El
expediente de Ucrania también ha servido como globo de ensayo para actuar en
Venezuela. No por casualidad, la prensa internacional se ha encargado de
informar de ambas situaciones en simultánea, generando la idea de un paralelo
que no se sostiene.
Sergio Rodríguez Gelfenstein /
Especial para Con Nuestra América
Desde
Caracas, Venezuela
La intensidad de la
actividad terrorista contra Venezuela no permite dar el seguimiento adecuado a
los eventos internacionales, sin embargo, es importante constatar que lo que
está ocurriendo en el país es -por condición natural- un hecho internacional,
cuando se consideran las causas, el contexto y las repercusiones que las mismas
generan en el entorno inmediato y más allá de la región.
En esa medida, es menester
preguntarse qué elementos manejaba el gobierno de Estados Unidos para
suponer que estaba en condiciones de emprender la “ofensiva final” para el derrocamiento
del gobierno del presidente Nicolás Maduro. En el trasfondo, trasluce la idea
de que la potencia norteamericana ha comenzado a superar la crisis económica
que transita y, en esa medida, viene por sus fueros a recuperar el espacio que
los años de crisis le han restado en su confrontación estratégica con China y,
de alguna manera con Rusia.
Habida cuenta, que en
la actualidad, la contienda estratégica entre poderes mundiales se manifiesta
en la lucha por espacios de influencia e interés en las materias primas del sur
y, que la misma adquiere una condición más retórica que real, los hechos
demuestran que en Ucrania, Europa y Estados Unidos han jugado fuerte y han
obtenido una victoria en las mismas narices de Rusia. Más allá de la
vocinglería de esta última, no pareciera que la situación en Ucrania sea
reversible.
Las potencias
occidentales han tomado nota de Siria y han llegado a la conclusión de que ya
no es viable utilizar el Consejo de Seguridad
de la ONU para legitimar sus aventuras imperiales en el marco del
derecho internacional. En Ucrania han optado por actuar sobre la base de los
hechos consumados. Así, se ha utilizado el expediente “Paraguay” para organizar
un golpe de Estado institucional. A su favor, encontraron un país quebrado en
dos mitades, una al este más cercana a Rusia y otra al oeste, con una identificación
mayor con Europa y Occidente. Da la
impresión que la “solución” no será solución. Bajo el control de diplomáticos
estadounidenses, el parlamento ha designado como presidente provisional al ex
jefe de los servicios secretos Alexander Turchinov quien, en realidad es un
peón de la millonaria ex primera ministra Yulia Timochenko quien seguramente
regresará al poder después de estar presa por abuso de poder.
Sin embargo, el
expediente de Ucrania también ha servido como globo de ensayo para actuar en
Venezuela. No por casualidad, la prensa internacional se ha encargado de
informar de ambas situaciones en simultánea, generando la idea de un paralelo
que no se sostiene.
En Venezuela, no hay
mitades soportadas por dos potencias extranjeras. En todo caso, la ultra
derecha que conduce los destinos de la oposición desearía una intervención
militar norteamericana como lo han anunciado públicamente en sus
manifestaciones a través de los carteles que enarbolan. Por cierto, vale decir
que en Venezuela, las Fuerzas Armadas han dado pruebas irrestrictas de lealtad
a la institucionalidad vigente y a la Constitución Nacional.
La similitud con
Ucrania es mediática y manejada desde el exterior. Es irreal suponer que
Leopoldo López puso en sintonía a Obama, Cher, Madonna, Paulina Rubio, Piñera,
Martinelli, CNN, RCN y Caracol. Eso sólo lo puede hacer un poder superior, con capacidad
financiera e influencia política. Que el propio presidente Obama –en un acto
poco habitual- se haya referido al tema
durante su viaje a México, indica cuán comprometido está su gobierno, o al
menos cuánto poder tienen los que lo conminaron a actuar de forma tal que no
resiste la más mínima norma de análisis en el marco del derecho internacional.
Vale mencionar que una
encuesta dada a conocer en Washington
durante la primera semana de febrero mostró que la popularidad del presidente Barack Obama se
encuentra en su nivel más bajo, hace meses. Por primera vez, la mayoría de los
estadounidenses considera que su presidente es deshonesto y no merece su
confianza. El sondeo realizado por el Instituto de Sondeos de la Universidad de
Quinnipiac, dijo que “el 54% de los encuestados desaprueba la política del
mandatario, frente al 39% que lo respalda, y esas cifras bajaron más aún en las
últimas semanas”.
En Venezuela, eso sí,
se aprovecharon de las pugnas internas por la hegemonía de la derecha para
aupar a Leopoldo López, dado el fracaso continuo de Henrique Capriles que los
llevó a la derrota en dos elecciones presidenciales y una municipal. Capriles ya
había tenido su aventura terrorista en abril del año pasado y estimaba que aún
no existían las condiciones para repetirla. Así, el ímpetu, los deseos de
protagonismo y la suposición que la violencia les podía traer la victoria que
las urnas electorales le negaron, los llevaron nuevamente –cambio de líder por
medio- a un nuevo lance golpista.
Pero los golpes de
Estado necesitan del apoyo de al menos un sector de las Fuerzas Armadas, éstas
rechazaron de plano violentar la Constitución y han renovado su decisión de
estar junto al pueblo. Mención especial tiene la gran disciplina, el elevado
grado de organización y la conciencia política adquirida por el pueblo
venezolano y sus colectivos de lucha más avanzados que no han caído en las
provocaciones que desearían las huestes de la derecha internacional para
justificar una intervención militar “humanitaria” en Venezuela.
La situación creada
puso en evidencia el alto grado de penetración que por años han venido
adelantando fuerzas paramilitares venidas de Colombia que se establecieron en
el estado Táchira, una cabeza de puente para la invasión a Venezuela. La
acertada decisión el gobierno de enviar a fuerzas especiales del Ejército a
combatir ese cáncer maligno que pudre nuestra sociedad, da cuenta de la más importante
de las decisiones tomadas por el gobierno durante estos días. Los paramilitares
forman un componente de fuerzas extranjeras que han invadido el territorio de
la República y que deben ser combatidos y expulsados del territorio nacional e
incautadas todas sus propiedades en provecho de los ciudadanos. No habrá paz en
Venezuela, mientras existan remanentes de fuerzas militares extranjeras en el
país.
Pero mientras todo esto
ocurría, Colombia no era ajena a las turbulencias de su situación interna. Aunque
las negociaciones de paz que adelantan el gobierno y la guerrilla de las FARC
en La Habana, aún no han concluido, ya comienzan a tener repercusiones en la
vida política del país vecino. La posibilidad del fin de la guerra elimina una
forma de vida y de actuación de más de 50 años para la guerrilla, pero también
para el componente castrense. Como ha ocurrido en otros países con situaciones
similares, existe una eventualidad cierta de disminución del contingente
militar y del patrimonio que manejan. De la mano, se podría vislumbrar una
posible reducción de los recursos del plan Colombia que colocaría a los
militares –según visión propia- en una situación de minusvalía respecto de sus
vecinos.
Así, un informe de la
Revista Semana de Bogotá titulado “Los negocios del Ejército” dio a conocer la semana antepasada unas
grabaciones que caracterizó como “evidencia
de una presunta red de corrupción en el Ejército”. Esto motivó
que alrededor de 12 generales fueran pasados a retiro, produciendo un
cambio profundo en el Comando General de las Fuerzas Armadas y la cúpula del
Ejército. Así mismo, dos generales de la policía siguieron el camino de los
militares. A pesar que tanto el
presidente Santos como el ministro de defensa Juan Carlos Pinzón se esmeraron
en dar muestras de la respetabilidad de los oficiales pasados a retiro, estos,
aún vistiendo el uniforme militar se
encargaron de cuestionar públicamente a las máximas instancias del Estado.
Semana lo informó así: “Yo
renuncio por honor y dignidad (...) Y lo hago ahora porque lo que uno ve es un
complot contra las instituciones, entre ellas el Ejército”. Así explicó su
renuncia el general Rey a RCN Noticias. “Se lavan las manos con los generales”,
dijo en la radio el general Guzmán. El más duro fue el general Reyes, quien
habló de “persecución” y dijo: “Muy seguramente con su falta de carácter el
señor ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, se dejó asesorar por el señor
comandante del Ejército, Juan Pablo Rodríguez, y tomó la decisión de llamarnos
a calificar servicios”.
Un verdadero escándalo del que apenas ha
asomado la punta del iceberg, de cara a las nuevas grabaciones que han seguido
dando a conocer los medios de comunicación colombianos. Lo que Semana ha dado en llamar un “revolcón” en las
fuerzas militares produjo repercusiones ipso facto, la más inmediata la caída
en 6 puntos del presidente Santos en las encuestas, lo que ha prendido las
alarmas del vecino país, toda vez que si el voto en blanco (que en las
encuestas sigue subiendo) supera a todos los aspirantes, según las leyes
colombianas, las elecciones deben repetirse sin que ninguno de los candidatos
participantes del evento comicial anterior puedan hacerlo nuevamente.
Así mismo, en el contexto de esa última
semana se descubrió la intercepción del correo privado del presidente Santos y
el atentado contra la vida de la candidata presidencial de la Unión Patriótica,
hecho que hizo recordar de inmediato al pasado tenebroso de los años 80 del
siglo pasado. El nuevo jefe del
Ejército, de inmediato adjudicó tal acción a las FARC, lo que fue desmentido
por la guerrilla y por la propia candidata Aída Avella.
Pero, al parecer en Colombia, esas son
noticias cotidianas y de poca importancia.
Tal vez, por ello, el afán de los medios de comunicación colombianos de
informar en primera plana sobre los sucesos en Venezuela como noticia más
relevante. Sólo habría que imaginar qué dirían aquellos que se creen dueños de
la verdad en el mundo si en Venezuela fueran destituidos los 12 generales de más alto rango de las fuerzas
armadas, se interceptan las comunicaciones del presidente de la república y se
atentara contra la vida de una candidata presidencial.
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