Cuando el agua se convierte en
mercancía y su acceso es desigual, tanto en calidad, como en cantidad se violan los
derechos humanos individuales, comunitarios y el derecho de la Madre
Tierra.
Juan Almendares / Especial para Con Nuestra América
Desde Tegucigalpa, Honduras
“Dado que este registro “colonizador” ignora
las “relaciones de la diferencia” y las “complejas dinámicas de la diversidad
cultural”, la alternativa es “descolonizar” las realidades sociales (no sólo)
latinoamericanas. Este proceso pasa por deconstruir- abandonar el discurso del
desarrollo y pensar un tiempo-espacio actual, concebido como anti-desarrollo
(para otros post-desarrollo), y por deconstruir los parámetros sobre los que se
fundan las ciencias sociales eurocéntricas hegemónicas: disección de la
realidad (economía, sociedad, política, Estado, etc.), acentuado antropocen-
trismo en referencia al “mundo de la vida”, y escasa atención a los
conocimientos y prácticas locales o del lugar”. Ivonne Farah y Fernanda Wanderley
Según
Heráclito, “uno no puede bañarse dos veces en el mismo río”. Sin embargo, esto no ocurre en
las aguas encarceladas (represas) en
donde el agua deja de ser el movimiento
de la unidad de la vida y de la Madre Tierra.
No se puede vivir sin agua. El
agua contaminada con tóxicos, residuos industriales, metales que son liberados
por el modelo extractivo minero (plomo, arsénico , cadmio, mercurio, níquel,
aluminio, manganeso, cadmio y otros),
plaguicidas, fertilizantes, bifenilos policlorados de los transformadores
eléctricos y microorganismos peligrosos para la salud, son indicadores de la mala calidad de vida y
el modo de vivir bajo condiciones de explotación humana y destrucción ambiental
que tiene su fundamento en las relaciones
patriarcales, desiguales, de clase y género, expresadas en el racismo y
la pobreza que ocasiona históricamente el capitalismo y las relaciones
imperiales.
Cuando hablamos de la vida nos
referimos a la totalidad de los seres vivientes, o mejor expresado: la comunidad de seres
vivos que intercambian energía, alimentos y minerales en el espacio vivo de la corteza terrestre
que se llama biosfera.
El intercambio se realiza mediante los ciclos biogeoquímicos (oxígeno,
anhídridos, gas carbónico, nitrógeno, azufre, fósforo) y el hidrológico, que
interviene en la regulación de todos los ciclos. El agua es la molécula más
abundante de la biosfera y se encuentra en tres estados: líquido, gas (vapor) y
sólido (hielo).
Es una verdad científica,
técnica y popular, que sin el agua no podemos vivir, y cuando el agua se
convierte en mercancía y su acceso es desigual, tanto en calidad, como en
cantidad se violan los derechos humanos individuales, comunitarios y
el derecho de la Madre Tierra; así lo han comprendido las culturas ancestrales
y lo han concretado en su Constitución y Leyes ante el mundo pueblos como el
boliviano.
La visión de la totalidad de la
vida en sus interacciones, dinámicas de intercambio, convolución de especies y medios, transformación e
historia, contrasta con el enfoque reduccionista de salud separada de las relaciones sociedad/naturaleza,
las relaciones de poder y dominación en
el seno de Estado mismo y entre los Estados hegemónicos y subalternos.
Los trabajadores de la salud son
obligados por las políticas capitalistas a ser enfermólogos, o sea, a estudiar y trabajar por las enfermedades
y no por la vida. Este enfoque reduccionista separa la relación fundamental de
la salud con las condiciones de vida,
los modos de producción social y la cultura.
De esta manera los monocultivos,
los transgénicos (Monsanto), los desalojos violentos de los territorios de los
pueblos originarios y de los garífunas, los agronegocios (de banano, caña y
agrocombustibles), las injustas leyes
mineras y forestales; las Ciudades Charter (Zonas Especiales de Desarrollo o
zonas económicas de trabajo) y las megarepresas
son la manifestación más cruel e inhumana de las multinacionales, que explotan los bienes
naturales y la vida humana en el marco de la lógica de la acumulación del
capital y la desposesión de los territorios En consecuencia, afectan el derecho
al agua, la soberanía alimentaria y la
autodeterminación de los pueblos.
La problemática sobre el agua
está estrechamente vinculada al enfoque del desarrollo. Sin embargo, cabe
preguntarse: ¿desde qué perspectiva se considera el desarrollo?
Las políticas del Banco Mundial,
Fondo Monetario Internacional y otros organismos financieros apoyan el modelo
extractivo minero, los megaproyectos: represas, turismo y agrocombustibles, que
menoscaban profundamente los ciclos del agua y los biogeoquímicos como parte de
la modernización, progreso y desarrollo de los países occidentales, que se
corresponde con la promoción de leyes
y políticas de sometimiento de nuestra
América.
El desafío es descolonizar las
falsas políticas de desarrollo, defender los territorios y la cultura;
lograr la unidad solidaria y la dignidad histórica de los pueblos de América
Latina. La lucha por el derecho al agua es inseparable de los procesos de
emancipación del neocolonialismo y coloniaje histórico.
Tegucigalpa, 22 de marzo: Día Mundial del Agua
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