Ellacuría es, sin duda, uno de los más cualificados creadores y cultivadores de la teología y de la filosofía de la liberación en América Latina, y constituye todo un ejemplo de coherencia entre pensar y vivir, teología y praxis, biografía y bibliografía, pasión por la justicia y compasión con las víctimas, amor a la verdad y compromiso con la liberación de las personas y los sectores empobrecidos.
Juan José Tamayo / Amerindia
El pasado 11 de septiembre escuché, con profunda emoción y lágrimas de alegría, la sentencia de la Audiencia Nacional que condenaba a Inocente Orlando Montano a 133 años de prisión como culpable de los asesinatos de Ignacio Ellacuría, rector de la Universidad José Simeón Cañas (UCA), y de sus compañeros jesuitas españoles Segundo Montes, Ignacio Martín Baró, Amando López y Juan Manuel Moreno la madrugada del 16 de noviembre de 1989. Se hizo justicia pero no completa, ya que quedaron impunes los asesinatos de los salvadoreños el jesuita Joaquín López y López, la trabajadora doméstica Julia Elba Ramos y su hija Celina, de 15 años.