Los golpes blandos no
terminarán, los intentos de golpes de Estado siempre han estado ahí
y con fuerza, son corporativos y se visten de votos, rezos y
oratorias clasistas, cachurecas y deshumanizadas.
Ilka Oliva Corado / Para Con Nuestra América
Hoy en día las dictaduras
dejaron de ser sangrientas, Estados Unidos y la oligarquía latinoamericana
cambiaron de estrategia. La imposición es corporativa. Una nueva modalidad de
guerra sucia y Plan Cóndor que da los golpes blandos con su eje
central: a través de la manipulación de los medios de comunicación y, con esto
adormecer las mentes de las masas (clase media latinoamericana) que
por indiferentes son fáciles de utilizar. Sin percatarse votan por
estructuras que según ellas (clasistas y racistas) afectarán solamente a la
población más vulnerable, no se darán cuenta (por polarizadas) que son tan solo
el trampolín para el beneficio de los buitres que después las tratarán como lo
que son…
Ejemplo claro es el No en
Bolivia, la nueva Asamblea Nacional en Venezuela, Macri en Argentina, el
intento de golpe en Brasil contra Dilma. Y los presidentes de corte neoliberal
en el resto del continente. En ninguno de estos Estados Unidos recurrió a la
dictadura como en décadas pasadas, lo hizo en tiempos de democracia; fue un
trabajo a fuego lento y muy bien cuidado donde las dosis fueron exactas:
televisión, radio y prensa escrita. Un poco de caos para atemorizar a la
población y fue suficiente.
El saqueo es industrial, tiene
tintes bancarios y la extracción de recursos naturales es uno de los objetivos
principales; por esa razón vemos a lo largo y ancho del continente la opresión
a los movimientos sociales y campesinos que defienden el agua y la tierra. Los
ecocidios están a la orden del día y las minerías hacen lo suyo con el permiso
de los gobiernos de turno. Un ajuste en políticas económicas que anulan
inversiones en educación, salud, trabajo y vivienda y, al contrario lo
invierten en “seguridad” para vulnerar más a la población
y desvincularla de todo activismo social y voz de
insurrección.
La resistencia de gobiernos
progresistas no es de agrado para Estados Unidos que con golpes blandos y con
las masas manipuladas en un disfraz de democracia hizo destituir a Lugo, Zelaya
y pretende hacerlo también con Maduro, Dilma, Evo y Correa. A Cuba le fue a
decir en su propia cara que libere a su pueblo del socialismo, como si no fuera
Cuba uno de los pueblos más libres del mundo precisamente por el
socialismo.
Siendo Latinoamérica un
continente de mente colonizada, clasista y segregacionista; es fácil
que el neoliberalismo se cuele por las fisuras culturales y políticas. Por el
lado de la impunidad. Donde lo humano, la dignidad y la lealtad no tienen
pie de entrada. Es ésa la resistencia de los gobiernos progresistas con sus
reformas políticas que han hecho florecer a una América Latina post dictaduras.
Están sanando las brechas y el tejido social. Están ofreciendo trabajo, alimento,
educación, hogar y plusvalía a las mayorías marginadas. Están encarcelando a
los torturadores, a los culpables de crímenes de lesa humanidad. ¿Qué gobierno
neoliberal le apuesta al desarrollo de su pueblo? ¿A la cultura, a la
educación, a la salud?
Si bien es cierto no son
gobiernos ideales, les hace falta mucho por hacer, se han equivocado en
decisiones, dentro de sus filas también hay corruptos disfrazados de
progresistas y muchos terminan en Miami con negociones millonarios. Eso es
cierto y no se puede negar. Pero una cosa son los que han traicionado la
revolución y otra que los gobernantes estén involucrados, tal es el caso de
Dilma en estos momentos. El ataque no es contra ella ni contra Lula, es contra
el progreso del pueblo brasileño.
Dilma ha denunciado a estos
corruptos y en resultado Brasil está viviendo un nuevo intento de golpe de
Estado para que estos mismos corruptos que ella denunció tomen el poder. Esta
ecuación no es tan difícil de entender. Ataques por género siempre
han sufrido Dilma, Cristina y Bachelet. Y es el patriarcado quizá el peor de
nuestros males porque nos afecta a todos y es una norma con la que crecemos y
es preciso hacerla desaparecer junto a la misoginia y el machismo. Es la
misoginia y el machismo el que ataca en este momento a Dilma, con todo su odio
hacia su género, inteligencia y entereza.
Los golpes blandos no
terminarán, los intentos de golpes de Estado siempre han estado ahí
y con fuerza, son corporativos y se visten de votos, rezos y
oratorias clasistas, cachurecas y deshumanizadas. Nuestra doble
moral y nuestra haraganería para formular un análisis propio nos colocan en la
posición de marionetas y somos pues la diversión de los que realmente hacen de
nosotros un espectáculo de mierda. Sigamos pues durmiendo la mona.
Entre otras noticias, ¡volvió
Cristina! Demostrando que la militancia es en todo momento y con el pueblo. Que
se aliste Macri y su horda de buitres porque esto apenas
empieza. Que se aliste la derecha brasileña y Estados Unidos porque
50 millones de brasileños que votaron por Dilma no se dejarán vencer así por
así. ¿Qué harán para silenciarlos? ¿Acaso llenar de sangre las calles de
Brasil? La Revolución Bolivariana sigue en resistencia.
500 años de invasiones y
genocidios y no han podido con La Patria Grande, no será ahora que la
vencerán.
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