El colonialismo tradicional consistía en la conquista de un territorio para extraer sus materias primas y venderles después los productos manufacturados. Este nuevo colonialismo arrienda las tierras para producir alimentos y extraerlos, dejando a la población local fuera de su consumo o imponiéndoles precios internacionales lejos de su alcance.
Ricardo Daher / Barómetro Internacional
La Organización para la Agricultura y los Alimentos (FAO) advirtió esta semana sobre un nuevo fenómeno que ha denominado "un sistema neocolonial" y que perjudica a productores y países en desarrollo, o subdesarrollados como se definían antes.
Según la FAO, impulsados por la suba de los precios de los alimentos, en una tendencia que no se revertirá en muchos años, empresas internacionales arriendan tierras en países pobres para producir alimentos y exportarlos a los países ricos.
En el último año los precios de los alimentos han subido entre el 30 y el 80 por ciento, incluyendo arroz, trigo, soja, leche, carne, es decir, los productos básicos.
Aunque el fenómeno descrito por la FAO menciona sólo a China y Arabia Saudita como países que arriendan tierras en otras naciones para producir alimentos para sus habitantes, el fenómeno existe desde mucho antes de la advertencia de ese organismo internacional.
En el reciente conflicto por las retenciones a las exportaciones de soja en Argentina, se conoció que gran parte de la producción de soja pertenecía a empresas que arrendaban los campos.
El Director General de la FAO, Jacques Diouf, sostuvo que "el riesgo es el de crear un pacto neo-colonial de provisión de materias primas sin valor agregado y de condiciones de trabajo inaceptables para los agricultores".
Diouf advirtió que algunas negociaciones de arriendo de tierras, "han llevado a relaciones internacionales desiguales y a una agricultura mercantilista de corto plazo".
Curiosamente, fue el propio director de la FAO que en junio de este año, en plena crisis de los alimentos, promovió el ingreso de inversiones extranjeras en países con una agricultura poco desarrollada.
Entonces Diouf estimuló los joint ventures entre países con dinero disponible para la inversión y países con menores recursos financieros pero con terreno cultivable y agua. "La solución estructural al problema de la seguridad alimentaria en el mundo estriba en incrementar la producción y la productividad en los países de bajos ingresos y déficit alimentario", aseguró el 2 de junio. Ello requiere "soluciones innovadoras e imaginativas", que incluyen "acuerdos de asociación entre países que tienen recursos financieros, capacidad de gestión y tecnología y países que tienen tierra, agua y recursos humanos" subrayó.
Ahora advierte que es una peligrosa combinación y estos proyectos de inversión se están transformando en una nueva forma de colonialismo.
El colonialismo tradicional consistía en la conquista de un territorio para extraer sus materias primas y venderles después los productos manufacturados.
Este nuevo colonialismo arrienda las tierras para producir alimentos y extraerlos, dejando a la población local fuera de su consumo o imponiéndoles precios internacionales lejos de su alcance. En una síntesis somera, es igual a robarle el pan de la boca para que sólo puedan comer quienes pueden pagar. Es la lógica del capitalismo y por eso mismo, sus más conspicuos representantes, protestan cuando algunos gobiernos quieren asegurar el abastecimiento de alimento para sus ciudadanos.
El presidente del Banco Mundial, el norteamericano Robert Zoellick, cuestionó a los países que han limitado las exportaciones de alimentos para abastecer el consumo interno, y reclamó libertad de mercado.
En una línea similar, otro representante del Banco Mundial, Lars Thunell, vicepresidente ejecutivo de la Corporación Financiera Internacional que depende de ese organismo, reclamó en la reciente cumbre sobre el agua en Estocolmo, la privatización de ese recurso.
No es por casualidad que las empresas que producen, almacenan y comercializan alimentos, ingresen a controlar el mercado del agua.
Apenas iniciado el siglo XXI, la humanidad está repitiendo luchas que ya se daban a comienzos del siglo pasado. Ahora contra un colonialismo que a fuerza de dinero y bajo la bandera del libre mercado y la globalización, se apodera de recursos naturales fundamentales, agua y alimentos, para transformarlos en simple mercancías al alcance del mejor postor.
- Ricardo Daher, periodista uruguayo, es analista e investigador.
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