Luego de la aplastante
derrota del 11 de agosto, el gobierno más desconcertado que nunca, enceguecido
por lo sucedido, se ha sumido en una serie de medidas urgentes que,
improvisadas, han logrado poner en contra gran parte de la sociedad a la que
estaban dirigidas.
Roberto Utrero Guerra / Especial para
Con Nuestra América
Desde Mendoza, Argentina
Desde eliminar el IVA a los productos de primera
necesidad hasta frenar los aumentos de precios a los combustibles, en una
economía dolarizada, sólo han puesto a los diferentes sectores involucrados en
pie de guerra. Desde los protagonistas de las diversas etapas de la cadena de
valor de los productos, hasta las empresas petroleras que tienen un precio de
combustible preestablecido, hasta los gobernadores provinciales que ven
disminuida su coparticipación federal. Todo conforma un cuadro convulsivo al
que la sociedad, la oposición y el resto de los candidatos obliga a poner paños
de agua tibia.
Calmar toda esa turbulencia a través del cambio del
ministro Nicolás Dujovne, ministro altamente beneficiado por sus medidas y que,
hasta se dio el lujo de renunciar por carta y no estar presente en su relevo,
no resulta para nada convincente. El nuevo funcionario a cargo de Hacienda
desde el martes, Hernán Lacunza, quien venía desempeñándose en similares
actividades en la provincia de Buenos Aires, retoma la gestión con idénticas
políticas; más de lo mismo para que todo siga igual.
Sin embargo, nada es igual desde las PASO ni de un
lado ni de otro. El presidente y candidato de Juntos por el Cambio está más
solo que nunca. La gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal a sabiendas de
su derrota, se replegó sobre su territorio para poder rescatar parte del PRO de
Buenos Aires para un futuro más propicio, teniendo en cuenta que esa provincia
favoreció ampliamente al candidato del Frente de Todos, Axel Kicillof.
Enrique Rodríguez Larreta, actual jefe de la CABA
que, si bien ganó por pocos puntos, también toma distancia del gobierno
nacional para poder mantenerse en el cargo.
Los gobernadores radicales que perdieron en sus
provincias: Morales en Jujuy y Alfredo Cornejo de Mendoza, por su parte
intentan separarse para no perder posiciones en las de setiembre (Mendoza) y
generales de octubre.
Pero no solo sucede a nivel interno, también los
funcionarios del FMI que tenían prevista una visita para esta semana, deciden
dejar el viaje en suspenso hasta que esté más claro el panorama.
Entonces, se presenta un escenario de
gobernabilidad similar a la debilidad expuesta por el gobierno de Raúl Alfonsín
en 1989, quien tiene que anticipar su salida frente al candidato justicialista
Carlos Menem ganador de las elecciones de entonces.
Sabemos que nada es igual, que todo es diferente,
pero hay bajo la trama particular de ambos momentos históricos, sutiles líneas
que perviven.
En el caso de Alfonsín, fue cercado por los grupos
económicos surgidos y fortalecidos por la dictadura cívico militar, uno de
cuyos emergentes era el del padre del actual presidente. Sabemos de la traición
del riojano al unirse a la derecha a través del Capitán ingeniero Álvaro
Alsogaray y la impronta del Consenso de Washington, cuyo decálogo fue seguido a
pie juntillas, junto con las relaciones carnales con los EEUU.
El presidente Macri el primer gesto que tuvo hacia
el país del norte, fue el recibimiento de su par, Barak Obama, a quien le dijo
que se sintiera como en su casa, hecho por él ya sabido y asegurado in situ por
el entonces, flamante presidente.
Todas las acciones emprendidas desde entonces,
desde pagar a los fondos buitres, levantar el cepo cambiario, dolarizar las
tarifas y el endeudamiento con el FMI lo expusieron como un personaje
subalterno, reconocido adulador de Donald Trump y de Christine Lagarde la ex titular y
menospreciado por las actuales autoridades.
No hablemos de las personas en sí porque distan
años luz entre ambos mandatarios. Focalicémonos en las condiciones de
gobernabilidad. Luego del importante proceso inflacionario que acompañó la
salida de Raúl Alfonsín, no tenía credibilidad frente a los empresarios ni a
las organizaciones obreras que presionaban por la falta de poder adquisitivo de
los salarios. Gran parte del movimiento obrero, decididamente peronista,
confiaba en la llegada de Menem para cumplir con la promesa del “salariazo” y
“la revolución productiva”. Mandatos que luego de asumir, no cumplió. Es más,
Menem confesó que si hubiera dicho lo que iba a hacer después, nadie lo votaba.
En condiciones tan precarias, Alfonsín decidió salir del gobierno para
facilitar las cosas al nuevo gobierno.
Se podría mencionar también el paso al costado que
da Menem en 2003 y evita ir a segunda vuelta, dando lugar a que Néstor Kirchner
llegara al gobierno con un 22% de los votos obtenidos. Gestos y señales,
debilidades y grandezas que parecen ausentes o lejanos en la actualidad.
Hoy la gobernabilidad está dada por la falta de
credibilidad que ostenta el presidente y su equipo de gobierno tanto al
interior como al exterior del país. En principio, porque lo primero que piensa
el hombre de a pie es que las medidas tomadas la semana pasada las hubiera
tomado antes, sin llegar a este forzado extremo. No escuchó el clamor popular.
Puertas afuera, advierten falta muñeca e idoneidad
para enfrentar los serios problemas económicos ante las autoridades del Fondo
Monetario que ha mandado recursos para costear su campaña y que tienen que
venir otros millones de dólares antes de las elecciones. Frente a la recesión y
la trepada inflacionaria, está en un callejón sin salida.
Por otro lado, el presidente insiste en apretar
filas para conseguir revertir el voto castigo en las próximas elecciones. Hace
reuniones cada vez más pequeñas, como si sus aliados naturales quisieran
dejarlo solo. Insiste en personajes desgastados como Marcos Peña o Elisa
Carrió.
Además, su insensibilidad es tan evidente que, el
mismo día que pierde las PASO, sale corriendo a ver el partido en que Boca
pierde por penales contra Almagro, como si el castigo de la derrota formara
parte de una venganza de los dioses. Como en momentos aciagos como ahora,
recibe al Puma Rodríguez en Olivos para compartir halagos o criticar juntos a
Venezuela. Gestos neronianos si se quiere.
Pero además, hay otro síntoma de que el momento se
ha agotado, gran cantidad de periodistas oficialistas han comenzado a darse
vuelta como panqueques. Todos aquellos que antes de las elecciones favorecían
al oficialismo, de golpe y porrazo advierten que la sociedad tiene razón al
reaccionar contra la injusta situación. Parece mentira, pero es parte de lo
cambiante de la situación que se vive. Las ratas son las primeras en abandonar
el barco que se hunde.
Junto con ello, comienza a ponerse de manifiesto la
tremenda podredumbre que ha corroído las instituciones y ha puesto en riesgo la
tranquilidad y seguridad de la gente, hoy más que nunca se advierte hasta qué
grado de deterioro se ha llegado y afectado la convivencia social con un modelo
represivo similar a épocas dictatoriales. En estos días y ante la vista de
muchas personas, policías han matado a dos personas, los ejecutaron así nomás.
Lo grave de esto, fue que la ministra de Seguridad Bullrich apoyó el accionar,
sobre todo tratándose de dos casos en que una no ofreció resistencia y lo
derrumbaron de un puntapié en el pecho que le causó un traumatismo en la cabeza
que le dio muerte y en el otro, un hombre de 70 años, que padecía demencia
senil y fue ultimado por personal de seguridad de un supermercado por robar un
queso y un chocolate.
Hace años que se instaló este clima represivo en
las fuerzas de seguridad, similar al odio inoculado por los medios a los
efectos de generar una guerra entre pobres, producto de la manipulación que
impusieron a las actuales circunstancias. Manipulación mediática de la que no
estuvo ausente el complejo y omnisciente aparato judicial que acompaña estos
procesos. Por el contrario, fue permeable a las presiones políticas,
apartándose de principios jurídicos universalmente aceptados, como el de
presunción de inocencia. Pretexto para encarcelar a ex funcionarios, dirigentes
sociales y empresarios de la vereda de enfrente.
El amplio entramado de organizaciones sindicales,
sociales y políticas que compone el Frente de Todos es consciente de sostener
los plazos democráticos y que un presidente no peronista entregue el mandato en
término. Alberto Fernández, amplio ganador del proceso eleccionario, no se
cansa de exponer, dialogar y de llevar tranquilidad a todos con su palabra. De
asegurar la puesta en marcha de la economía del país para llevar felicidad a
sus habitantes e incluso, planificar fortalecido, las condiciones del pago de
la deuda contraída con el FMI.
La dignidad y grandeza de sopesar las posibilidades
de gobernabilidad son, justamente de las actuales autoridades quienes, más que
nadie son responsables de llevar a buen puerto la nave sin que los sufridos
pasajeros aumenten su angustia, es decir, no vayan de mal en peor.
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