El imperio en su
política desestabilizadora contra los gobiernos alternativos de América Latina,
ha venido organizando desde hace varios años conferencias, foros, congresos,
mesas redondas, seminarios, etc., con la participación de políticos,
escritores, publicistas y periodistas procedentes de distintos países. Aunque
la idea es hacerlos parecer como distintos, en esencia son lo mismo.
Ángel Bravo / Especial para Con Nuestra América
Desde el triunfo de la
revolución cubana el 1 de enero de 1959, Washington ha recurrido a todo tipo de
recursos con el propósito de que la experiencia revolucionaria en la isla quede
aislada en Nuestra América. La han atacado y calumniado por más de medio siglo,
tratando de invisibilizar su ejemplo. A estas alturas de la historia y con las
facilidades de acceso a la información alternativa, los grandes medios en manos
de las burguesías nativas no han podido impedir que se conozcan los logros
sociales, así como las dificultades que produce el bloqueo económico,
financiero y comercial impuesto por los Estados Unidos por más de cinco
décadas. Mucha gente, hastiada de la tiranía mediática contra los distintos
procesos políticos en América Latina, busca informarse por propia experiencia.
No es extraño, que entre otras razones, Cuba sea uno de los países más
visitados todos los años (la cifra de turistas a la isla el 2013 fue cercana a
los tres millones de personas).
A principios del siglo
XX el pensador político marxista peruano José Carlos Mariátegui (1894-1930)
había dicho -luego de su estadía en Europa-, que en América Latina el
socialismo no debía ser ni calco ni copia, sino creación heroica. En ese
esfuerzo siempre ha estado Cuba. Aunque Mariátegui jamás podía avizorar lo que
sucedería treinta años después de su muerte en la mayor de las Antillas, era
consciente que la construcción del socialismo en América Latina no era una tarea
sencilla que se encontraba a la vuelta de la esquina; menos todavía, lo que
significaría atreverse a tamaña hazaña a menos de cien millas del imperio, y
sufriendo un inhumano bloqueo. Todavía hoy, muchos analistas se refieren al
socialismo cubano sin tomar en cuenta esa realidad, y ni se diga de los
“análisis” que hacen los periodistas de los medios comerciales.
Usando todo tipo de
métodos (bloqueo, sabotajes, asesinatos, leyes extraterritoriales, atentados,
propaganda subversiva, guerra informática, guerra biológica, invasión, etc.)
Washington no ha podido contra Cuba. Desde la Casa Blanca apostaban a que luego
del derrumbe del bloque socialista en Europa del Este, se derrumbara también el
socialismo cubano. Han pasado más de veinte años y Cuba libre, independiente y
soberana sigue dando dolores de cabeza a los inquilinos de la Casa Blanca.
En los últimos quince
años, la agresión del imperio en sus diferentes modalidades no ha sido
solamente contra Cuba. Desde el ascenso al poder en elecciones democráticas de
Hugo Chávez (1999), Lula da Silva (2003), Néstor Kirchner (2003), Evo Morales
(2006) y Rafael Correa (2007), sus gobiernos –algunos con sus respectivos
sucesores- han sido embestidos desde Washington. Cuando en los años noventa los
ideólogos neoliberales repetían que habíamos llegado al fin de la historia
(¡algarabía para el capitalismo salvaje!), en nuestras sociedades se había ido
incubando el descontento, la conciencia de lucha, la organización, la
resistencia y la movilización de nuestros pueblos, para revertir la exclusión,
la desigualdad, la opresión y la pobreza de grandes sectores sociales. El grito
silencioso de Washington en los años sesenta para que no se repitiera el
ejemplo cubano en América Latina, fue silenciado.
Mientras el imperio se
equivocaba en su visión futura del mundo latinoamericano, Ernesto Che Guevara
acertaba, cuando en 1964 en la Asamblea General de las Naciones Unidas dijo:
"Porque esta gran humanidad ha dicho basta y ha echado a andar. Y su
marcha, de gigantes, ya no se detendrá hasta conquistar la verdadera
independencia, por la que ya han muerto más de una vez inútilmente."
La marcha de los
pueblos de Nuestra América ha sido larga y dura. Los nuevos gobiernos opuestos
a los intereses hegemónicos del imperio llegaron al poder participando de
procesos electorales cuyas reglas fueron impuestas por las mismas democracias
burguesas. Los partidos de derecha que creyeron ser eternos en el poder,
repartiéndose las riquezas y aplicando las recetas económicas neoliberales, no
aceptaron sus derrotas; los mismos que decían, que en una verdadera democracia
se acepta el gobierno elegido por mayoría, se niegan ahora a reconocer los
resultados electorales; éstos solo son válidos si ganan ellos (los casos más
cercanos son los de Venezuela y El Salvador).
El imperio en su
política desestabilizadora contra los gobiernos alternativos de América Latina,
ha venido organizando desde hace varios años conferencias, foros, congresos,
mesas redondas, seminarios, etc., con la participación de políticos, escritores,
publicistas y periodistas procedentes de distintos países. Aunque la idea es
hacerlos parecer como distintos, en esencia son lo mismo.
En días recientes se ha
anunciado a través de los grandes medios comerciales la realización de un
Seminario Internacional para los días 24 y 25 de marzo en Lima, denominado
“América Latina: Oportunidades y Desafíos”. Las estrellas del evento son: Mario
Vargas Llosa, Álvaro Vargas Llosa, Jorge Castañeda, Sebastián Piñera, Mauricio
Macri, Plinio Apuleyo Mendoza, Carlos Alberto Montaner y la “nueva figura” de
la política venezolana María Corina Machado. En el programa señalan que hay
otros nombres por confirmar; no sería extraño que aparecieran los innombrables
Álvaro Uribe, Henrique Capriles, Alán García, Oscar Arias y hasta Luis Posada
Carriles.
¿Qué pueden tener ellos
de latinoamericano para hablar de sus oportunidades y desafíos? Si algo les ha
caracterizado -en conferencias, discursos, columnas, opiniones, etc.-, ha sido
un total desprecio por los pobres y oprimidos de nuestro continente;
menosprecio y rechazo a las luchas, resistencias y esperanzas de los pueblos;
siempre han sido los promotores de políticas neoliberales y los saqueadores de
nuestras riquezas.
¿Será difícil prever
qué dirán estas superestrellas sobre Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia,
Argentina, El Salvador, Uruguay? Se trata de la caverna latinoamericana, que
con fachada de demócratas, defensores de los derechos humanos y de las
libertades, no hacen otra cosa que calumniar y promover la desestabilización en
los países cuyos gobiernos no sintonizan con Washington.
¿De dónde sale el
dinero para costear este encuentro fáunico? ¿Quién asume el pago de los viajes,
hospedaje y alimentación? ¿Quién paga el salario de todos estos publicistas?
El circo ha sido
anunciado y los payasos llegarán a Lima; se escucharán ruidos y eructos en la
función. Mientras tanto la marcha de nuestros pueblos continúa.
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