Podría sintetizarse la trayectoria de Solanas como la de un patriota de ley, que puso todo de sí: su genio y resolución de vida por las grandes causas, aquellas por las que vale la pena jugarse por entero…
Carlos María Romero Sosa / Especial para Con Nuestra América
Desde Buenos Aires, Argentina
Con la muerte el 6 de noviembre último de Fernando “Pino” Solanas, sucedida en París donde representaba como embajador ante la UNESCO al gobierno del Presidente Alberto Fernández, a no pocos argentinos y demás latinoamericanos nos embargó un amargo sentimiento de orfandad; un nuevo duelo por otro de los insustituibles luchadores, sumado a tantos más que no terminan de herirnos y rendirnos. Si así percibimos su ausencia, es debido a la coherencia que tuvo para sostener, incluso en dificilísimas situaciones, un ideario nacional, popular y revolucionario extendido a la Patria Grande y el Tercer Mundo.