No debemos permitir que el poder del capital logre su
objetivo de desestabilizar al gobierno popular venezolano de la misma forma
como lo hicieron con el Chile de Salvador Allende y la Unidad Popular.
Juan Carlos Gómez Leyton* / Especial para Con Nuestra América
Desde Santiago de Chile
Convoco a todas las y los intelectuales críticos
latinoamericanos a condenar resuelta y categóricamente la violenta acción del
capital oligárquico venezolano y del imperialismo estadounidense en contra del
legitimo, democrático y constitucional Gobierno de la República Bolivariana de
Venezuela que encabeza el Presidente Nicolás Maduro.
Las y los intelectuales críticos latinoamericanos y
caribeños no podemos perder la perspectiva ni confundir las cosas. Todos
sabemos que desde el momento mismo que el pueblo venezolano puso fin a la
decadente democracia liberal venezolana imperante desde 1958, dando inicio en
1998 a un proceso revolucionario y democrático, las fuerzas políticas y
sociales contrarias empujadas por el capital nacional e internacional han
intentado por todos los medios frenar dicho proceso. Fracasaron en abril 2002.
Y, han fracaso una y otra vez en todos los procesos electorales que se han
presentado. Durante 16 años, el pueblo venezolano, mayoritariamente ha impedido
a los sectores capitalistas recuperar el poder y sus privilegios históricos.
Esa es su gran frustración, su poderosa rabia y su intenso odio de clase que
los moviliza. Hoy intentan nuevamente derrocar al gobierno legítimamente
constituido.
No confundamos la cosas. Aquí lo que hay que frenar es
la manipulación por parte de los medios de comunicación como la cadena CNN de
los acontecimientos que se desarrollan en la sociedad venezolana. Debemos
frenar a la prensa sediciosa y los análisis tendenciosos al servicio de poder
estadounidense. Debemos aprovechar los medios y las redes sociales de
comunicación para dar a conocer el proceso social, cultural, político y
económico que con múltiples dificultades, errores y problemas se desarrolla
hace ya 16 años en Venezuela. En esos 16 años el pueblo mayoritariamente, es
decir, sobre el 50% de los votos libremente emitidos en limpias y transparentes
elecciones ha apoyado el proceso político abierto con la elección del
Presidente Hugo Chávez Frías.
A diferencia del proceso de la Unidad Popular del
Presidente Allende en Chile en 1970-1973, que nunca conto con una mayoría
electoral y ciudadana, el proceso revolucionario siempre la ha tenido. Ni la
prematura muerte del Presidente Chávez ha impedido esa mayoría se haya
menoscabado significativamente. Ahí reside la desesperación de la oposición
capitalista, similar a la vivida en Chile por la CODE (Confederación
Democracia) cuando no logro obtener en marzo de 1973 la mayoría electoral
requerida para destituir constitucionalmente al Presidente Allende. Al fracaso
del "golpe constitucional" de marzo de 1973 abrió el camino al
"golpe militar" de septiembre de 1973. La actual insurrección de la
burguesía y de las capas medias venezolanas constituyo otro esfuerzo para
destruir el régimen político democrático de la República Bolivariana de
Venezuela.
Por eso, debemos decir basta al atropello que hoy está
siendo sometido el pueblo venezolano. Debemos decir basta de muertes. Para
evitar que las muertes populares sean el día de mañana las más, como suele
ocurrir en América Latina y el Caribe, cuando se invoca la defensa de la
democracia.
Todos sabemos que cuando se invoca esa defensa, los
defensores, terminan con ella y como generalmente ocurre los únicos que han
terminado sufriendo las consecuencias de esas defensas han sido los sectores
populares. Los ejemplos latinoamericanos sobran.
No debemos permitir que el poder del capital logre su
objetivo de desestabilizar al gobierno popular venezolano de la misma forma
como lo hicieron con el Chile de Salvador Allende y la Unidad Popular. No
podemos permitir que una vez derrocado el gobierno legitimo "el mundo
libre y democrático" llore a los caídos, a los exiliados, a los
torturados, a los desaparecidos, a los humillados, por la dictadura capitalista
que se instala en el país, con el objeto de restablecer, supuestamente, la
institucionalidad quebrantada. Ese discurso ya lo conocemos y sabemos lo que
oculta.
La historia no transcurre en vano. Por eso, debemos
aprender de ella. Y, ella nos enseña que cuando los clases propietarias
movilizan a las clases medias en contra de gobiernos populares y
revolucionarios lo que se instala son sangrientas dictaduras.
Sabemos que cuando se defiende la libertad de
expresión lo que viene es su fin. Sabemos cuándo se defiende los derechos
humanos lo viene es: la violación sistemática de los derechos humanos, tengamos
presente los muertos y desaparecidos que dejaron las dictaduras del capital en
Guatemala, El Salvador, Nicaragua; en Chile, en Uruguay, en Bolivia, en
Argentina, en Brasil, durante la década de los setenta. Todas esas dictaduras
se instalaron con el apoyo ciudadano de aquellos que decían defender la
democracia y su libertades, supuestamente conculcadas por los regímenes
derrocados.
Por todo lo anterior debemos
evitar otro: 11 de septiembre de 1973, en América Latina y
el Caribe y en Venezuela.
Tengamos presente las
palabras del presidente allende en aquel aciago día:
"superarán (las
y los ) venezolanos y latinoamericanos este momento gris y amargo, donde la
traición pretende imponerse. sigan ustedes sabiendo que, mucho más
temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pasen los
hombres, las mujeres y los niños y las niñas para seguir construyendo una
sociedad mejor"
A defender, por la
razón o la fuerza y con el ejemplo de Allende, el proceso
revolucionario bolivariano.
Santiago de Chile, febrero de 2014.
*El auto es
Doctor en Ciencia Política, latinoamericanista y director del Doctorado en Estudios Políticos y Sociales en América
Latina, EPSAL. Facultad de Ciencias Sociales, FACSO - UNIVERSIDAD CENTRAL DE CHILE.
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