“¡Los árboles se han de poner en fila, para que no pase el gigante de las siete leguas! Es la hora del recuento y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes”. - José Martí
Los pueblos de América Latina y el Caribe –Nuestra América-, en su diversidad étnica, lingüística y cultural, y su común historia, son herederos de un rico y secular caudal de rebeliones contra el dominio colonial e imperialista, y contra la explotación del gran capital.
Estos pueblos han protagonizado procesos de lucha en las últimas dos décadas de los cuales surgieron combativos movimientos de resistencia y cambio social de variados contenidos democráticos, nacional-populares, anticapitalistas y antiimperialistas. Han construido poder popular y propiciado la aparición de un conjunto creciente de gobierno más independientes de la órbita de Estados Unidos, cuyos dirigentes son sensibles a las necesidades de las mayorías e interesados en la unidad e integración continental.
En medio de la noche neoliberal y de la penuria material, de un acoso inédito y el escepticismo de muchos, Cuba mantuvo en alto las banderas de la rebeldía y hoy profundiza su proyecto socialista, en un rico debate en el seno de la revolución y un fértil y sólido bagaje ideológico para la batalla de las ideas que se está dando.
Ha cambiado la relación de las fuerzas en la región a favor de los pueblos. A lo largo de la geografía latinoamericana y caribeña se multiplican las resistencias contra las políticas neoliberales, que incorporan a heterogéneos contingentes populares, entre los que destacan los pueblos indígenas que ejercen plenamente su autonomía y los que siguen luchando por ella, constituidos en un bastión antisistémico.
La conciencia política y la organización crecen. Se recrean nuestras mejores tradiciones emancipadoras y han emergido vigorosos actores políticos que le dan un significado distinto a la democracia, a la defensa de nuestros patrimonios estratégicos y territoriales, a la lucha por la justicia social y por la independencia nacional, que unidos a las clases y sectores sociales tradicionalmente explotados por las oligarquías y por el imperialismo y al creciente ejército de marginados por el capitalismo, están dando la pelea por la segunda y definitiva independencia de América Latina.
Vivimos, en suma, un momento histórico extraordinario por las posibilidades de cambios sociales, políticos y económicos verdaderamente democráticos que se han abierto en Nuestra América. Al mismo tiempo, el imperialismo y las oligarquías no se resignan a perder sus ancestrales privilegios.
La guerra, modo inmanente de ser del capitalismo, se expresa en la militarización y la criminalización de la protesta social extendida en la región a través de la llamada lucha contra el terrorismo que Estados Unidos lleva a cabo por medio del Plan Colombia/Patriota y otros semejantes que atentan contra la soberanía y la paz de nuestros pueblos. La avanzada militar estadounidense intenta regionalizar el conflicto interno en Colombia, reinstala su IV Flota con evidentes fines intervencionistas y organiza planes desestabilizadores contra Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador y otros gobiernos progresistas.
Ello exige más que nunca la irrestricta solidaridad entre los pueblos de la región en apoyo a la esperanza que se construye, animados por el firme propósito de impedir que sea truncada como otras veces en nuestra historia, y de hacerla irreversible.
Asumimos como propias las luchas de otros pueblos del mundo, incluyendo el de Estados Unidos, por un mundo mejor, en que imperen la justicia, la equidad, la paz, la fraternidad entre los seres humanos y el amor por la madre naturaleza. En especial, reconocemos el enorme sacrificio del pueblo iraquí, que hoy lucha contra las tropas ocupantes encabezadas por Estados Unidos, y la heroica saga del pueblo palestino por el derecho a su existencia.
La unidad de los pueblos de Nuestra América contra al imperialismo es la columna vertebral del proyecto de emancipación. Nadie libera a otros y nadie puede liberarse solo. Los pueblos se liberan en comunión, es la gran lección de la historia latinoamericana. De allí la trascendencia de reforzar los puentes entre las luchas de los pueblos y crear esos puentes donde aún no existen.
Inspirado en estas ideas nace en México el Movimiento de Solidaridad Nuestra América, cuyos iniciadores declaramos:
• Nuestro compromiso con los pueblos de Nuestra América y sus organizaciones y movimientos que luchan contra el imperialismo, el neoliberalismo, el racismo y la discriminación.
• Nuestro apoyo en su batalla contra el saqueo, el despojo y la depredación capitalista sin precedentes de las riquezas naturales por el imperialismo y las oligarquías en nombre del falaz libre comercio.
• Por un sistema económico basado en la solidaridad, la complementariedad y la soberanía de los pueblos.
• Nuestro firme apoyo a los gobiernos populares de la región, en especial a aquellos que impulsan profundas transformaciones sociales, políticas y económicas, que promueven la participación protagónica de los pueblos en las decisiones estratégicas de sus naciones y en la defensa de la soberanía, la independencia y la salvaguarda de los recursos naturales, así como en la unidad e integración regional. Respaldamos a las organizaciones políticas y sociales incluidas en esta perspectiva y abogamos por la lucha independentista de Puerto Rico, la devolución de las islas Malvinas a Argentina y la liquidación de todo rezago colonial en Nuestra América.
Consagramos el logro y la consolidación de estos objetivos a través de los siguientes principios:
• La unidad e integración latinoamericana, desde los movimientos, partidos y organizaciones que construyen poder popular para su emancipación y como sustento de los gobiernos populares.
• Un frente amplio antiimperialista y antioligárquico, despojado de sectarismo y exclusiones a priori y basado en el respeto a la diversidad, en el que sean bienvenidos los creyentes de todas las denominaciones que opten por los pobres, así como los militares comprometidos con la lucha de sus pueblos.
• El derecho inalienable de los pueblos al rescate y usufructo de los recursos naturales y bienes públicos privatizados durante la ola neoliberal.
• La supresión de todas las bases militares extranjeras, de los tratados de “seguridad” y “defensa” y los ejercicios militares que subordinan nuestros estados a la estrategia bélica imperialista. En particular, reclamamos el cierre de la base naval de Guantánamo, y del campo de concentración y tortura allí instalado.
• El fin del bloqueo criminal contra Cuba y el rechazo de todas las medidas coercitivas empleadas por el imperio con el fin de sojuzgar la autodeterminación de los pueblos.
• La solidaridad activa y recíproca con las luchas populares y de resistencia contra el imperialismo en cualquier lugar de América Latina y del mundo.
• La recuperación y enriquecimiento del pensamiento patriótico, antiimperialista y de izquierda latinoamericano.
• La solidaridad con los presos políticos de Nuestra América que, por persistir en el camino de la emancipación de los pueblos, han sido privados de su libertad.
Estos principios serán impulsados con actividades concretas encaminadas a:
• Sumar a este empeño a todas las fuerzas populares y progresistas de México y
Latinoamérica, respetando siempre las identidades y dinámicas político‐organizativas de cada uno de ellos.
• Propiciar un espacio de confluencia a las fuerzas populares y progresistas del continente y de encuentro político‐cultural de los pueblos de Nuestra América.
• Reflexionar sobre los proyectos de transformación en nuestro continente.
• Defender los procesos de transformación progresista en marcha, sean de los gobiernos o de los movimientos populares.
• Coadyuvar al diálogo entre todas las expresiones populares y revolucionarias de
Nuestra América.
• Estudiar, debatir y publicar el pensamiento latinoamericano, los procesos de resistencia y de transformación social hacia el socialismo del siglo XXI.
• Impulsar el fortalecimiento de los procesos autonómicos de raigambre popular, en particular de los pueblos indígenas y afrodescendientes.
• Difundir la creación artística de nuestros pueblos (la poesía, la narrativa, la música, el teatro, la danza, el cine y otras manifestaciones culturales).
Para el cumplimiento de estos objetivos y su propósito fundamental, la solidaridad con los pueblos de Nuestra América, se hace necesaria la mayor concertación de fuerzas populares en México con la conciencia de que una sola es la lucha del río Bravo a la Patagonia por la verdadera independencia, la democracia participativa y protagónica, la soberanía y la emancipación de Nuestra América.
México D.F., 1 de diciembre de 2008.
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