Calificar al calificador
es un ejercicio pendiente para los pueblos de los 200 países calificados por
Washington.
David Brooks / LA JORNADA
Hace
unos días, el gobierno de Barack Obama emitió su boleta de calificaciones a
unos 200 países sobre sus prácticas de derechos humanos. El secretario de
Estado John Kerry indicó que al calificar a todos los otros países “no hablamos
con ninguna arrogancia, sino con una preocupación por la condición humana”.
Explicó que, aunque Estados Unidos también tiene sus problemas (aunque no
nombró ninguno), “estamos orgullosos de que ningún país tiene más oportunidad
de promover la causa de la democracia y ningún país está tan comprometido con
la causa de los derechos humanos como nosotros”.
Ningún otro gobierno se
ha atrevido a emitir una boleta de calificaciones parecida, y menos sobre
Estados Unidos. Si alguno lo quisiera hacer, su informe tendría que abordar
toda una gama de preocupaciones (sin tintes de arrogancia).
Por ejemplo, las guerras
de invasión en Irak y Afganistán son sólo las últimas en una larga lista de
operaciones bélicas, muchas clandestinas, de este país a lo largo de su
historia. En estas últimas guerras (como en todas) se revelaron masivas
violaciones de derechos humanos y crímenes de guerra según las Convenciones de
Ginebra y otras leyes, desde la tortura y maltrato en Abu Ghraib hasta matanzas
de civiles documentados en las filtraciones de Chelsea (antes Bradley) Manning
y por agrupaciones de derechos humanos.
Este domingo John Kerry
condenó a Rusia por la “invasión” de Ucrania, y afirmó: “Rusia está violando la
soberanía de Ucrania… y está violando sus obligaciones internacionales para con
la Carta de Naciones Unidas”, entre otras cosas, y concluyó que “en el siglo
XXI, uno simplemente no se comporta como en el siglo XIX al invadir otro país
con un pretexto completamente fabricado”. Vale recordar que Kerry, como
senador, votó en 2002 (principios del siglo XXI) por autorizar al gobierno de
George W. Bush la invasión a Irak con base en inteligencia fabricada.
Otros rubros que tendrían
que figurar en un informe sobre las prácticas de derechos humanos de Estados
Unidos:
Tortura: hasta la fecha hay
impunidad absoluta de altos funcionarios responsables de emplear métodos de
tortura con detenidos en la “guerra contra el terror”, a pesar de la extensa
documentación que comprueba violaciones de leyes internacionales. La
confinación solitaria de miles de presos en este país por plazos extensos es
considerada tortura por algunos grupos de derechos humanos.
Homicidios ilegales: el uso de drones para
perpetrar asesinatos en otros países constituye, según agrupaciones de derechos
humanos, la comisión de homicidios ilegales.
Detención ilegal: el empleo de la
detención indefinida sin cargos o juicio –en violación de las garantías
constitucionales y del derecho internacional– aún es practicado por Estados
Unidos en Guantánamo, donde permanecen más de 160 detenidos.
Corrupción, impunidad: ningún alto ejecutivo de
los principales bancos que participaron en uno de los fraudes más grandes de la
historia ha sido encarcelado, y de hecho han sido protegidos por la cúpula
política del país. Expertos han denunciado que la extraordinaria influencia del
dinero en el proceso electoral estadunidense es una corrupción masiva de la
democracia.
Libertad de expresión, de
prensa, de reunión y derecho a la privacidad: con las revelaciones del espionaje masivo
sobre esta y otras poblaciones por la Agencia de Seguridad Nacional, junto con
la persecución de filtradores de esta información al ámbito público, los
principales grupos de derechos humanos y defensores de libertades civiles
denuncian esas prácticas como violatorias del derecho a la privacidad y la
libertad de expresión.
El Comité de Protección de
los Periodistas denunció que las políticas agresivas del gobierno de Obama
contra filtraciones y control de información oficial “no tienen precedente”. La
editora pública del New York Times, Margaret Sullivan, escribió el año
pasado que el gobierno de Obama “acabará por ser la administración del
hermetismo y los ataques sin precedentes contra una prensa libre”.
La represión de
movimientos disidentes en este país viola la libertad de reunión y de
expresión; el caso más reciente fue la represión contra el movimiento Ocupa
Wall Street (más de 700 arrestados sólo en Nueva York).
Condiciones carcelarias: la población
estadunidense es 5 por ciento de la mundial, pero tiene 25 por ciento de los
prisioneros del planeta, o sea, la cantidad más grande del mundo. Muchos de los
2.2 millones de reos padecen abusos y condiciones ilegales extensamente
documentados por agrupaciones de derechos humanos.
Ejecuciones: Estados Unidos es sólo
uno de cinco países en que se realizaron la gran mayoría de ejecuciones
oficiales (34 en 2013), práctica considerada violatoria de los derechos humanos
por Amnistía Internacional. Recientemente, en violación de tribunales y
convenciones internacionales, el estado de Texas ejecutó a otro mexicano. Más
de 28 extranjeros han sido ejecutados desde 1988.
Presos políticos: diferentes agrupaciones
tienen listas de lo que consideran presos políticos. Entre los más conocidos,
el periodista y activista afroestadunidense Mumia Abu Jamal y el líder indígena
Leonard Peltier, pero las listas incluyen decenas, entre ellos ex Panteras
Negras, activistas de paz, independentistas puertorriqueños y más.
Inmigrantes: de manera cotidiana se violan los derechos de los inmigrantes en este
país. Aproximadamente 400 mil inmigrantes no ciudadanos están encarcelados en
una creciente red de centros de detención al año. El gobierno de Obama está por
llegar a 2 millones de deportaciones, el número más alto de cualquier
presidencia.
Todo esto, sin mencionar
las severas violaciones de derechos laborales, la discriminación y violencia
contra mujeres, minorías raciales, la comunidad gay y contra comunidades
indígenas, entre otras cosas.
Calificar al calificador es un ejercicio pendiente para los pueblos de los 200 países calificados por Washington.
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