Pareciera que en la guerra de Ucrania ha llegado el momento de la verdad, de dejarse de eufemismos, medias verdades y veladuras. Ahora, se ha de negociar sobre la cruda realidad geopolítica que expresa, sin cuyo reconocimiento no se hará más que empujar el problema hacia adelante, sin resolverlo.
Rafael Cuevas Molina / Presidente AUNA-Costa Rica
Quien estuvo atrás de ese derrocamiento fue la Unión Europea y los Estados Unidos. Hoy, cuando la nueva administración norteamericana cambia de rumbo y seguramente utilizará otros métodos para conseguir sus objetivos, sale a la luz el papel que en ese tipo de movimientos “naranja” jugó el financiamiento de organizaciones de la sociedad civil a través de la USAID.
El modelo ucraniano les resultó exitoso, el de cientos de organizaciones no gubernamentales con suficiente financiamiento con el estandarte de la lucha por la democracia. Tan exitoso les resultó que luego lo han replicado en otras partes, como en Venezuela con las famosas guarimbas y en Nicaragua en 2018. Siguen al pie de la letra el manual del golpe blando de Gene Sharp e imponen regímenes acordes con los intereses de Estados Unidos y la Unión Europea.
Esos fueron los antecedentes de lo que sucedió después, el paulatino, pero persistente, cierre del cerco sobre Rusia, algo que no ha concluido y que no se limita exclusivamente a Ucrania. Ahí tenemos movimientos similares ahora mismo en Georgia, en Moldavia y en la misma Rumanía, en donde hicieron carpetazo con las recién pasadas elecciones anulando el triunfo de Calin Georgescu por no tener una actitud agresiva con Rusia.
Ucrania no es más que un peón en este juego entre las grandes potencias. Eso lo tiene claro Donald Trump, un magnate acostumbrado a negociar pragmáticamente sus intereses. Por eso, no ha vacilado en saltársela olímpicamente en las conversaciones que ya inició con la verdadera contraparte, Rusia. Igual con la Unión Europea, que se ha tenido que tragar toda su arrogancia y prepotencia porque ni siquiera les han tomado parecer. Puede ser que ambas partes sean incorporadas en algún momento de las negociaciones, pero ya sabemos que serán en la condición que realmente juegan: como actores de segundo orden.
Se trata de la real politik que por fin parece prevalecer. Una real politik que trae aparejada la cruda realidad a la que la Unión Europea se enfrenta, metida en una crisis económica que ha facilitado el avance de fuerzas de extrema derecha, y Estados Unidos sacando tajada de las deudas en las que incurrió Ucrania. No solo cobrarán hasta el último centavo después que dinamizaron uno de los bastiones de su producción industrial, la armamentista, sino que además obtendrán las famosas tierras raras que tanto necesitan para sustentar el desarrollo tecnológico de vanguardia.
Está en curso un reordenamiento del campo internacional. Estados Unidos está perdiendo su hegemonía y hace todo lo posible por evitarlo; surgen nuevos actores, cada vez más potentes -aunque todavía no totalmente a la altura del hegemón actual- que apuestan por la labor coordinada entre ellos; y, sobresaliendo como el verdadero contrincante que, tarde o temprano, le dará jaque mate al rey, China, a la cual hemos visto en estos días, con la gira de Marco Rubio a Centroamérica y el Caribe, tratan de marginar a como dé lugar, por la buenas o por las malas.
1 comentario:
Rusia aceptara negociaciones que incluya todo lo previsto desde el inicio de la operacion especial, sin sacrificar ninguna, desmilitarizar, desnazificar y proteger las republicas recien recien reconocidas bajo soberania Rusa, queda por ver que decide Rusia sobre ODESA
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