La experiencia latinoamericana en general, y la
brasileña en particular, demuestran que la única manera de salvar procesos
políticos progresistas de los embates de la derecha y el imperialismo, no es
tratando de pactar y ceder a sus requerimientos, sino convocando la
movilización popular y radicalizando las medidas de carácter socialista.
Olmedo Beluche / Especial para Con
Nuestra América
Desde
Ciudad Panamá
Una
crisis política enorme se cierne sobre ese gigante que es Brasil. Una
investigación judicial, denominada operación "Lava Jato", ha puesto
en evidencia un esquema de corrupción que compromete a altos funcionarios de
Petrobras, a grandes empresas constructoras, entre ellas la conocida Odebrecht, y a políticos brasileños
de una multiplicidad de partidos.
Todos los grandes partidos están
salpicados por la corrupción
Las
denuncias de corrupción involucran no solo del Partido de los Trabajadores
(PT), como quieren hacer ver los medios de comunicación, sino que incluyen al
Partido Progresista (PP) y al Partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB),
ambos de ideología de derecha. Otras investigaciones anticorrupción ya habían
señalado a gobernadores del partido socialdemócrata PSDB ("tucano"),
como Geraldo Alckim en el estado de San Pablo. Con lo cual, todos los grandes
partidos del sistema electoral brasileño están manchados por la corrupción.
Pero
la derecha, que no ha ganado las elecciones federales durante tres períodos
consecutivos, maniobra con ayuda de los medios de comunicación burgueses,
encabezados por la red Globo, y el guiño cómplice de la embajada de Estados
Unidos, para enfilar las acusaciones únicamente contra la presidenta Dilma
Rousseff, contra el ex presidente Ignacio Lula Da Silva y el PT. El objetivo es
evidente, sacar a Dilma antes de finalizar su mandato e impedir la nueva
postulación de Lula a la presidencia en las próximas elecciones, porque Lula
tendría posibilidades reales de ganar según diversas encuestas.
La maniobra golpista de la derecha
y los medios de comunicación de masas
El
objetivo es imponer un golpe de estado parlamentario, como el que se hizo
contra Lugo en Paraguay, forzando el juzgamiento ("impeachment") de
la presidenta por el Congreso, a cuya cabeza está el evangélico de extrema
derecha, Eduardo Cunha, acusado de recibir más de 5 millones de dólares de
sobornos ("propinas") de Petrobras.
La
maniobra golpista consistiría en sacar a Dilma, mediante un juicio amañado del
Congreso corrupto, para hacerse con el poder imponiendo al vicepresidente,
Michel Temer, del derechista PMDB, aliado al gobierno del PT, sin convocar nuevas elecciones, ni un
referéndum revocatorio, ni mucho menos una Asamblea Constituyente, ni ningún
tipo de consulta popular.
Este
golpe parlamentario contra Dilma embona con la ofensiva de la derecha
latinoamericana, teledirigida desde Washington, para sacar del poder o
debilitar todo lo posible a gobiernos "progresistas" que ganaron el
voto popular durante los últimos 15 años.
La
maniobra parlamentaria brasileña hace parte del esquema que se ejecuta
simultáneamente en todo el continente:
tratar de sacar a Nicolás Maduro de la presidencia de Venezuela antes de
cumplir su mandato; hacer fracasar el
plebiscito por la reelección de Evo Morales en Bolivia; debilitar el gobierno
de Rafael Correa en Ecuador; incluso acusar de corrupción a la moderada
socialdemócrata Michelle Bachelet en Chile.
¿Cómo operaba la corrupción en el
caso brasileño?
La
crisis tiene como actores centrales a directivos de la empresa petrolera
estatal, Petrobras, nombrados por el gobierno del P.T., Renato Duque (ex tesorero
del partido) y Pedro Barusco, y un ex senador de ese partido, Delcidio
Amaral, ex director de Petrobras con el
gobierno de Fernando Herique Cardoso, pero captado para el P.T. en esos juegos
de "alianzas" con la derecha, que tanto gustan a los socialdemócratas
y estalinistas.
El
esquema corrupto consistía en que la petrolera estatal brasileña, Petrobras,
vendía a precios inferiores a los de mercado internacional, principalmente
gasolina, a la subsidiaria de Odebrecht, llamada Braskem. Las ganancias millonarias de Braskem y, por
contra, la lesión contra el patrimonio de Petrobras, se estima en 6 mil
millones de reales, o 1600 millones de dólares, entre 2009 y 2014.
Luego
Odebrecht, a través de sus oficinas y empresas de maletín, en paraísos
fiscales, como Suiza y Panamá, pagaba "propinas" a los funcionarios
que le habían facilitado estos lucrativos negocios a costa de la empresa
estatal. Estas "propinas" servían tanto para enriquecimiento personal
de los corruptos, como para financiar a los partidos políticos.
La
página 147 de la denuncia del Ministerio Público Federal, muestra el
organigrama que seguía el dinero saqueado a Petrobras para beneficio de
Odebrecht. A través de varias
subsidiarias y luego a "empresas de maletín" en Suiza y
Panamá. Con la banderita panameña, aparecen mencionadas, en los niveles de
lavado del dinero 2 y 3: "Del Sur", "SAGAR",
"QUINUS", "PEXO", "MILZART" y
"SYGNUS". Por ayudar a
facilitar ese esquema aparece mencionado en Brasil el bufete del abogado Ramón
Fonseca Mora, dirigente del Partido Panameñista y hasta hace poco consejero del
presidente Varela.
La
investigación estima que la "propina" de Duque y Barusco era
aproximadamente del 2% del valor de cada contrato. Al ser Duque tesorero del
PT, se estima que parte del dinero se usó para financiar al partido. Pero como
se ha dicho, la corrupción también salpica al jefe de la oposición derechista
del Senado, Eduardo Cunha, acusado por el Supremo Tribunal Federal de recibir
coimas por 5 millones de dólares.
También
se acusa a los directivos de Odebrecht y al "operador" del PMDB,
Fernando Falcón Soares o Fernando Baiano. Al igual que al directivo de
Petrobras, relacionado con el Partido Progresista, Paulo Roberto Costa (Hora Do
Povo, No. 3.366, 29 a 30 de julio de 2015). Como ya se sabe, Marcelo Odebrecht,
cabeza de la empresa, ya ha sido condenado a 20 años de prisión por estos
delitos.
Lo que los medios callan: el
sistema político es la madre de la corrupción
La
descripción de cómo operaba la corrupción en torno a Petrobras es interesante
porque podemos suponer que el mismo esquema se utiliza en otros países de
Latinoamérica, incluyendo el nuestro. Aquí siempre se ha rumorado acerca del
pago de "propinas" a funcionarios por contratos de parte de empresas
privadas o pagos a la deuda pública a bancos. Supuestamente, en Panamá eso no
es ilegal.
Lo
que no dicen los medios de comunicación, es que los sistemas políticos
supuestamente "democráticos" requieren millonadas crecientes de
dinero para poder participar en los procesos electorales con alguna opción de
"ser elegido". Como la médula del sistema "democrático" es
la capacidad de gastar millones en publicidad, los partidos y políticos buscan
la manera de obtener el financiamiento de sus campañas. Ahí es donde aparecen
empresas dispuestas a financiar a cambio de jugosos contratos con el estado.
Dónde
más claramente la intromisión del poder económico determina los resultados
electorales es en Estados Unidos, donde los políticos son financiados
directamente por poderosas empresas y multimillonarios, tanto en las campañas,
como en sus funciones mediante el llamado "lobby". Para los medios de
comunicación afiliados a la SIP, eso no es corrupción, sino una virtud
democrática norteamericana.
En
el caso panameño, aunque los partidos y candidatos están obligados a informar
de sus fuentes de financiamiento privado, estas se convierten el secreto mejor
guardado por los magistrados del Tribunal Electoral, con lo cual se hacen
cómplices de este tipo de manejos corruptos. Aquí también entran fuentes de
financiamiento que rayan en el delito, como el uso arbitrario y sin control de
fondos públicos como el del Programa de Ayuda Nacional (PAN), que regaló 400
millones de dólares entre los diputados de todas las bancadas en las últimas
elecciones.
Los
medios de comunicación de masas, especialmente los afiliados a la Sociedad
Interamericana de Prensa (SIP), también esconden que ellos y sus dueños,
teniendo el monopolio absoluto sobre los medios de comunicación, e imponiendo
los precios sobre las pautas publicitarias, son los principales beneficiaros de
los costos millonarios de las campañas electorales y, por esa vía, son
cómplices directos de la corrupción.
Lo
dicho no pretende justificar los manejos corruptos de funcionarios de ningún
partido, los cuales, comprobados los cargos deben ser sancionados, pero sí
pretende explicar las dimensiones extraordinarias del fenómeno de la
corrupción, que atraviesa todos nuestros países y partidos políticos. En el
caso de Odebrecht, se rumora la posibilidad de que pronto salgan a relucir
nombres de políticos financiados con esquemas semejantes en otros países del
continente, incluyendo Panamá.
Lula y Odebrecht
Ha
trascendido recientemente, la relación estrecha entre el ex presidente Lula Da
Silva y las empresas constructoras brasileñas Odebrecht, Camargo Correa y OAS.
Las investigaciones han sacado a la luz que, entre 2011 y 2013, Lula recibió
"patrocinios" de esas empresas y donaciones de hasta 20,7 millones de
reales (unos US$ 5 millones) al "Instituto Lula" (fundación) y 10
millones de reales (US$ 3 millones) le fueron pagados en regalías por sus
conferencias en el extranjero.
Lula
aduce que esos pagos son legales, y que otros ex presidentes también viajan por
el mundo promoviendo empresas de sus países y cobran fuertes emolumentos por
dictar conferencias. Esto lo hacen desde Clinton hasta Álvaro Uribe. Pero los
medios de comunicación también callan sobre este asunto y solo atacan a Lula.
No
sólo es creíble la versión de Lula de la legalidad de esos emolumentos, sino
que es público que él no se ha negado nunca a declarar ante los jueces sobre el
tema. Por eso es repudiable el manejo político del juez que lo mandó a conducir
detenido para escarnecerlo ante la jauría derechista y para beneplácito de sus
enemigos políticos.
Sin
embargo, desde el punto de vista de clase obrera, a la que Lula ha representado
por décadas, la relación tan estrecha con una empresa transnacional como
Odebrecht, sí presenta dilemas ético - políticos que pueden y son debatidos en
Brasil.
Desde
el primer gobierno encabezado por Lula, hacia 2003-2004, se produjeron en el
Partido de los Trabajadores varias rupturas de los sectores más consecuentes y
revolucionarios, que acusaban a la dirección del partido y a Lula de traicionar
sus compromisos con la clase trabajadora y gobernar para beneficio de los
grandes bancos, empresas constructoras y el agronegocio.
De
esa manera surgieron partidos ubicados a la izquierda del PT, como el Partido
del Socialismo y la Libertad (PSOL), y otras rupturas posteriores, como por
ejemplo la de Marina Silva, antes Partido Verde y ahora Partido Socialista
Brasileño (PSB).
La política económica de Dilma le
enajena la base social obrera de su electorado
Aplastada
entre una creciente crisis capitalista, la caída de los precios de las materias
primas, las crecientes luchas sociales, en especial de los jóvenes y
estudiantes, que salieron a las calles con fuerza previo al Mundial de Fútbol
de 2014, así como la campaña mediática en su contra, la presidenta Dilma
Rousseff y el PT, en vez de ir hacia la izquierda, ceden a las políticas
neoliberales, con lo cual debilitan su base social. Ese mirar a la derecha en
busca de respaldo lo demuestra su alianza con el PMDB.
Si
bien el gobierno del PT inauguró en América Latina las llamadas políticas
sociales de "transferencias" con el "Plan de Hambre Cero",
de Lula, como una forma de atenuar los males sociales de 20 años de
neoliberalismo, lo cierto es que no ha habido cambios de fondo en ninguno de
los aspectos que se esperaban de un gobierno que decía ser de los trabajadores.
Por el contrario, el gobierno de Dilma se inclina cada vez más hacia medidas de
carácter neoliberal.
La
situación social se deteriora: en 2015, se perdieron millón y medio de puestos
de trabajo. En 2016, la tasa de desempleo nacional es del 7,6% y creciendo. El
desempleo juvenil en la zona metropolitana de San Pablo supera el 28%. La
inflación el año pasado bordeó el 11%.
Este
año, la presidenta Dilma Rousseff, adoptó dos acuerdos que le han ganado
repudio sindical: por un lado, en acuerdo PT, PSDB y PMDB decidió entregar al
sector privado reservas petroleras de PETROBRAS; por otro, decidió el
congelamiento del salario mínimo y de los sueldos de los empleados públicos, si
primero no se superaba el mínimo para garantizar el pago de la deuda a la
banca.
Por una salida democrática y
popular a la crisis
Para
hacer frente a la crisis social, algunas corrientes de izquierda han propuesto
la necesidad de un Plan de Emergencia, de grandes inversiones públicas para
recuperar el empleo, así como un ajuste salarial acorde con el costo de la
vida, y la ruptura del PT con las medidas neoliberales.
Frente
a la crisis política de envergadura que se cierne sobre Brasil y frente a la
maniobra de la derecha que pretende un golpe parlamentario para sacar a Dilma y
sustituirla por su vicepresidente, importantes sectores de la oposición de
izquierda denuncian la jugada contra la democracia y contra el pueblo,
proponiendo que no puede haber ninguna salida que no contemple la participación
popular.
Por
eso algunos han empezado a denunciar que el Congreso no tiene moral para juzgar
a la presidenta y que en todo caso habría que convocar a nuevas elecciones
generales (Partido Patria Livre). Incluso se habla de la convocatoria a una
Asamblea Constituyente Popular (MES-PSOL), a la que el PT se había
comprometido, y que junto con otras cosas olvidó por el camino.
Algunas lecciones de la crisis
brasileña
1.
La "democracia" burguesa es profundamente corrupta ya que su base es
el poder económico. La corrupción es el alma de los sistemas electorales
basados en campañas multimillonarias.
2.
Los medios de comunicación de masas hipócritamente se disfrazan de adalides
morales de la sociedad, pero son los principales beneficiarios del sistema
político corrupto por la vía de las pautas millonarias en publicidad política.
3.
La izquierda que aspiramos a ejercer nuestros derechos democráticos de
participación política y electoral, debemos ser especialmente cuidadosos con la
manera en que financian los proyectos electorales, so pena de ser escarnecidos
en público al menor error, incluso los que los medios y las autoridades
perdonan en partidos de derecha.
4.
Como principio, nadie que se defina como progresista, de izquierda o
revolucionario puede justificar ninguna forma de corrupción y robo al estado,
por ende, debemos exigir investigación y esclarecimiento total, junto con la
debida sanción penal a los responsables, sin importar la procedencia política
de los involucrados.
5.
Pero lo anterior no significa que avalemos ningún intento de golpe de estado
parlamentario en Brasil, menos para beneficio de un Congreso y unos partidos de
derecha demostradamente corruptos y al servicio de los intereses del
imperialismo yanqui.
6.
Con diferencias o sin ellas, hay que partir por reconocer que Dilma Rousseff es
la presidenta legítima de Brasil, electa por el pueblo. Si la investigación y
las circunstancias forzaran su dimisión, es inaceptable que sea sustituida por
una jugarreta de políticos venales, encabezados por su vicepresidente, Michel
Temer.
7.
Si la presidenta Dilma debe o no renunciar debiera salir de una consulta
democrática al pueblo brasileño, mediante un referéndum revocatorio, como
únicamente se hace en la Venezuela bolivariana, y al que en su momento se
sometió Hugo Chávez, saliendo victorioso en unas circunstancias golpistas
semejantes. Y, en caso de caer el gobierno de Dilma Rousseff, la única
alternativa legítima sería la participación del pueblo brasileño mediante la
convocatoria de nuevas elecciones o una Asamblea Constituyente Popular.
8.
La experiencia latinoamericana en general, y la brasileña en particular,
demuestran que la única manera de salvar procesos políticos progresistas de los
embates de la derecha y el imperialismo, no es tratando de pactar y ceder a sus
requerimientos, sino convocando la movilización popular y radicalizando las
medidas de carácter socialista.
Panamá, 28 de marzo de 2016.
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