Quedan menos de 40 días
para que los panameños concurran a las urnas y elijan cerca de 900 mandatarios
para un nuevo período de 5 años. El gran ganador de las elecciones será, sin
duda, el próximo Presidente de la República. Manejará un presupuesto de cerca
de 20 mil millones de dólares, presidirá sobre una economía que genera riquezas
por cerca de 40 mil millones de dólares. También heredará una deuda (interna y
externa) de 17 mil millones de dólares.
Marco A. Gandásegui, h. / Para Con Nuestra América
Desde Ciudad Panamá
En el plano militar el
próximo presidente tendrá a su disposición un Ejército de cinco mil hombres
distribuidos entre el Servicio Nacional de Fronteras (SENAFRONT) y el Servicio
Naval Aéreo Nacional (SENAN), que entrena en misiones de control y represión en
las áreas más marginadas del país (Darién, el golfo de Panamá y las comarcas
indígenas).
EEUU trata de mantener
un perfil bajo en sus operaciones militares en Panamá. El presidente Ricardo
Martinelli y sus predecesores han sido muy liberales con la presencia de
instructores y ‘especialistas’ de esa potencia en Panamá. El próximo primer
mandatario heredará una política exterior sin rumbo aparente, prácticamente
destruida en los últimos cinco años. Las acciones de los responsables de la Cancillería
panameña han dejado al país sin aliados en América Latina y lo han convertido
en una ‘bufonada’ a escala mundial.
El endeudamiento
irracional del presidente Martinelli ha llevado al sector agropecuario a la
bancarrota. El sistema educativo ha dado su último suspiro y el sector salud se
encuentra luchando contra cinco epidemias a la vez. El crecimiento urbano se ha
hecho sin plan alguno, creando cuellos de botella a lo largo de la ciudad de
Panamá y otras urbes del país. La pobreza y la desigualdad social son los
signos que aún caracterizan el país.
Ante el panorama
descrito cualquier analista concluiría que el candidato presidencial del
partido gobernante, Cambio Democrático (CD), José Domingo Arias, estaría
ocupando los últimos puestos en las encuestas. Al contrario el CD se encuentra
al frente en todos los sondeos. Hay dos razones poderosas para explicar este
desajuste. En primer lugar, el gobierno y el CD han invertido más dinero en las
campañas de sus candidatos que el resto de los partidos juntos. En segundo
lugar, los candidatos con dinero de la oposición – tanto del PRD como del
Partido Panameñista – no han presentado un programa alternativo que los
diferencie del gobierno.
Los tres candidatos que
representan a los intereses pudientes del país están sometidos totalmente a las
políticas neo-liberales, sin margen alguno de movimiento. El Tratado de Libre
Comercio los neutraliza en el sector agropecuario, no les permite enunciar una
política para el sector manufacturero y los obliga a promover con sus discursos
el endeudamiento del país. Incluso, frente a todas las ‘bufonadas’ en política
exterior del actual gobierno, los candidatos de la oposición tradicional han
tenido que inclinarse ante la Embajada de EEUU.
La imagen que proyecte
el ganador de la elección presidencial, dependiendo de quien sea, puede ser
distinta cuando asuma el poder. Sin embargo, todo indica que no introducirá
cambios en las políticas económicas y sociales que se han ejecutado en los
últimos 25 años.
En las 5 elecciones
anteriores, de 1989 a 2009, los gobiernos salientes fueron castigados por el
voto popular. Los gobernantes de turno no lograban presentar una alianza que
les permitiera triunfar en las urnas. En 1989 los militares fueron aislados por
una alianza que respaldó a Guillermo Endara (los militares resultaron malos
perdedores y anularon las elecciones). En 1994, la alianza de 1989 se dividió y
ganó Pérez Balladares (PRD). En 1999 se volvió a unir la alianza de 1989 y
derrotó al PRD. En 2004 se produjo nuevamente la misma división y regresó al
poder el PRD. En 2009 la ‘oposición’ se unió (con ayuda de la Embajada de EEUU)
y llevó a Martinelli a la Presidencia.
En 2014 el desgaste del
proyecto de alternabilidad, concebido a principios de la década de 1990, ha creado
una competencia a tres bandas relativamente equilibrada. Si gana el ungido por
Martinelli, es probable que todo el tejido armado por la clase dominante (o
como popularmente la llama el pueblo panameño, la oligarquía) se desmoronará.
En el horizonte se
levantan dos alternativas políticas prometedoras: por un lado, el FAD con los
obreros a la cabeza. Por el otro, la candidatura independiente de Juan Jované.
27 de marzo de 2014.
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