El domingo 11 de agosto de 2019 será recordado como el día en que el
pueblo argentino dio vuelta de página, sepultando con el voto a una época
negra.
Roberto Utrero Guerra / Especial para
Con Nuestra América
Desde Mendoza, Argentina
De nada sirvió el magnífico aparato oficial disponible, el entramado de
zancadillas realizadas: cambio de ubicación de mesas y escuelas previo a la
votación o la suspensión del conteo electrónico apenas iniciado el escrutinio
que dejó de cargar datos por dos horas, el blindaje mediático, las corridas
cambiarias del viernes anterior alentadas por los amigos de la City y, mucho
menos la batería de encuestas todas fallidas.
Contra todo presagio, el pueblo hizo tronar el escarmiento, agotó su
paciencia, volviendo a la frase dicha por televisión por Perón aquel 21 de
junio de 1973, cuando intentaba poner distancia con el grupo Montoneros. El
tiempo pasó, pero la sentencia es tan actual como descriptiva.
Aludimos a una vuelta de página, porque fue una estrategia de
comunicación empleada por varios dirigentes del Frente de Todos, con el objeto
de pasar este mal trago, sin la menor intención de describir el horror sembrado
por este gobierno, al que siempre se lo ha respetado y sigue respetándoselo por
reconocer que vivimos en democracia y, en estos momentos difíciles, tienen en
sus manos la conducción del destino nacional.
Un hartazgo imposible de mensurar avanzaba silenciosamente desde todos
los rincones del territorio nacional: desde los aislados pueblos de la puna
jujeña que arrasaron con el radical Ricardo Morales, el mismo que mantiene
presa a Milagro Sala desde hace más de tres años; la selva misionera o
tucumana; la extensa Pampa húmeda desde el litoral, extenso territorio
integrado por Santa Fe, Entre Ríos, Buenos Aires, esto es “el campo” colectivo
de pequeños y medianos productores excluidos del núcleo exportador sojero –
grupo privilegiado que acapara stocks de soja para cuando el dólar llegue a un
valor máximo, independiente de lo que sucede con el resto de los argentinos y
el país –; los pobladores de la inmensa meseta patagónica o del extremo
austral, como las provincias andinas.
Todos estos habitantes de la Argentina profunda, distantes años luz de
la coqueta Buenos Aires se manifestaron espontánea y masivamente en contra del
gobierno de los ricos insensibles.
Fue un rechazo colectivo, impensado. Tan impensado y aleccionador que,
desde el extremo sur del continente repercute como latigazo hasta el río Bravo,
donde seguramente Andrés Manuel López Obrador habrá pensado, al fin despertaron
estos cuates y empiezan a sacudirse el oprobio, la vergüenza, la ofensa a la
Patria a contrapelo de la historia.
Seguramente también, muchos adviertan esperanzados que no todo está
perdido en esta parte del planeta como el mensaje que quieren imponer los
medios hegemónicos que difunden a las derechas como única alternativa.
Todo lo que ha venido después es parte de ese cambio drástico de
escenario que ni en las brillantes elucubraciones de Durán Barba estuvieron
presentes, al punto de ser eyectado en estos días a EEUU como el ocultamiento
del jefe de gabinete y de campaña Marcos Peña, responsable también de la
derrota.
Los cambios de humor presidencial, desde la bronca del domingo y su
mandar a dormir a los argentinos, hasta sus posteriores mohines y
arrepentimientos; sus manotazos al aire que siempre resultan manotazos porque
termina dejando todo como está para que nada cambie, como las medidas tomadas
con plazo de vencimiento conforme lo pautado por el FMI, jefe indiscutido del
gobierno.
Sin embargo, las imposturas demostradas impulsaron una disparada de
precios impredecible, dado que hasta el precio de la harina y consecuentemente
el pan, está ajustado por el valor del dólar. En este sentido, los molinos
harineros no entregan mercadería y, las cadenas de supermercados no quieren
colocar algunos productos de primera necesidad. De allí que a las corridas
cambiarias se han sumado las corridas por productos de primera necesidad.
La delirante gestión macrista hizo, entre otras cosas, que Argentina se
pareciera a Venezuela en el riesgo país, llegando a 1925 a escasos 75 puntos
del bloqueado país bolivariano.
En su burbuja, en el reducto elegido el Centro Cultural Kirchner o, como
desdeñan señalar, simplemente el CCK, siguen pintándose para la guerra:
“muertos nos van a sacar de Olivos” arengaba la “republicana” Elisa Lilita
Carrió – transformada en vocera y nueva jefa de campaña – este jueves a la
noche en la reunión de gabinete ampliada donde se convocaron alrededor de mil
funcionarios de primeras, segundas y terceras líneas alrededor del presidente,
sus ministros, el jefe de la CABA, Rodríguez Larreta y la gobernadora María
Eugenia Vidal. Estos dos últimos con serias dificultades de mantener sus
respectivos distritos. Todos también, sensibles a la arenga confrontativa de la
errática dirigente que se animó a definir a Alberto Fernández de ordinario, la
aplaudieron de pie, incluyéndolo al presidente Macri, insólitamente acompañado
por la primera dama y el candidato a vicepresidente en una reunión de altos
funcionarios en actividad.
En el aquelarre en que están envueltos, hasta el presidente de la UCR,
el gobernador de Mendoza, Alfredo Cornejo, se despega de Macri, pero teme que
cualquier maniobra de las autoridades nacionales, perjudique los resultados en
su provincia.
Desquiciados y sordos, son sorprendidos por declaraciones de Martín
Redrado ex presidente del Banco Central de la República Argentina, quien salió
a denunciar que la disparada del dólar del día lunes 12 se debió a una orden
del propio Mauricio Macri que le comunicó al Banco Nación que el valor del
dólar “se vaya donde se tenga que ir hasta que los argentinos aprendan a
votar”.
Como decíamos, luego vinieron lamentaciones, los pedidos de perdón y
medidas paliativas que aún no pueden implementarse, como es la queja que hacen
los comerciantes por la eliminación transitoria del IVA a veinte alimentos de
primera necesidad. Lista de productos tan escueta y perversa dirigida a quienes
ellos, excluyen diariamente. Quienes están en la venta dicen que es imposible
eliminar la alícuota en esa etapa, cuando debería eliminarse en la primera,
esto es, en las empresas formadoras de precios, aquellas que sí intervienen el
mercado.
Como frutilla del postre, el desencantado presidente se olvidó de los
jubilados, uno de los sectores doblemente postergado, desde los salarios a los
medicamentos que han tenido subas siderales.
Imposible ocultar entonces los dos lados del mostrador que ocupan los
actuales funcionarios. La diferencia de 11 pesos por dólar hizo que los
funcionarios del equipo económico embolsaran más de 368,5 millones. Fortuna que
está fuera de las fronteras argentinas. Dada esta evidencia que destaca a
Nicolás Dujovne, principal responsable de Hacienda, también se le ha invitado a
que deje el cargo y vaya a disfrutar afuera sus merecidos servicios prestados.
Demasiados disparates e infinitas consecuencias de esta pandilla de
locos que han transformado al país en una montaña rusa, como para no dar vuelta la página.
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