Este duro golpe, antes de ser tragedia debe asumirse como una enseñanza y afrontarse de cara al sol, sin evadir lo incómodo de verse en el espejo y analizar el reflejo de la izquierda en la actualidad.
Desde Mérida, Yucatán. México.
Un sugerente título dio forma a la opinión de Sandra Russo, quien señalaba de forma contundente que “Los pueblos se equivocan”, reflexión publicada pocas horas después de conocerse el triunfo de Javier Milei en las elecciones argentinas en el diario Página|12. Y, ante estos acontecimientos, es necesario comenzar un largo debate sobre el futuro que atravesará el país sudamericano y las formas que tendrá que adoptar la resistencia del pueblo argentino.
En primer lugar, es importante reconocer que la victoria de Milei no significa la derrota de la izquierda, pero sí una nueva gran enseñanza, que, en realidad, no es nueva, sino que ya en otros momentos se ha vivido tanto en Nuestra América como en otras latitudes, pues los procesos esperanzadores siempre llevan el doble filo de que si no alcanzan sus objetivos, una ola de desilusión cubre el panorama social, afectando de alguna manera el impacto psicológico de las masas, algo que, o se olvidó, se creyó no sucedería o abiertamente se permitió, pero, esto último, sólo el tiempo lo dirá. Lo cierto es que este duro golpe, antes de ser tragedia debe asumirse como una enseñanza y afrontarse de cara al sol, sin evadir lo incómodo de verse en el espejo y analizar el reflejo de la izquierda en la actualidad.
En segundo lugar, tras el proceso electoral, pero, sobre todo, mucho antes, quedó mucho más claro el papel de los medios de comunicación, pues la presencia de Milei en las redes sociales y los tradicionales canales de información fue abrumadora, ocupando espacios que tradicionalmente no tenían políticos ni intelectuales, lo que le permitió crear esa falsa imagen de “libertario” (un absurdo total) a través de discursos exaltados contra la “política tradicional” y sus representantes, y esto es muy importante, debido a que ya algunos analistas han destacado un alto porcentaje de los votantes a favor de Milei fueron jóvenes en su primer sufragio, o algunos más que vivieron ese proceso de incumplimiento del “progresismo”, y por lo tanto en ellos impactó de forma más directa el mensaje falto de “libertad”, que en realidad no es otra cosa que el engaño macabro de un neofascista vestido de “rebeldía”. Quedó demostrado que hoy, en la democracia burguesa, el análisis de padrón con base etaria, es uno de los pilares para la el juego de los votos.
En tercer lugar, esa imagen de “libertario” que Milei proyectó, logró impactar la subjetividad de un alto porcentaje de la sociedad argentina aún golpeada por el paso de la pandemia, donde la crisis del país se incrementó y se puso en juicio el papel del oficialismo, así como sus logros, algo que no se suscribe sólo a Argentina, pero que sí se refleja de forma clara en el reciente proceso electoral. Las críticas de Milei a las estructuras gobernantes nunca ocultaron su pensar antidemocrático, antipopular, antifeminista, y claramente antisocialista, lo que se traduce en su sentir contrario a la clase trabajadora. Ninguna de sus propuestas estuvo a favor del pueblo, sino que jugó en la órbita no sólo del capital, sino del neofascismo recubierto de la trampa que hizo que el pueblo se muerda así mismo, lo que no tardará en verse reflejado al iniciar su Gobierno.
Por ahora, las fuerzas de izquierda tendrán que ir respondiendo a su manera el cuestionamiento de si Argentina está ante una tragedia o una gran enseñanza, para lo cual la humildad de juicio y profundidad de análisis serán fundamentales.
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