortura humanitaria” (“para salvar miles de vidas”) que practica un programa secreto de interrogatorios y encarcelamientos de sospechosos de terrorismo, que incluye el empleo de los métodos más duros, entre ellos la privación de sueño, insultos, amenazas, el uso de drogas y simulacros de asfixia con agua, es decir que usa métodos ahora legales en los Estados Unidos porque son parte de la nueva legislación antiterrorista y que pretenden imponer en el resto del continente para homogenizar la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico.
Se firma un convenio con los Estados Unidos en el momento en que ellos demuestran con su polifonía de intervención en la región, de dar claras señales a Rusia, China, India y al propio Brasil que no le dejarán el terreno abandonado, no dejarán su patio trasero libre. Mientras tanto, por acá siguen los discursos de integración y de cooperación regional en momentos en que el gobierno de Luís Ignacio Lula da Silva impulsa con fuerza la creación de un consejo sudamericano de defensa, cuyas líneas serán presentadas oficialmente próximamente.
Para ser honestos hay que decir que para los funcionarios estas no son contradicciones, son pues, líneas de trabajos paralelas y que entre ejercicios y encuentros, la Argentina busca un punto de equilibrio entre los dos pesos pesados del continente.
No se puede aceptar tamaño artilugio discursivo.
Nuevas leyes antiterroristas, intercepciones de comunicaciones, nueva tecnología de combate, e inmunidad a soldados norteamericanos serán la agenda próxima. A modo de ejemplo, hace unos días el gobierno de la provincia del Chaco, Argentina, ha dado explicaciones para tranquilizar a los intranquilos de siempre, que el convenio con la embajada norteamericana que habilitó a efectivos del Comando Sur a operar en su territorio no tiene nada de malo, solo se dedican a realizar estudios topográficos, sociales, sobre los recursos naturales, es decir; inteligencia en general, pero con el pretexto de ayudar a una dirección de emergencia local a combatir un supuesto desastre o catástrofe ambiental. A estos operativos se los denomina Operativos Nuevos Horizontes; son, según el Comando Sur Naval de Estados Unidos, “misiones de ayuda humanitarias y civiles diseñadas para promover la buena voluntad y mejorar las relaciones entre Estados Unidos y la nación organizadora.
No estamos entonces ante un problema de políticas paralelas, estamos ante un peligro generado por políticas contradictorias. Una vez más los hechos son superiores a los dichos, pues los actos hablan de lo que somos y hacia donde vamos, sin embargo no perdemos las esperanzas sostenemos que los mandatarios son producto de sus pueblos, y creemos que los pueblos del continente anhelan la integración regional y por ello celebran los anuncios de unidad. Dependerá sin duda que los pueblos no bajen los brazos, y que demanden a sus representantes menos contradicciones y más lógica integracionista.
- Juan Roque es Secretario General del Mopassol. www.mopassol.com.ar
Más información: http://alainet.org
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