El Kremlin amplía sus vínculos con Latinoamérica mientras disminuye la influencia de Washington sobre su descuidado “patio trasero”. Venezuela, Cuba y Brasil, son los países favoritos de los rusos en la región.
Sebastián Pellegrino / APM
Mientras Estados Unidos debate acerca del albedrío financiero liberal, del previsible puesto que aguarda por George W. Bush en el ranking histórico de las peores administraciones y del potencial de “cambio” que arrastra la “obamamanía”, el mundo es testigo de los movimientos estructurales que desafían la estabilidad del bloque de las potencias hegemónicas globales.
Las siglas BRIC (que identifican, respectivamente, a los cuatro gigantes emergentes, Brasil, Rusia, India y China), resuenan en los cinco continentes como una sólida alternativa al poder concentrado del selecto Grupo de los Siete (G-7, conformado por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido).
Rusia lidera la gran apuesta en materia de política exterior. Además del BRIC, el Kremlin centra su atención en Latinoamérica -región estratégica para el desarrollo del nuevo siglo- por la localización de recursos naturales que ya escasean en el Viejo Continente y por las enormes reservas de hidrocarburos. Leer más...
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