Concurrir a las urnas es nuestro deber cívico y nuestro compromiso ciudadano para defender la democracia que tanta sangre costó. Es necesario romper con la indiferencia y el desaliento alentado desde los medios y la oposición, puesto que ello es el consabido caldo de cultivo del que han sido sus mayores beneficiarios desde épocas pretéritas.
Roberto Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra América
Desde Mendoza, Argentina
Dos baldazos de agua fría ha recibido la sociedad argentina en vísperas de las PASO. Dos lamentables asesinatos conmovieron a la vapuleada sociedad porteña: el de la niña Morena Domínguez de 11 años ocurrido el miércoles, para robarle el celular antes de entrar a la escuela en Lanús y el del periodista Facundo Molares, frente al Obelisco de la Ciudad de Buenos Aires, en una asamblea de las organizaciones MTR, Votamos Luchar y Rebelión Popular el día jueves. Uno fue cometido por dos motochorros y el otro por la policía de la CABA.
El masivo repudio de organizaciones políticas, sociales, sindicales y de derechos humanos contrastó con las justificaciones de Juntos por el Cambio y la ultraderecha, que respaldaron el operativo policial.
Es inimaginable el dolor de los padres de la niña fallecida por las consecuencias del golpe recibido contra el asfalto, el dolor y la impotencia de quien la auxilió en primer término y aguardó la llegada de la ambulancia, junto a otros padres. Tampoco se puede ser indiferente frente a quienes causaron tanto daño. Pero… sabemos, que es muy delicado identificar y mostrar a los posibles o probables causantes, puesto que esto puede conducir a un linchamiento colectivo no solo a los posibles protagonistas del hecho, sino a familiares o gente de su entorno. La justicia cuenta con leyes y procedimientos para llevar a cabo el debido proceso. En respeto a lo sucedido, al tremendo dolor de los familiares de la inocente víctima y a la vecindad que padece permanentemente de este flagelo, debemos dar intervención a quienes tienen la capacidad y la obligación de actuar, conforme la estructura jurídica de nuestro Estado de derecho.
La interpretación política de lo sucedido es otra cosa. Néstor Grindetti es el actual intendente de Lanús y precandidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires de Patricia Bullrich, la candidata a presidenta de la nación y presidenta del PRO, que representa la línea más dura de Juntos por el Cambio. Candidata que siempre ha estado a favor de liberar el uso de armas de fuego en la población y disminuir la edad de los imputados en delitos. También dentro del rápido cambio que propone está la eliminación de derechos y garantías constitucionales, cuestión que puso en práctica cuando fue ministra de Defensa de Macri. Basta recordar sus actuaciones en la represión a los mapuches en la Patagonia, la muerte de Santiago Maldonado y el operativo de seguridad montado para las reuniones en la CABA en la Cumbre de jefes de Estado y de Gobierno del G20 de 2018.
Sus excesos van acorde con su desmemoria, cuestión que no afecta el natural desparpajo de sus declaraciones en entrevistas, cuando muchos periodistas le recuerdan su paso por Montoneros o el gobierno de la Alianza.
Respecto de la actitud de Grindetti de suspender los actos de su campaña, es entendible, sobre todo porque ha tenido que reunirse con los padres de la niña fallecida y tratar de contener personalmente y desde el cargo que desempeña el dolor de la familia y la comunidad más próxima. Como hombre que peina canas sabe que debe responder a cuestiones morales que exceden el momento político por el que atraviesa, como también sus pretensiones electorales.
Dentro de la interpretación política, también está la represión llevada a cabo por la policía de la CABA, donde el jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, precandidato a presidente también por la alianza Juntos por el Cambio, tiene responsabilidad directa. Pero claro, difícil es sustraerse de la represión si quien lo acompaña como vice, Gerardo Morales, viene reprimiendo desde hace meses a los docentes y pobladores originarios de la provincia de Jujuy. Su mirada, no dista mucho de Bullrich.
Sobre el fallecido Facundo Molares Schoenfeld, es menester destacar que nació en 1975, hijo de un militante sindical del Hospital Ciudadela; se crió en José C. Paz y a comienzos de los noventa comenzó su militancia contra las políticas del menemismo.
De regreso en Buenos Aires, se recibió de técnico forestal y se instaló en la villa 1-11-14; se movilizó el 19 y 20 de diciembre de 2001 y, posteriormente recorrió América Latina hasta recalar en Colombia y sumarse las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia FARC.
De vuelta a Argentina, se dedicó a la comunicación popular. En 2019 viajó a Bolivia para cubrir el golpe contra el presidente Evo Morales. Allí recibió tres disparos en Montero, durante la represión. Estuvo 23 días en coma inducido, quedó con secuelas: problemas cardíacos y la pérdida de visión del ojo derecho. Su odisea en Bolivia no terminó ahí, estuvo detenido 13 meses acusado de terrorista y pudo volver a Argentina a fines de 2020, en el medio enfermó dos veces de coronavirus.
En noviembre de 2021 fue detenido en la Patagonia y trasladado al penal de Ezeiza para afrontar el juicio de extradición a Colombia. Fue liberado en mayo de 2022, después que la Jurisdicción Especial para la Paz de Colombia rechazara un pedido de extradición. Tras su liberación volvió a dedicarse al periodismo.[1]
Con todos estos antecedentes, resulta mucho más dudosa su muerte en manos de la Policía. No sería arriesgado inferir que fueron en su búsqueda, razón de más para investigar este desgraciado suceso en un momento más que desgraciado.
Ambos hechos lamentables, distintos como hemos visto, no dejan de ser gravísimos y deben ser investigados por la Justicia a la mayor brevedad posible.
La prédica malsana de los medios hegemónicos que sólo responden a los intereses de sus dueños han salido a vociferar todo tipo de sonseras, intentando embarrar la cancha como lo hacen del día a la noche. En sus editoriales mezclan responsabilidades de diversas jurisdicciones, resaltan el valor del dólar y el riesgo país, el nivel de inflación y el nivel de pobreza, cuando sabemos que esto no les mueve un pelo.
Dentro de sus afiebradas elucubraciones han difundido que, a sabiendas que el oficialismo pierde de antemano las próximas elecciones, lo ocurrido estos días, es una muestra de un posible golpe de Estado que haría el peronismo o kirchnerismo para desbaratar el gobierno de Juntos por el Cambio.
Más allá de la bulla miserable de los medios pagos, merodea la sombra de la dictadura que, lejos de consolidar su rechazo al cumplirse los 40 años de nuestra recuperada democracia, los mismos instigadores de siempre, que impulsaron y se beneficiaron con el golpe militar, aprovechando que las nuevas generaciones no vivieron ni padecieron la persecución, represión, muertes y exilio, vuelven de nuevo a las andadas intentando las mismas estrategias político económicas para volver a sumergir a las grandes mayorías en la miseria, cercenando derechos largamente conseguidos. Es mentira el republicanismo que pregonan y su cacareado respeto a las instituciones democráticas si en los hechos, demuestran lo contrario.
Concurrir a las urnas es nuestro deber cívico y nuestro compromiso ciudadano para defender la democracia que tanta sangre costó. Es necesario romper con la indiferencia y el desaliento alentado desde los medios y la oposición, puesto que ello es el consabido caldo de cultivo del que han sido sus mayores beneficiarios desde épocas pretéritas.
Este domingo 13 todos debemos hacernos presentes en las escuelas, de nuestra decisión colectiva depende la vida que tendremos los años por venir.
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