El contundente triunfo
popular que han significado estas PASO (elecciones primarias) en Argentina, le propinó una bofetada histórica no sólo al
contubernio neoliberal vernáculo, sino a
al neoliberalismo a nivel regional y
tuvo, incluso, repercusiones
Internacionales, que son fáciles de advertir consultando los titulares de los
principales órganos de la economía transnacional capitalista de la fecha
posterior a la elección.
Mariano Ciafardini / Especial para Con Nuestra América
Desde Buenos Aires,
Argentina
De todos modos y más
allá de los justificados festejos, tras cuatro años de espanto político y
económico, debería tenerse en cuenta que
junto con las oportunidades aparecen también los desafíos. Entre estos últimos
se avisora un fantasma que merodea al
Frente de Todos, triunfador del ensayo electoral, en que se convirtieron estás
“elecciones primarias”. Es el fantasma del presidente griego Alexis Sipras y su
partido Siryza.
La brutal devaluación
del peso frente al dólar y el incremento frenético de los indicadores de
default, a la que, la hoy nuevamente
esperanzada, República Argentina , está
siendo sometida por “los mercados”, no
puede dejar de evocar a los sucesos griegos del 2015, cuando, a pesar de un
triunfo político de Siryza, que reflejaba la intención del pueblo griego de
zafarse de las ataduras económico- monetarias a que la sometían los países
dominantes de UE y la “troika”, representante del verdadero
poder político económico de la “ zona euro”, la extorsión a la que sometieron a Grecia estos centros del poder
real, convirtió a ese gran logro electoral,
esperanzador, en ( justamente en Grecia)
un triunfo “pirrico”.
En Argentina
el domingo 11 de agosto, no sé
había terminado el primer recuento provisorio de votos de las elecciones, cuando el dólar en los mercados, que nunca
duermen, ya se estaba transando por un 20 % más de su valor anterior. Y ni bien
comenzó la jornada bursátil todos los indicadores que miden el “riesgo país”
(riesgo de entrar en default) saltaron por las nubes.
Claro es que el
candidato a presidente del Frente de Todos, Alberto Fernández, no es todavía
presidente electo, como lo era Sipras al momento del embate de la “troika” (CE,
BCE y FMI), pero tampoco tenía Sipras que lidiar, entonces, con un presidente
en funciones que trabajara sistemáticamente en favor de los intereses de los
grupos financieros, como lo hace Macri en nuestro país.
A favor de la vapuleada
soberanía argentina juega el hecho de que no opera en nuestra área económica
ninguna férrea atadura monetaria como lo es el Euro para Grecia Pero nuestro
BCE es el FMI y nuestra Alemania es EEUU.
Ahora está claro que el
ajuste económico que el gobierno de Macri no pudo hasta ahora y no pueda (al
perder eventualmente las elecciones) concretar, en la medida en que “ los
mercados” lo exigen , lo harán estos automáticamente y en poco tiempo.
Aquí es donde deben
atenderse las diferencias, que no las similitudes, de la República Argentina y
del contexto latinoamericano con la situación de Grecia, en el ámbito de la Unión Europea.
En primer lugar, aunque
sea obvio, debe remarcarse que Argentina no es Grecia. Nosotros tenemos
ingentes recursos alimenticios y energéticos que nos permiten, no sólo cierta
autonomía en esos terrenos económicos básicos, sino la posibilidad de conseguir
las famosas ”divisas”, a través de la exportación. De todos modos, esos recursos están en manos privadas y, una
economía de emergencia y resistencia implicaría echar mano a políticas
altamente intervencionista que requieren una decisión y un consenso político
nunca fácil de lograr.
Otra cuestión muy
importante es que el Frente de Todos y todo el movimiento popular argentino
exhiben una disposición a la lucha y a la resistencia mucho mayor que el
vacilante Siryza, que ni siquiera pudo englobar bajo una misma estrategia de
lucha a amplios y poderoso sectores de la izquierda como los del Partido
Comunista griego. Aunque, parafraseando a Lenin, hay que decir que esas
potencialidades de lucha sólo se confirman en el lugar concreto y en el momento concreto.
Pero, y tal vez esto
sea lo fundamental en el plano de las diferencias entre una situación y la
otra, América Latina y el Caribe han estado inmersos, desde 1999, en un proceso
de avance de gobiernos populares con tendencias autonomistas, soberanistas y
anti neoliberales, proceso que alentó las expectativas de una integración
regional, en términos precisamente opuestos a los claramente neoliberales que
rigieron la construcción de la UE y su dinámica regional hasta hoy. De ese
proceso hoy subsisten regímenes políticos que, tozudamente, se resisten a los
mandatos imperialistas, acompañando la ya histórica resistencia cubana, como son los gobiernos ( y amplias mayorías
populares) de Venezuela, Nicaragua y Bolivia y, además, el reciente triunfo de Andrés Manuel López
Obrador, en México, abre un interesante signo de interrogación sobre el devenir
político de un país clave por sus dimensiones y su ubicación para cualquier
estrategia integradora regional.
En este punto debe
remarcarse que, esas asociaciones virtuosas entre los países de nuestra región,
resultan viables si, y solo si, se articulan en relación a propuestas globales
que encierran también en sí mismas virtuosismo, como las de la Nueva Ruta de la Seda u otros acuerdos de cooperación con China, Rusia o
países asociados a ellos, en el polo asiático, o algún tipo de cooperación
sur-sur, ya que por el momento el “mundo occidental” tiene muy poco que ofrecer
al desarrollo nuestroamericano y bastantes intenciones de usarnos como
salvavidas. Y en este sentido también es cierto que tanto China como Rusia
tienen mayor marco de maniobra para emprender acuerdos plurales a nivel
regional (un ejemplo de ello es Celac+China) que los que tenían con Grecia y
otros países de la UE o con la UE en conjunto.
Es decir que, a pesar
de la contraofensiva neoliberal que puso un freno importante a aquella impronta
liberadora y nuestroamericanista de los años 2000 -2015, la región, y
Argentina, como otro país clave de la empresa integracionista- autonomista
regional, muestran diferencias profundas con la situación de la Grecia
del 2015.
En las manos del pueblo
argentino, que ya supo en las históricas jornadas del 2001-2002 dar muestras de
su irredención, está la posibilidad de
que el anuncio de un retorno al camino de la autonomía política y la estrategia
nuestroamericanista, que se ha expresado
en estas elecciones primarias, se
concrete en una realidad que devuelva a toda América Latina la cuestionada
esperanza de poder superar la extorsión neoliberal, o se frustre ( se manque
diríamos, en términos turfísticos, en Argentina) al estilo griego.
*El autor es profesor
de la Universidad de Buenos Aires. Doctor
en Ciencias Políticas (UBA)
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