Las neurociencias, con su pretendido sello de cientificidad indubitable -las llamadas “ciencias duras” trasmiten esa ilusión-, más allá del supuesto rigor que exhalan, quedan cortas, tremendamente cortas para entender las complejidades humanas.
Marcelo Colussi / Para Con Nuestra América
Desde Ciudad de Guatemala
“Si usted quiere, puede”, “Todo depende de usted”, “Ser exitoso es una cuestión de actitud”, “No se estrese, maneje adecuadamente su ansiedad”, “¡Sea positivo!”, “¡Eleve su autoestima!”. A lo que se podría agregar, necesariamente en lengua inglesa: “Don’t worry! Be happy!”, tan representativo de los tiempos que corren, cuando se habla insistentemente de “resolución pacífica de conflictos” y rechazo a todo tipo de manifestación violenta. Expresiones como todas estas se han hecho cosa habitual en nuestra vida cotidiana; una psicologización, bastante cuestionable en términos epistemológicos o, mejor dicho: una vulgarización de saberes que atañen a la subjetividad, recorre nuestro sentido común, llenando de “tips” (hay que decirlo en inglés) el vocabulario diario. Según nos dice (nos obliga) esta andanada de directrices, hay que ser resilientes, políticamente correctos y buscar superarse continuamente, tener emociones positivas y sonreírle a la vida con optimismo.